miércoles, 31 de marzo de 2010

¿Somos lo que decimos?


puñetazos que se lanzan, cuando lo serio con los puñetazos es meterlos, gafas reposando sobre la estantería, dedos que emergen de las manos, pistolas enarboladas. Leo cosas así todos los días y sé que provienen de la intención de hacer literario lo que se dice, cuando eso es lo menos literario que se puede hacer. Al final nos divertimos todos, no me preocupa.

Lo que me preocupa, y mucho, son los nuevos eufemismos porque afectan a términos vitales. Estoy observando que ultimamente nadie se muere o se está muriendo, a los que les pasa eso se han ido o se van a ir, ¡vaya panorama!

Imagen Antonio Gonzales-Paucar

lunes, 29 de marzo de 2010

Así que pasen cinco años




Cuando pueda abrir, por fin, el diccionario de autores aragoneses, primero buscaré a Melantuche. ¡A ver qué logró averiguar este otro!

-¿No conoces a Melantuche? ¡pues era de tu pueblo! ¡qué poco gollete!

Me decía Javier

Me puse a indagar y algo averigué. El tío Teodoro me dijo:

-Qué sí, era uno que vino rico y luego se volvió pobre

Y yo se lo contaba a Javier, pero vaya enconmienda, nadie por aquí tenía noticia de que aquel hombre hubiera escrito nada, aunque varios me describieron estupendamente su llegada, con carros llenos de niños y de criadas, por caminos de tierra.

Luego se me encendía la lucecita:

-Que te voy a poner en contacto con uno de los historiadores locales, que algo debe saber porque nunca saluda.

Y él llamaba al pope local, pero nada

Tan pronto estábamos en una panadería de Alagón, como llegaba un correo desde Mejico, porque allí se había ido Javier con su ayudante y quedaban con Inés, o aparecían en Madrid con cara de biblioteca nacional o comíamos los tres en el coso entre cajas de fichas. Vaya, cinco años de diccionario.

Sobre los autores aragones no creo que me cambie de opinión el diccionario, hasta Javier coincide, hay dos imprescindibles: Gracián y Sender

viernes, 26 de marzo de 2010

Un tango molinero



Que a la niña Sonia le gusta que sea viernes del todo, y a mi me gusta el vídeo.

Javier diría que soy una sinenobilitate, ¡con lo que me ha enseñado sobre el tango! ¡poner a los Gotan Proyect! pero Javier nunca sabrá que tengo un blog, aunque se lo confiese mil veces, es casi mejor que yo haciéndose el sueco.


jueves, 25 de marzo de 2010

Poe, un águila y otros animales.

En agosto se escapó un león de Peña Escrita, como los perros de Julio, uno de los cinco vecinos de este lado del valle, tienen un tamaño parecido al de un león, más de una noche me arrimaba a la puerta de la cocina un poco asustada, les tengo tanto miedo a los perros como a los leones, más, porque a los leones no les he dedicado tanto tiempo ni me han hecho nada, pero una vez casi se me comen entre ocho pekineses. Lo que de verdad me preocupaba de que apareciera por aquí el león, lo confieso, era que luego no lo iba a poder contar, nadie lo creería.

Hace un mes o por ahí estaba leyendo a Poe cuando nos dimos cuenta de que había poca leña, salí a por más pero di media vuelta cuando vi a uno de los dogos de Julio merodeando, iba casi corriendo por el camino y me sobrevoló un águila, se posó en uno de los palos de mango y me miró detenidamente, me sentía cercada cuando volví la cabeza y vi a Julio y a su hijo a caballo con cuatro o cinco perros de todos los tamaños que se empujaban para olerme.

-Tú quieta y tranquila, que si no te reconocen mal

Luego, no voy a decir que todos, porque los caballos se quedaron abonándonos los arbolitos, pero el resto entraron y se fueron colocando delante de la chimenea a tomarse un vino.

Me asombró que los perros fueran tan mansos, con sus afectividades casi nos tira la mesa aquel enorme al que me encontré primero, pero lo que impresionaba era ver al águila mirando el fuego, tan posada, tan quieta. Cuando estuvieron los chorizos el dogo me miró con cara de súplica y, como soy débil, le tiré un trozo que puso a la rapaz en acción. No tuvo tiempo ni de darse la vuelta el perro y el chorizo había desaparecido. Un poco después fue Blanca a por una longaniza y yo no sé describir el arco del vuelo y velocidad de aquel bicho atravesado la cocina; ¡Julio!, grité, ¡qué va a por Blanca! y el príncipe del valle, que además es carnicero, disfrutó muchísimo con aquel chasquido de dedos que devolvió al ave de rapiña a su traviesa.

Me vino bien la visita, por la noche, con el rescoldo y el recuerdo del bicho, aunque no fuera un cuervo, creo que resumí mejor, o más agusto, a Poe para la Tormenta, me gusta leer cuentos de miedo por la noche en el molino.

miércoles, 24 de marzo de 2010

De la superficie del pájaro

la superficie del pájaro
es un encuentro

ahuyentaré a los cazadores para que el pájaro salga adentro. me olvidaba, por un instante del patio. patio. patio interior. somos.

es la repetición
lo que nos permite
todo esto
sin embargo
nuevo
como rótulo luminoso

no te perderás en mis manos porque nunca las cerraré. no sé hacerlo y no quiero.

una avispa toca la superficie
de un bolso de cuero

avisos. son avisos.

Óscar Solsona La superficie del Pájaro.

No sé si ya le he dicho a Óscar cuánto me gusta ese libro, lo he abierto otra vez esta mañana soleada.

Hoy no he sabido escribir el sueño, estaba impresionada. La primera noticia que me esperaba de este lado es que ayer se murió Roger. Nunca supe si era maleducado o tímido, me lo preguntaba siempre que lo veía después de notar sus contorsiones, los extraños gestos con los que no terminaba de saludar. Ayer, cuando salía de trabajar, se sentó en el coche y se murió.

La Arse, mama gata, me ha otorgado un estatus especial, no tengo que asistir a ningún asunto social si no lo deseo:

-Tú no tienes compromisos, nadie sabe nunca dónde estás. Nadie te va a echar de menos, lo que sorprendería es que estuvieras.

No lo conocía yo al muerto, no lo recuerdo ni en la escuela aunque iba a mi clase, y sin embargo sé que estaba. Nunca supe nada de él y al mismo tiempo era lo más familiar, una de esas caras que son paisaje. Una de esas caras que salen con la misma naturalidad en los sueños que de la tienda de enfrente.

El cuadro es de Juan Soriano

martes, 23 de marzo de 2010

Los tangos de la pimienta


La canción es una de las que me ha mandado mi padre a mitad de mañana, que ahora chateamos, y me ha recordado donde me enganché al flamenco exactamente. Había un pellizco en la versión del disco, cuando decía la Lole lo de la calle la pimienta, que aquí no es tanto, pero aún así. Y ahí fue.

El otro día escuché en el coche, sólo escucho en el coche parece, que hay un método para pasar las cintas de cassette a CD, a buenas horas, ahora ya están por aquí todos: Marchena, la Paquera, Manolo Caracol y los que de aquellos lejanos viernes, incluida La Juana la del Revuelo, que uno de esos miles de viernes se remangó con ganas en el altar de la iglesia del hospital provincial y me dejó allí .

Y parecía que se había hundido el mundo sin esas cintas, pero no. Qué va.


domingo, 21 de marzo de 2010

Pedazos de expediciones oníricas.



El otro día, cuando terminamos de grabar y nos disponíamos a repartirnos en taxis Mercedes dijo:

-yo al paseo Extremadura y vosotras

-pues nosotras también

-pero es muy largo

-a Alto Extremadura, exactamente

-¡yo también!

En todos estos años no habían visto a Amanda por el barrio, ni ella ni Diego, ni Amanda los había visto, pero sus edificios son casi contiguos y hace mucho que se conocen, desde que la enana era bien enana. Mercedes subió a tomar algo para celebrar la vecindad y luego se pasó a dormir. Cuando yo llegue a su casa a desayunar todavía estaba desasosegada, había soñado que nos dejaba en el sofá a Blanca y a mí, y se iba a la cama sin darnos siquiera sábanas. Me encantó que expresara con tanta energía el malestar, como si hubiese sido real. Mercedes anota los sueños, y los anota de maravilla, por la tarde estuvo grabándolos y nos entusiasmó a Gonzalo y a mí. Además en uno volábamos los tres.

Durante algunos años anoté los sueños, me lo recomendó Cristóbal Arjona, a quien tanto me gustaría volver a encontrar. Cristóbal estaba haciendo el MIR y se pasaba el día en la librería haciéndome compañía, comíamos en el chino, él no podía concentrarse y yo no vendía un peine, así las cosas anotábamos sueños y luego hacíamos hipótesis Cirlot en mano, a veces tengo la impresión de que en algunas épocas no conseguía despertarme jamás.

Después no hubo necesidad de anotar, cuando vivimos juntos, en Ayutuxtepeque, en Alto Extremadura, en la Sierra o en el Molino, hacemos un hueco tremendo, todo el que hace falta, para contar los sueños. Amanda ha recibido la herencia; se levanta y con todas las legañas puestas y aún bostezando se acurruca a contar.

Yo voy a empezar a anotarlos desde hoy, he tenido suerte con el primero.

A. me acompañaba a revisar el desván, me miraba con mucha complicidad, como si supiera todo lo que hay dentro y prometiera no asustarse. Para nuestra sorpresa, después de tantos años de no abrir la puerta, eso en los sueños se sabe, está organizadísimo y es un lugar confortable. ¡Hay chimenea!, sillones del XIX, bebidas calientes y frías, y claraboyas, se ve el cielo. Nos sentamos y A me pide que lo acompañe a ver a otro A, no está seguro de poder reconocerlo después de tanto tiempo, yo le explico como era, le doy pistas que no le sirven, prefiero no ir para no interrumpirles. Pero el otro A está sentado cómodamente en una mecedora y nos dice, con una voz preciosa, que no es necesario buscar a nadie ni cambiar de sitio. Así que empezamos a hablar de otras cosas y mucho, mucho rato después, me despierto.



La imagen es de Alicia Framis

miércoles, 17 de marzo de 2010

Mientras se sigue estropeando


Me gusta la contra-campaña, me encantaría encontrarme las calles forradas. A dos o tres copias por cabeza quizá superáramos los cuatro millones de euros que han invertido en decirnos que esto sólo lo arreglamos entre todos.org

Es tan aberrante el cinismo del mensaje que me ha recordado cuando el gobierno de Arena, en El Salvador, hizo coincidir una campaña contra el aborto y otra a favor de la pena de muerte. No dieron con con el eslogan exacto que era, sin duda: chiquitines no, gracias, debes dejarlos crecer

martes, 16 de marzo de 2010

Cosas que dice Gonzalo de muchas maneras, y que luego copio para recordarlas



Y digo bien, dice, porque a Gonzalo Escarpa hay que oírlo,


yo no comprendo nada. no por eso
me rindo. una cuestión
de técnica, sin más. no comprender
apenas nada ofrece
nuevas y limpias posibilidades.
ir ofreciendo el desconocimiento, hacerle
entrega al mundo de este interrogante,
que sea finalmente de todos tanta duda,
tanta perplejidad.
no comprendo siquiera
por qué, pero es inútil
tratar de resistirse a ese sosiego
que provoca partir
el pan del estupor
y, al repartirlo,
propagarlo, darlo
a luz, iniciarlo,
no poseer la sola
incomprensión de todos,
y no comprender nada,
y celebrarlo.

P. D. También me viene con frecuencia a la memoria el Verso Kitsch :

Algo me rasga aunque

no tengo vestiduras pero
algo me rasga.

mi infancia son recuerdos de un patio matemático

un tren sale de
y otro
desde el mismo punto

a la misma hora

¿cuál es el problema?

domingo, 14 de marzo de 2010

y al que yo mismo me arrimaba siempre que podía.





Va tan rápido el AVE que sólo me ha dado tiempo a leer del todo una frase, de Sánchez Ferlosio, que decía de Delibes en su necrológica:

...al que yo mismo me arrimaba siempre que podía.

Volvía de pasar el fin de semana con la gente a la que me arrimaba, siempre que podía, nada más conocerla. ¡Qué placer que se arracimen aquellos a los que te arrimaste!

ya existe, gracias Mercedes, Blanca, Sonia, Gonzalo, Pedro, Paloma, Joselín, Amanda.

p.d. por sorpresa, como guinda, a última hora, apareció una de las personas a la que más ganas tenía de volver a ver: María Salgado. ¡Qué sana es esa certeza de tener que hablar de muchas cosas!

miércoles, 10 de marzo de 2010

¿Qué tal de resonancias?


Dicen que con esa pregunta saludaba Lezama Lima a sus amigos, ¡buena pregunta!, la cita José Miguel Ullán en su libro póstumo Esencia y Hermosura, una antología de María Zambrano con la que, después de una noche de sueños felices, me ha despertado el cartero.

La imagen es de Ebon-Heath


martes, 9 de marzo de 2010

Programa en espiral


Para conocer bien una ciudad es recomendable coger un autobús que la tronche por el eje, de punta a punta. Mirados de punta a punta hasta los hospitales son un territorio interesante, pero nunca completamos su recorrido vertical. Aunque, yo ayer, casi.

Fui a comprar agua y bajé de la sexta, urología, a la cuarta, pediatría, allí un médico me aseguró que el agua siempre había estado en la quinta, cardiología, pero ni rastro de la dichosa maquinita expendedora. Media hora después, una enfermera, a la que le debí dar pena, me invitó a bajar con ella en el ascensor de personal, allí también viajaba una cirujana, con un pañuelo de calaveras en la cabeza, que se quejaba porque tenía una cesarea. Las dos me aseguraron que había agua al lado de los quirófanos, pero yo sólo vi a una señora, que estaba fatal, en una camilla, y a tres futuros padres nerviosos delante del paritorio, imposible adivinar cuál era el de la cesarea ni preguntarle por el agua a ninguno de los cuatro. A esas alturas y en el sótano segundo ya estaba convencida de que todo el mundo me engañaba, no podría calcular cuántos me habían mandado a otra planta, o al fondo del pasillo; al laberinto. Aquel montón de brazos certeros parecían señalar mi auténtico destino, la octava, psiquiatría, en el trayecto vi: cabreados,nonagenarios, risueños, desesperados, recién nacidos, aburridos, sociables, felices... ¡y todos sabían dónde estaba el agua! ¡menos yo!

Al final la encontré, pero eran botellas pequeñas.

viernes, 5 de marzo de 2010

Fidelidad a la felicidad denegada


Leí en algún sitio:

Siempre habrá una frase de Pindaro en la que nadie antes había reparado.

Ignoro cuándo, no estoy segura de que fuera así y no tengo ni idea de a quién pertenece pero, desde entonces, me dedico a intentar encontrar alguna de esas frases, suelo terminar confusa y renqueando, y sé que, como consecuencia de ese vicio, emitó un murmullo monótono que, sólo a veces, se parece al pensamiento.

En todo caso, no lo puedo evitar, hoy he subrayado lo que decía Theodor W Adorno de Walter Benjamin, y he anotado todas las frases como si estuvieran recién escritas y lo aclararan todo:

Su insistencia resolvía lo irresoluble: se adueñaba de la esencia precisamente allá donde el muro de la mera objetividad defendía implacablemente todo lo falazmente esencial. Dicho de manera sumaria, le impulsaba salir de una lógica que recubre lo particular con lo general o abstrae lo general meramente de lo particular.

No está más lejanamente emparentado con Kafka que con Proust. Que hay infinita esperanza, pero no para nosotros, hubiera podido ser el lema de su metafísica si se hubiera prestado a escribir una.

Todo lo que Benjamin decía y escribía sonaba como si el pensamiento, en vez de apartarlas de sí con elegante madurez, tomara las promesas de los libros infantiles y las leyendas tan al pie de la letra que su cumplimiento real se desprendiera del conocimiento mismo

El título también es un saqueo del libro de T.Adorno Sobre Walter Benjamin. Son las palabras, pocas palabras, con las que resume la gran determinación de su discípulo, una determinación que mantuvo:

como si lo convencional no tuviera poder sobre él

Después de tanto subrayar ameritaba una perdidita y me he ido a programar un palimsepsto de aromáticas con Miguel, que es jardinero, a Vinos Chueca, ese lugar acogedor que suena tan bien como se puede comprobar más arriba.

martes, 2 de marzo de 2010

La primavera vuelve, vuelve y se irá.


Estaba todo más quieto hoy, me ha parecido un anochecer de primavera. Juraría que he intuido el cambio de estación, o será que la voy a adelantar: me tocan las dos o tres semanas de traslados higiénicos, de visitar a los cheros, de paseos largos, de cambios continuos, sin prisa, pero sin pausa, promenade avec Blach de Vero, le bon cadeau.

Y como estoy contenta me he puesto a leer a Vallejo. No siempre leo a Vallejo impunemente, y también a él llego haciendo círculos.


Los anillos fatigados

Hay ganas de volver, de amar, de no ausentarse,
y hay ganas de morir, combatido por dos
aguas encontradas que jamás han de istmarse.


Hay ganas: de un gran beso que amortaje a la Vida,
que acaba en el áfrica de una agonía ardiente,
suicida!


Hay ganas de... no tener ganas. Señor;
a ti yo te señalo. con el dedo deicida:
hay ganas de no haber tenido corazón.


La primavera vuelve, vuelve y se irá. Y Dios,
curvado en tiempo, se repite, y pasa: pasa:
a cuestas con la espina dorsal del Universo.


Cuando, las sienes tocan su lúgubre tambor...
cuando me duele el sueño grabado en un puñal,
¡hay ganas de quedarse plantado en este verso!

Cesar Vallejo Los heraldos negros

El cuadro es de Rafols Casamada