lunes, 13 de enero de 2014

Espacios no lineales: de cuando el territorio no es un contenedor.







No sé si todos somos igual de conscientes de estar mutando, de estar asistiendo y siendo afectados por procesos absolutamente nuevos que apenas se dejan entender y además tienen la costumbre de preguntarse por sí mismos. (¡Entonces! ¿Cómo, con qué los vamos a juzgar?)  

Yo estoy bastante obsesionada con la existencia de nuevos espacios tan diferenciados como el que comparto con mis alumnos: después de cinco años teniendo la misma cita nuestro grupo de skipe es mucho más real que cualquier cafetería.  Por eso no dudé cuando me llamó el último número de la revista Anthropos desde una estantería de Antígona y he pasado las navidades pegada a ella como una lapa, llevándola a dónde tuviese que ir (generalmente a no-lugares como las salas de espera de urgencias) dibujando círculos y tachaduras de un montón de colores que anoche, ya muy tarde, me condujeron a un monólogo infantil:- menos mal que no va a ocurrir, pero podría pegarle a quien me la quisiera quitar- me descubrí pensando. 

Nuevos territorios e innovación digital, se titula, Virtualidad, diversidad cultural y construcción social de los espacios, se subtitula, y me está proporcionando un montón de matices para conceptos que ya conocía y había padecido, como el de no-lugar, pero también palabras para nombrar espacios no lineales o territorios rediculares o espacios vacíos para los que no tenía nombre, y en los que sin embargo habito.Y hasta planes sobre desterritorialización y reterritorialización que parecen saludables me está inspirando. 

 P.D. A las posibilidades sociales de la técnica las precede siempre la potencialidad de la literatura No ha sido nunca otra cosa que fabricar espacios virtuales contar. Y algo me recordaba hace un rato a Kafka y las habitaciones con dos puertas