jueves, 30 de junio de 2016

La otra orilla


I

He querido recordar aquella canción,
aquella que no pude escuchar dentro de mí, aquella que no supe
 (extraerle al mundo;
operación dolorosa: aquella canción que estoy tratando de es-
  (cuchar,
aquella cuya ausencia reconozco en la brisa que apenas
inquieta a los almendros,
en la tranquilidad de esa brisa en esas hojas donde también yo
  (habré de morir,
y esa calma acaricia en algún sitio de mí
la forma de esa primera mano que alargamos hacia la vida
y luego retiramos mojada y oscura.

Aquella primera canción, aquella primera canción tal vez no vino
 (nunca
aquella cuyo silencio ahora se refleja en el rumor de esta brisa
 (en los almendros,
tal vez su silencio, quiero decir el rumor de estas hojas, es el úni-
 (co espejo
donde yo me reconozco, donde yo me miro con atención, subor-
 (dinado a lo fatal de la imagen.
O tal vez esa brisa en las hojas
es la ausencia de toda canción, el rostro silencioso de todos los
 (nombres,
el rostro de espuma disuelto por el mar,
el rostro de mis hijos aún sin ellos en el esqueleto atroz de mi
 (abuelo
después de él

Ahora recuerdo todo sin pasión, sin armas obsesivas, sin recuer-
 (dos,
y ese viaje que la mirada todavía sostiene
abandona el umbral de una tarde de lluvia en la infancia.
Y es aquella costumbre de sonreír involuntariamente,
de sentir esa brisa en los almendros que están dentro de mí,
 (complicados con mi alma
y soñar una canción donde tal vez ya no habré de escucharme;
sí, aquella vieja costumbre de vivir...

Y yo extiendo las palabras sobre mis propias yerbas,
yo extiendo palabras sobre el mundo para irles dando poco a
  (poco historia,
sonidos arrancados a ellas mismas como confesiones brutales.

Por la torre de la iglesia
pasa el sol y se muerde los labios, ¿o soy yo quien me los muerdo?
¿O son el sol y la iglesia los que muerden mis labios?
¿O es el deseo de sol y de iglesia lo que muerde mis labios?

Sí, he perdido aquella canción, aquella canción, aquel tierno
 (desastre
aquel artificio donde mi voluntad se hacía pequeñas heridas, pe
 (queñas preguntas que nunca supieron cortarse la cabeza
y ahora estoy aquí de vuelta,
mirando estas calles, mirando este río, estas aguas cobrizas y
 (doradas bajo la luz del sol,
y esta ciudad no es distinta a otras ciudades,
es distinta a sí misma.

Y estoy en esta ciudad como en otra canción que tampoco re-
  (cuerdo, que tal vez nunca estuvo en mis labios,
como en otra palabra que me ocupa gran parte del día
y luego en la noche es mi primera muerta.

Estoy en este parque donde los almendros apenas sugieren la
 (brisa, el tiempo de las hojas,
bajo este cielo encallado en la mañana
como una inmensa nave antigûa-recuerdo de otros dioses, de
 (otros hombres
y de otras batallas-
y mi mirada abre de par en par los brazos para recibir al pai-
  (saje,
pero es inútil, en el paisaje hay algo de la mirada,
algo también con los brazos abiertos...

Una brisa muy joven sopla entre los almendros, una brisa lejana
  (sopla entre mis labios,
y es el silencio,
el silencio de la torre de la iglesia bajo la luz del sol,
el silencio de la palabra iglesia, de la palabra almendro, de la
 (palabra brisa.

Hay un radio encendido en un estanquillo cercano,
pasan unos novios-casi niños-cogidos de la mano,
el sol empuja la torre de la iglesia hacia otro mediodía...
Yo iba a decir algo; cogí la pluma para eso, cogí mi alma para
 (eso;
¿qué iba a decir?

Así pasó ese día caluroso y nublado,
así la torre de la iglesia empujada por el sol como un barco
llevado por el viento,
cruzó mi pecho, y luego la noche se cerró sobre las casas,
  (sobre las aguas del río,
sobre la historia de aquella mañana,
y fue como si una mano enguantada tuviera todas las cosas en
  (el puño.

Yo iba a decir algo, yo tenía esta pluma en la mano...

II

Amanece en medio de mí y yo me quedo mirando del lado en
 (que no estoy,
en la otra orilla se quedan el parque y los almendros, el río, la
 (torre de la iglesia
Porque esta mañana todo parece abrir los ojos en otra parte, en
 (otra historia,
en otros ojos parece que yo he abierto los ojos,
y mira la luz cedida a los árboles con la misma naturalidad con
 (que espero
sentado a la mesa, el primer alimento.

Y a la vez esta luz es también una sombra de aquella canción;
estos árboles, esta mesa, la mañana, el sabor de este pan, ¿son
 (acaso las formas devueltas?
Y la canción mueve las alas,
se sacude su forma de canción, se sacude su forma de alas,
algunas plumas caen, muy lejos de mis labios, muy lejos de
 (esta luz,
muy lejos de este silencio, de esta posible música, en otra his
 (toria
más remota aún que la mía

Amanece en medio de mí; en un lado se quedan el parque y los
 (almendros,
el río, la torre, la iglesia, la ciudad de mi infancia, los juegos
 (olvidados;
¿en qué orilla me quedo mirándolos?

Es todo,
yo iba a decir algo, yo iba a inventar algo.


José Carlos Becerra
El otoño recorre las islas.

miércoles, 29 de junio de 2016

Iré hasta el pecho duro de la sierra y ahí, en el pecho duro, con mi piqueta, piedra tras piedra, abriré una escuela





Tercera entrega de esta crónica - relato sobre la Universidad Campesina Indígena en la sierra de Puebla

Foto: Ely Metztli
Foto: Ely Metztli

Marta Sanuy
(Tercera parte)
Nada más fácil que ser porosa en este ambiente y cambiar de grupo en cada comida. Ese día me senté con una maestra que quiere alfabetizar a las mujeres de su comunidad, pero los hombres y los hábitos no las dejan ir a clase y ella ha tomado la decisión de ir a sus casas. No es que esté consiguiendo grandes resultados con la alfabetización, pero sí con lo otro, con lo que  importa, con la escucha. Dice:
Lo más importante ha sido ir desaprendiendo, yo decía: voy a estudiar para maestra porque todo lo que me pregunten lo voy a saber. Pues ahora sé que cuando me preguntan no les doy respuestas, les doy más preguntas. Me he dado cuenta de que tengo muchas ideas dominantes. Yo había pensado hablar con estas señoras sobre la autonomía, qué les iba a dar leer y escribir. Me había enfocado en esto y no he podido lograr, por características propias de la comunidad, tener a un grupo formado y pensé: pues no estoy logrando nada con la  alfabetización, no me voy a poder titular. Y con esa idea llegue a este encuentro, con la idea de que voy a tener que dejar unos años más hasta que logre algo. Pero ahora, gracias a los compañeros, sí estoy logrando el objetivo de que ellas sean capaces de hacer pequeñas fisuras a lo que están viviendo y estoy encontrando pequeños actos de resistencia que sí van encaminando a estas personas a tener, si no una autonomía, sí una forma distinta a la establecida. Pues sí, estoy desaprendiendo mucho y reaprendiendo mucho y me da gusto cuando encuentro estos pequeños espacios de lo que sí estamos pudiendo hacer comunidad. Y sí estamos haciendo. Yo dedico dos horas a cada familia, una la dedico a alfabetizar pero la otra a platicar sobre cómo están ahí y cómo les ha ido. Con tan poquito tiempo no iba yo a tener una gloria con la alfabetización, pero sí en escucharlos, y desde que llegué aquí a narrativa ya no les escucho con ganas de resolverles la vida, porque podría escucharles y decirles: “pues haga esto”, pero no, las escucho y les pregunto cosas y ellas mismas se van dando sus respuestas y creo que voy con eso. Me siento, bueno, me sentía, muy imperfecta en el quehacer como responsable de gestión escolar, ahora me doy cuenta de que claro que soy imperfecta, porque estoy en la parte burocrática, y claro que soy imperfecta, no voy a ser perfecta ante los sistemas burócratas, y me siento contenta y feliz de ser tan imperfecta.

Foto: Ely Metztli
Foto: Ely Metztli

Más tarde empezó a contarnos una ingeniera que colgó el título y se dedicó a crear una comunidad en una calle llena de drogas y delincuencia: empezó con teatro y luego bailaron, después vino la ludoteca y más tarde la compra de la tierra en común. Y entonces nos contó la jovencísima líder comunitaria que perdieron la batalla contra la minera, pero que sigue trabajando y buscando la asamblea. A las dos les pedí una entrevista mientras fregamos los trastes y las dos me dijeron que sí con ganas, aunque un poco más tarde, cuando los estábamos secando, empezaron a reflexionar en voz alta y se retractaron. Las dos llevan una bala en la pierna: una de los antorchistas y otra de los esbirros de la minera. Se puede ser valiente pero no pendejo. Así  las cosas, hasta su nombre aquí les han robado.
En México cada 24 horas fallecen alrededor de 16 personas jóvenes por suicidio. El 0.18% es propietario del 42% de la riqueza nacional. Sólo en Puebla los feminicidios han aumentado 208% del año 2013 al 2015. Más de 27.000 personas permanecían desaparecidas o en paradero desconocido según Amnistía Internacional. El porcentaje de personas que vivían por debajo del umbral de pobreza aumentó del 45,5% al 46,2% entre 2012 y 2014 según datos oficiales. El 70% de la población no tiene derecho al Seguro Social. La tortura y el asesinato alcanza dimensiones de epidemia, no existen datos como demuestran las fosas comunes que están encontrando durante la búsqueda de los 43 desaparecidos de Ayozinapa. Pero, ¿a qué nos ayudan las cifras y las estadísticas? ¿No nos están impidiendo reaccionar sepultados por la magnitud del desastre? ¿No invisibilizan la realidad de las víctimas incluso cuando las nombran?

Foto: Ely Metztli
Foto: Ely Metztli

En junio de 2014 había 25.566 títulos de concesiones vigentes a las mineras a tajo abierto, que corresponden a 25.7 millones de hectáreas, es decir, al 12.85 por ciento de la superficie del país. El 70% está en manos extranjeras, México cobra 5.90 pesos por hectárea cada semestre, el equivalente a medio kilo de jitomates, no existe ningún control sobre el oro que se ha extraído aunque sí se sabe que para cada gramo se remueven 4 toneladas de piedra, se utilizan 380 litros de agua, 43.6 kilowatios, dos litros de gasolina, 1.1 kilogramos de explosivo y ¡850 gramos de cianuro de sodio!  A todos nos resulta difícil imaginar cuando estamos comprando unos pendientes o un anillo las vidas de las familias, unas treinta, que no van a poder sembrar, que no van a tener agua, que están perdiendo todo su patrimonio cultural, que enfermaran porque han sido envenenados, en todos aquellos que no pueden siquiera tener nombre en este texto porque a quienes defienden su territorio los tirotean o los desaparecen y en este país sólo hay una cosa políticamente clara: existe la absoluta impunidad.
Aquí puedes leer la primera y segunda parte

sábado, 25 de junio de 2016

jueves, 23 de junio de 2016

Advertencias electorales y más cosas.





"Marta, tú te comprometes poco"
mamá gata



No me extraña que no nos dejen votar a los que estamos en otros países. Nunca se ve uno tan claro como cuando se ve desde fuera, y nadie se puede ver a sí mismo desde fuera sin alejarse de su tribu.

Ahora, mirados desde fuera, me parecéis un ejército de viejos gruñones y consentidos a los que se les está acabando el chollo. A veces juego a ponerle edades a los continentes, América Latina está llegando a los treinta y a cada momento aumenta la violencia porque está aprendiendo a organizarse y eso no lo van a permitir, África tiene dieciocho sanísimos, no hay quién los pare, seguirán subiendo, EEUU tiene catorce y un largo pasado delincuencial y Europa, la pobre Europa tiene setenta y ya chochea, se le ha olvidado casi todo lo que supo. Sé que es tosco y ni siquiera apróxímativo el juguecito, pero desahoga, como decir tacos, estoy nueva desde que juro en nuestros dos idiomas.

Pero yo quería dejarle un mensaje aquí a los votantes de los esbirros del capital. Nada es ya derecha e izquierda, todo es arriba y abajo, antes de depositar el voto es recomendable calcular cuánto peso de la pirámide económica os caerá encima.


Si queréis votar al PP o a Ciudadanos o a la mitad del PSOE, adelante, no seréis los primeros que condenan al hambre a sus hijos y sus nietos. Civilizaciones enteras lo han hecho. ¡Y si sólo fuera al hambre! Supongo que no sabéis nada de la última matanza de maestros en México, y si algo habéis deglutido será minuciosa desinformación. Los estáis condenando, a vuestros hijos, a la violencia, al horror, a la inhumanidad, porque como dice Santiago Alba Rico: los planes de los poderosos no soportan luz y taquígrafos. Son mucho más genocidas de lo que nuestra imaginación soporta. Y de eso no sabéis nada, claro, pero algunos sí lo sabemos porque estamos mirando vuestro futuro en otros rincones del planeta. Y nuestro deber es advertir.

-¡Cuánta razón tienes! El problema es que hasta a mí que estoy de acuerdo me pareces una exagerada.

Me susurra por dentro Arse y le contesto:

-Escucha otra vez mamá, ésta canción volvió ayer.

miércoles, 22 de junio de 2016

Le vent nous portera



Gregorio duerme en la Oficina Kafka, donde estaba Lado B. 

La casa está armónica y superpoblada de historias, señales y vocablos. 

¡Pero qué bien se cuentan los colombianos!

Practico una absoluta presencia embelesada. 

Ya quedará tiempo de descifrar.

viernes, 17 de junio de 2016

¡¡¡Música!!!




Pasamos tantas horas oyendo música en esa barra que ya no sabemos si es hoy, ayer o mañana. Los chicos son un lujo de orejas eclécticas y así es muy dificil irse a la cama. Otra.

Acaba de llegar alguien a vivir en la Oficina Kafka. Se llama Gregorio. Lo estamos observando todas las mañanas pero nada.

martes, 14 de junio de 2016

Palabra de la Asamblea





Relato coral sobre una asamblea en la Universidad Campesina Indígena, en la sierra poblana, sobre los territorios invadidos

Foto Ely Metztli
Foto Ely Metztli

Marta Sanuy
(Segunda Parte)
Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo la sangre del hombre. Así entró el maíz en la formación del hombre por obra de los Progenitores. Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas y abundante también en pataxte y cacao, y en innumerables zapotes, anonas, jocotes, nances, matasanos y miel. Abundancia de sabrosos alimentos había en aquel pueblo llamado de Paxil y Cayalá. Había alimentos de todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas pequeñas y plantas grandes. Los animales enseñaron el camino, y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo Ixmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados. A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre, de maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados.
Popol Vuh
Y la Asamblea, para seguir buscando su camino, enumeró los territorios invadidos. Esto es una suma de lo que les están robando:
El espacio de seguridad, con el miedo, el robo a través del miedo. Tengo tres hijas, una adolescente, y el miedo de que pueda moverse sin cruzarse en el camino de un piche violador. Eso lo roba todo,  está en tu espacio de pensamiento todo el tiempo. Y se está metiendo rudo. Está pasando severamente. Están quitándole la libertad de tránsito a las mujeres jóvenes cabronamente.
La paz. Buscan dominar, el dominio que tienen el estado y los grandes empresarios y todos sus ataques. Y que se han llegado muy fuerte hostigación, violencia y muertes.
La escuela, que como institución ataca el territorio del aprendizaje.
El trabajo de producir con la tierra nuestros alimentos, la expropiación del alimento que ha deformado nuestro cuerpo y nuestras comunidades produciendo contaminación del agua, del aire.
La tranquilidad: ese robo ha producido enfermedades incurables que nos han llevado hasta la muerte.
Nos quieren quitar el maíz, un logro milenario colectivo, y vendernos a cambio productos de muerte.
Otro ataque es la normalización de la devastación. Es normal que los ríos esten contaminados, que no podamos decidir sobre cómo parir, sobre qué comer, cómo morir.
Nos han robado el conocimiento con la especialización, con la idea de que solamente podemos ser una cosa, no una integralidad de cosas, eso contribuye a la desestabilización y nos impide saber resolver.
Nos han destruido la naturaleza en nombre del desarrollo.
Han descalificado los saberes al interior de los grupos. Los conocimientos, las formas de aprender, de cuidar, de curar, esos saberes se extraen de las comunidades y se devuelven de una manera privatizada, monetarizada.
Nos han robado la confianza en el saber común. La superespecialización hace que perdamos la confianza en él, se legitima la dependencia del conocimiento formal y a unas pocas personas que se supone que son las que saben construir el conocimiento.
Han robado el patrimonio cultural con la manía de patentarlo todo. Ahora cobran cánones sobre músicas que son colectivas.
Han robado el imaginario de un futuro en términos propios.
Otras formas en como nos han atacado es en estas: en el arrebato de nuestra propia identidad a través de las formas que transformaron las relaciones entre las personas, como formas de utilización o utilitarismo. También con los ideales de belleza que nos han sido impuestos, y la expropiación de nuestra salud y nuestro trabajo que no nos permite tener la convivencia que es la base de la comunidad.
En Guerrero se está viviendo la ocupación del territorio por grupos del narcotráfico y hay una normalización de los desplazamientos. De esa parte de donde es mi familia, hay una tradición de emigrar a EU y los niños, terminando la primaria se iban a EU para trabajar como jornaleros. Pero desde hace veinte años se ofreció otro tipo de trabajo, las haciendas se empezaron a privatizar poco a poco, fueron apropiándose de la sierra y empezaron a cultivar la amapola, y los niños empezaron a desaparecer, se iban a esas haciendas donde no podía entrar nadie. Con el tiempo a quien no quería o no podía se le fue obligando por medio de la amenaza y el secuestro y la mayoría se está desplazando porque empezaron a secuestrar a las mujeres o a violar a las niñas y luego las regresaron, y la gente empezó a irse, y el pueblo ha quedado solo.
Hay una ingeniería del conflicto donde a propósito se provocan enfrentamientos. Hay conflicto donde hace falta controlar. Son ingenierías hechas específicamente para enfrentar, y todo el territorio está tomado por la violencia. Lograron instaurar la violencia como moneda de cambio. Así como metieron droga en los barrios. También en las parcelas metieron todos los paquetes  tecnológicos y la revolución verde
Han robado muchos espacios dicen que construidos para el bien común, espacios públicos, parques públicos que generan una ruptura en los barrios con su tradición y provocan expropiaciones. Pero además no podemos habitar los espacios públicos porque las mujeres nos exponemos a violaciones y a maltratos, ¡cuando en los barrios ni podemos decidir qué productos comprar porque los grupos armados deciden!, y en ese control del territorio, hay un ataque directo. En el campo, cuando pasan los grupos armados generando muertos para apropiarse de las tierras productivas, y hay violaciones en el campo cuando pasan los grupos armados generando muertes para levantar las tierras colectivas.
Nos roban el pescado. Con el pretexto de proteger el ecosistema, durante las vedas de pesca en Biolagartos, San Felipe, El Cuyo, en Yucatan, se permite que los pescadores furtivos, armados, aprovechen para llevárselo, ya están acabando con el pepino de mar. Ha habido muchas muertes y ellos sólo pagan la mordida y salen libres.
Hay una usurpación del lenguaje hasta en las campañas electorales: construimos el pensamiento colectivo, decía un eslogan. Figuras legales nuevas como áreas privadas de conservación, pagos por servicios ambientales, bonos verdes, triquiñuelas que van cubriendo los territorios para debilitar las defensas.
Usurpación en el sentido de que todo tiene que ser productivo.
La invasión sigue, el acaparamiento de tierras sigue. La agricultura por contrato, las reformas energéticas, la servidumbre unos años y después quedan totalmente devastadas las tierras.
Hay diferentes modos. Están los ataques directos al territorio, el bosque, las vedas, la violencia, podemos señalar quién es sujeto que ataca, pero luego hay unas nuevas maneras más invisibles, que no sabes muy bien por dónde llegaron, no puedes identificar al sujeto, los transgénicos por ejemplo, denunciamos los transgénicos, decimos que los produce Monsanto pero toda la maquinaria jurídica hace que esto se borre y entonces ya no sabes si es la secretaría de agricultura, o el empresario, o el agricultor, y no sabes quién hace el ataque y es más difícil hacer la defensa. ¿Cuáles son las herramientas que utilizan para el despojo? El ordenamiento territorial, pero ese ordenamiento no tiene nada que ver con la vida cotidiana, con el humano, y han ido dándole otro sentido a las palabras, hablan del bien común, y tienes que pelear que es el desarrollo, el bien común, porque con esos pretextos nos despojan. Ahora lo que tenemos que hacer es rebuscar lo que quieren decir; si es el bien común para los empresarios, para los que están haciendo negocios. ¿Certeza jurídica para quién? Para los que invierten, no para los dueños de la tierra.
En términos de salud lo mismo, y en ese sentido, en como son ambiguos, utilizan todo para garantizar los derechos humanos. Para garantizar el derecho al agua hay que privatizarla, usan los argumentos del colectivo para su satisfacción personal, privada, para sus negocios. Y entre esas herramientas están los programas del gobierno, que también utilizan para hacer sus negocios propios.
Hay ataques que no se ven como ataques, si las pandillas se pelean entre ellas, parece ser que es porque son violentos, pero todo eso está programado. Hay una ingeniería del conflicto donde a propósito se provocan enfrentamientos. Hay conflicto donde hace falta controlar. Son ingenierías hechas específicamente para enfrentar, y todo el territorio está tomado por la violencia. Lograron instaurar la violencia como moneda de cambio. Así como metieron droga en los barrios. También en las parcelas metieron todos los paquetes  tecnológicos y la revolución verde Yo sí quiero hacer el empate: la drogadicción de la tierra y la de los muchachos fue al unísono. La revolución verde empezó en México. Somos maquiladores de transgénicos.
Pero, como nos habíamos reunido para compartir estrategias y combatir el desánimo, para caminar hacia el territorio del sí, una portavoz de las abejas (los animales enseñaron el camino) nos dijo:
Intento velar el desplazamiento, las alternativas al pesimismo. Recopilar ejercicios de asamblea, encontrar comunidades de aprendizaje. Afinar cómo me explico yo y a los otros lo que hago. Tengo que narrar los efectos de la deshabilitación en mi cuerpo, en mi tierra, en mi familia. Antes se me llenaba la boca de hablar de educación popular, pero luego se me hace pequeñita la boca cuando doy con la fragmentación, la especialización. Y, a ver, se me sigue llenando la boca después hablando del morral pedagógico para abejas sin aguijón. No voy a hacerme la presumidita de complejidad, nada más intento entenderme para exponerme. Recuperar la memoria de las abejas. Entender a través de ellas la actividad extractivista es una nueva manera de entender la narrativa: facilitar que se empalabren las estrategias comunitarias de conservación. Así de peligroso porque podemos no saber descolocarnos de los expertos, descomercializar a las abejas, mostrar el recorrido de una taza de café desde el origen pudiendo ver a las abejas en el trayecto.

sábado, 11 de junio de 2016

de la búsqueda un encuentro.





De todo quedaron tres cosas:
La certeza de que estamos siempre comenzando.
La certeza de que había que seguir.
La certeza de que seríamos interrumpidos
antes de terminar.
Hacer de la interrupción un camino nuevo,
hacer de la caída un paso de danza,
del miedo, una escalera,
del sueño, un puente,
de la búsqueda, un encuentro.

Poema atribuido a Fernando Pessoa o a Fernando Tavares Sabino.

Tomado de "Comunidad. Interacción, conflicto y utopía"




miércoles, 8 de junio de 2016

Ocupar el territorio (de Lado B)

Foto: Cortesía
Foto: Ely Metztli
Marta Sanuy
(Primera parte)
—¿Dónde estás? -preguntó Ely cuando me perdí en la Capu.
—Delante del Oxxo -dije y respondió con una carcajada.
A esas horas todavía no sabía el grosor de mi tontería, luego, en el encuentro de la maestría de narrativa de la Universidad Campesina Indígena, me enteré de que en México se abre un Oxxo cada ocho minutos.
Nada más salir de Puebla empecé a ver extensas milpas recién sembradas que me hicieron pensar en el despojo de las semillas, luego celebré la segunda equivocación. No era maíz transgénico. El maíz aquí es el núcleo de todas las resistencias y cuando alguien teme haber perdido una especie no tiene más que comentarlo, alguien la guardó y se la compartirá:
—Ya perdí el maíz rojo y uno negro.
—Yo aún tengo aunque hace mucho que no lo siembro, te lo voy a dar y prueba si sirve.
Nos cuenta Ramón que oyó hace poco en una taquería. Todos los campesinos saben que las semillas están en la antípoda del mundo bursátil. Cuántas más regalas, más tienes.
Foto: Cortesía
Foto: Ely Metztli
Luego, sentadas en una esquina de Ixtacamaxtitlán, mientras buscábamos transporte, la señora de la tienda nos dice, enseguida, que aquí no va entrar la minera a quitarles lo poquito que tienen y que mejor que nos vayamos caminando porque ya no va a pasar ningún camión. Pero pasa vacío el que acaba de dejarnos y nos lleva por una carretera a la que no le caben más piedras ni más desprendimientos, la ha construido la minera.
—¿Y si le caen a alguien encima? -pregunto, otra vez ingenua.
—Pues mejor, uno menos -me responde Vale a la vuelta.
—Claro, ¿cómo se van a preocupar por la carretera si van a envenenarlos con arsénico?
Y me acuerdo de esa historia que cuenta Juan cuando hablamos del progreso:
Construyeron una carretera en la comunidad para que los niños fueran a la escuela: desde entonces no va ninguno porque se queman los pies.
Foto: Cortesía
Foto: Ely Metztli
Lueguito llegamos a un paraíso donde nos cuentan que alojan a 38 chicos de la preparatoria que vienen de zonas conflictivas, sobre todo de Guerrero. Caro y Mariana, con un buen café en una terraza de madera que da al barranco, se apresuran a ponernos al corriente sobre qué significa narratividad aquí. Nos hablan la construcción del sujeto como un cruce de relatos, del valor de la experiencia particular, de que la conciencia, el conocimiento y el lenguaje son inseparables y el saber se construye entre todos empelabrando el mundo. Y allá vamos, a la primera Asamblea, en la que hablan de ellos mismos como comunidad. Hubo suerte, se fue la luz y nos sobrevolaron las luciérnagas mientras se buscaba cómo usar las capacidades del grupo para interrumpir lo que nos interrumpe, se nombraba la importancia de no dar por sentado, la obligación de ser poroso, de relacionarnos desde el asombro, de mantener lo sorpresivo porque no nos sabemos, estamos en movimiento. También se habló de la renovación cuando llega alguien nuevo: a Ely y a mí nos resonó esa estupenda acogida. Me obligué a elegir una palabra de esa reunión y averigüé que la que más se había repetido fue “cuidados”.
Foto: Cortesía
Foto: Ely Metztli
Dedicamos la mañana del sábado, después de un rico desayuno, a enumerar los territorios entre todos: El territorio es el cuerpo y es la casa, donde habito. Donde puedo construir. El entretejido de veredas y relaciones presentes, pasadas y futuras. El territorio es el refugio, que ha sido despojado por los objetos en serie que nos invaden. El territorio es donde desempeño mi trabajo. Es la tecnología. Y también está el territorio de las abejas, el sagrado y el de los seres invisibles. Y el territorio como espacio-temporalidad: el territorio de la narrativa.
Lo que hace el sistema es desterritorializarnos. Hacer que emigremos es el modo más radical de despojo, pero uno puede ser expulsado de su propio territorio aun cuando le dejen permanecer en él.  Por eso tenemos que aprender a defendernos y a cuidarnos, a ocupar nuestros territorios: la deshabilitación ha sido tan arrasadora que es urgente descubrir las capacidades y posibilidades imaginativas que cada cual y entre todos tenemos. Si se logra remover un poco el piso de lo que hacemos y cómo lo hacemos lo veríamos como que avanzamos. Hemos venido a cuestionarnos para sentirnos fortalecidos.
Dijo alguien. Y se pusieron a trabajar.Lado BLado B

martes, 7 de junio de 2016

Avance, o Raquel: brújula y apicultora



-Intento velar el desplazamiento, las alternativas al pesimismo. Recopilar ejercicios de asamblea, encontrar comunidades de aprendizaje. Afinar cómo me explico yo y a los otros lo que hago. Tengo que narrar los efectos de la deshabilitación en mi cuerpo, en mi tierra, en mi familia. Antes se me llenaba la boca de hablar de educación popular, pero luego se me hace pequeñita la boca cuando doy con la fragmentación, la especialización. Y, a ver, se me sigue llenando la boca después hablando del morral pedagógico para abejas sin aguijón. No voy a hacerme la presumidita de complejidad, nada más intento entenderme para exponerme. Recuperar la memoria de las abejas. Entender a través de ellas la actividad extractivista es una nueva manera de entender la narrativa: facilitar que se empalabren las estrategias comunitarias de conservación.Así de peligroso porque podemos no saber descolocarnos de los expertos, descomercializar a las abejas, mostrar el recorrido de una taza de café desde el origen pudiendo ver a las abejas en el trayecto.

Todo eso nos dijo seguidito Raquel Zepeda.

domingo, 5 de junio de 2016

Tras los cuidados.


                       

Alison es la viejita colombiana que me cuida, se lo prometió a mi padre en un skipe: "uste tranquílo,que yo se la voy a estar cuidando" y cumple a rajatabla: "metase pa dentro con esos tirantes que me va coger una gripa Martica" "ahora, antes de dormir, me va a hacer un favor mija, se va usted a arreglar la habitación y la va a dejar bien chida, como si fuera un conjuro para que mañana las dos nos podamos acordar del sueño y nos lo contemos con un desayuno delicioso". Y se multiplica, con una actriz nunca se sabe quién te está cuida que te cuida.

Estoy terriblemente enferma de juventud, aprovecho cada minuto de esta regresión intensísima
porque, como casi no hay espejos, puedo sentirme una más entre los chicos. Eso ya lo conté. Lo que no he contado es el dolor de rodillas que me entró después de reptar una hora en la clase de danza butoh, menos mal que enseguida empezo a curarme Alisón con pomada de marihuana y coca, esa chica es una farmacopea natural ambulante. La iniciadora Malú me trajo luego a Zonica otra pomada de peyote y, tan bien me sentó, que baile rodeada de bailarines profesionales de 23 años hasta las cuatro de la mañana.

   

Ely Metztli es la fotógrafa cómplice, la serenidad enérgica que de pronto se desmelena, la gran creyente del plan, la amiga que me lleva al cine y a la sierra y a su colegio, la deconstructora del diseño. 

Jugando en una boda (de Ely)


viernes, 3 de junio de 2016

Seguimos...




Estoy escuchando los audios que grabé en el encuentro de la Universidad Campesina Indígena para escribir algo. Como esos días en la sierra voy del llanto a la carcajada y estoy deseando que siga lloviendo para seguir encerrada en la habitación, escuchando.

 Todos los viajes empiezan mucho antes y luego se tarda muchísimo en volver, en ocasiones más, a mí me cuesta sobre todo volver del campo a la ciudad, aunque en Puebla también se practica la defensa del territorio empezando por el cuerpo: Alisón me recibió con un masaje y a la mañana siguiente Malu me llevó derechita al seno materno en su clase de buto.

Además, camino de Lado B, me encontré con esa reconfortante bicicleta que me llevó a esta cita:


 “Lo mismo que nos sorprende en Occidente conocer que los campesinos (no la agricultura industrial) alimentan al 70% de la población mundial, nos resultará novedoso saber que cerca del 14% de la población mundial (unos mil millones de personas) depende directamente de lácteos como modo de subsistencia. Y a pesar de que Nestlé y Danone venden sus productos en cualquier rincón del planeta, en casi todo el mundo los lácteos siguen estando en manos de la gente pobre. Es lo que se llama la “leche popular”. Esta cadena que va del productor al consumidor supone más del 80% de la leche que se comercializa en los países empobrecidos y el 47% del total global mundial. En Colombia hablamos de cerca de 50.000 ´jarreadores´, de dos millones de lugares de producción en el campo, de 40 millones de litros de leche diarios repartidos y de unos precios al alcance de más de 20 millones de colombianos (…). Igual ocurre en la India, el mayor productor de leche del mundo, con más de 70 millones de sitios rurales que mantienen animales lecheros, en el que la leche popular comprende el 85% del mercado y en donde un cuarto de la producción se procesa informalmente, obteniéndose queso y yogurt. También la situación es similar en Pakistán, Kenia y muchos otros países”