lunes, 14 de mayo de 2012

Muchos en unO








Cuando se le riza el pelo tiene perfil de fauno. Nunca hemos jugado al ajedrez en nuestro terrenito porque sabemos que cada uno de nosotros es un montón de gente, necesitamos juegos colectivos. El más repetido es un juego del escondite al revés,  como somos una cooperativa en la que todos se disputan la palabra hay que identificar al portavoz del otro y quitarle el micro.

-Yo, yo, yo, ¿quién es yo, Martita?
-Deja de darme recetas para superar problemas que no tengo, egocéntrico

 Ha venido a verme Joselín, nos volamos verga duro y no hemos dejado de pasear desde el viernes por la noche hasta el domingo a medio día con las dos asambleas, cuesta conquistar el silencio pero una vez conquistado, metamorfoseados una décima de segundo en dos y en hermanitos, nos despedimos satisfechos, con la misión cumplida. Hasta que  nos volvamos a llenar de gente irreconocible riñendo y nos busquemos para otra larga charrada.

Nuestra relación empezó en un patio de San Salvador, disputándonos a Robert Musil. Luego compartimos a Hanna Arendt, Canetti, Deleuze, Guattari, Eduard Said, Sánchez Ferlosio, Walter Benjamín, ahora no me acuerdo de ninguno más, en todo caso no son muchos. De toda esa atención compartida sobre lo mismo y mucha convivencia ha resultado una delimitación fértil, un vergel conversable.

Claro que también compartimos desconciertos, piojos, fiestas, drogas, casas, mercados, la sarna, sopas de ajo, cenas ricas, viajes, dinero, sueños, diarios, amigos, parejas, desapariciones, mal vinagre, y la fascinación por el verde y el azul cuando se juntan.