martes, 26 de junio de 2007

Me proponen ir de compras






Atención:
En todo apego a las propiedades se esconde un germen del síndrome de Diógenes

La foto es de Cindy Sherman

Consejos vendo que para mi no tengo o lo que aprendí de Rulfo.




Tuve una interesante conversación hace más o menos un mes sobre qué podía aportar un taller de escritura. Me siento satisfecha con las conclusiones, llevaba años rumiándolas pero me parecieron más claras, menos pretenciosas, después de comentarlas con Benito.

Creo que intentamos mostrar la necesidad de convertirse en lector después de escribir, la meta es modificar, alterar la relación entre el que escribe y el que se lee después.

Yo intento proporcionar estrategias al que se lee para que pueda alejarse del embrujo de la propia escritura:

-Creó, o así.
(como diría Koke Vega)

También creo, o así, que si algo podemos enseñar no es a escribir, sino a borrar. La frase que más aparece en mis anotaciones a los textos es:

-Innecesario, se deduce.

O bien

-Yo esta última frase la borraría entera.


Cuentan que Rulfo escribía un cuento todas las noches, lo escribía temprano y no paraba hasta que lograba, quitando y quitando lo prescindible, borrarlo del todo.