sábado, 25 de octubre de 2014

De la selección de los motivos y su tiempo de cocción.

Lorna Simpson


El de la selección de los motivos suele ser para mí el momento más arduo, una de dos, o se me acumulan y me siento paralizada, o se esfuman todos al mismo tiempo. Me sucede con frecuencia que, mientras pico cosas menudas en la cocina, oigo lo que voy a escribir del tirón. Pero luego llego aquí y escribo otra cosa. En el molino escribo mientras guiso, y aquí no veo por qué no puedo hacerlo.

Preparar la cena en su cocina es volver a escucharla nitidíta: 
-Tú mucho pío, pío, pero tampoco te comprometes.
Recordarla en el bar, un día que Pascual y Nati pidieron el café con leche cada uno en una punta de la barra, y la Arse les puso los cafés en el centro y dijo:
-Tened un poco de talento, comunicaros bien, que no os hemos votado para aguantar vuestras rabietas.
No sé si la escucharon, sospecho que no, a esas alturas ambos estaban entrenados en esa sordera que es conditio sine qua non para ser político.
-En todo caso, hija mía, hace falta no sólo cultura, sino mucha subcultura para involucrarse en esto, y no te encuentro preparada. Pero me cago en la leche Marta, yo en tu lugar hubiera sido una mujer de acción.

Hablaba de la elección de los motivos y los míos ahora podrían ser: “Gratísimo regreso a Casetas y a la taberna de Chueca: Paula, Nines, Miguel, Almenara y los abrazos de siempre”. . “Más preguntas: ¿Si hay tantas maneras de manifestar el dolor, serán también innumerables las que usamos para expresar placer?” “La tarde con Joaquina: ¡por fin! ¡después de tantos años de ser amigas íntimas de blog! y el gusto de compartir con una psiquiatra el concepto de salud mental”. “La querencia: ¿Por qué volvimos a cenar Leire y yo a esa terraza, sin darnos cuenta, en el fragor de la indignación con la mesa Colombiana?”. O quizá: “Las largas y sorprendentes conversaciones telefónicas con mis primos y mis tías”. O “Los reencuentros” o “El engrosamiento de las pieles que no disfrutan erosiones” o “El pichi se ha despertado con hambre”.

Y hablando de cenas. Estuvo rebien la de anoche. Estuvimos viendo mi padre y yo a unos tertulianos y nos inventamos un juego para pesarles el lenguaje. Ni estrenamos la balanza.

Luego, mirando el Fb, el dedo se me fue sólo, sólo, sólo, como en una ouija, y mamá gata me mandó de una patada en el culo a la asamblea de Podemos en Utebo.