viernes, 1 de julio de 2011

Sangre Fresca: per-versiones audiovisuales


Como me fascinó “A dos metros bajo tierra” empecé a ver otra serie de Alan Ball, “True Blood”, y no voy a cantar una loa, desde luego no tiene los diálogos de la otra, pero ahora que voy por la mitad y ya estoy segura de que es una serie de humor, me atrevo a recomendarla.

“True Blood” es sobre todo es una serie de vampiros, pero que un vampiro deje a su vampira porque es demasiado nihilista después de trescientos años de convivencia, creo yo que trasciende el género. Además hay vampiros muy maduros, con la serenidad que otorgan siglos de experiencia, también hay hombres-perro, telépatas, mujeres gacela, diosas griegas, sensualidad y sexualidad por un tubo, y mucha sangre claro. El axi mundi es un bar, elemento indispensable en toda buena serie que ha hecho mucho por la imagen del gremio hostelero. Y no digo más para no destriparla. Bueno sí, que va in crescendo y me está pareciendo mejor la segunda parte.

Reconozco que tuve mis momentos de crisis en el tercer o cuarto capítulo, pero lo comenté en clase y me animó a seguir Ana, leer y escuchar a la Morgana es como tener un trozo de cerebro en el futuro. Las clases de los lunes no serían lo mismo sin su ¿ciencia ficción gore? A Ana no le sobreviven los personajes más de diez folios. Nunca le saldrá un Avellaneda. En su estupenda historia del lunes pasado no había muertos, ya estábamos inquietándonos y le preguntamos antes de leer hasta el final.

-Matar también cansa, a esta no voy a matarla, pero se suicida.

Su argumento más irrefutable a favor de la serie fue:

-Cómo va a tener una serie mala una banda sonora tan buena, sólo la entrada te narcotiza.