viernes, 4 de mayo de 2018

El secreto: fabricar recuerdos por adelantado.



Las eternas tardes de primavera con huracán. En el Romeral. Cuando este viento que nos hace chicas recias también nos causa burina. ¡Este aire nos va a tirar el tenderete de judías blancas asturianas! La anfitriona, la maestra, ¡otra empeñada en enseñarme que solos no somos nada! La que más paciencia ha gastado y más medios ha puesto para que brincara.

Ese nosotras vegetal del que siempre voy a estar orgullosa. Mi obra más perfecta hasta ahora es haberos hecho coincidir.

Porque solo la confianza nos salva, y solos no somos nada, como nos demostró aquellas primaveras María Jesús.

La gran seca o la gran remojada.



Lo único importante son los momentos de absoluto. En el corral de Emma con cuatro o cinco más,
después del inesperado y doloroso entierro de Luisa.

-Tienes muy bonitas las plantas, Emma.
-No te creas, estoy regando más de la cuenta.

Y me guiñó el ojo. Nunca lo hemos comentado, pero las dos sabemos, regar más de la cuenta es un
síntoma de ansiedad que asesina a millones de esquejes recién nacidos al año. Hoy he matado por
exceso de cuidados a la begoña más preciada. Aún estoy a tiempo de multiplicarla.

Luego volví con Silvia y Vladimir, ese corralito de la tía es un predio imantado, y el relindo del Vladi
se sacó del zurrón unas nueces emocionadas:

-Pues te han engañao, las españolas son más pequeñas, estas son californianas-dictaminó mi
infalible y vegetal tía.

Nada peor se le puede hacer a un hombre que prestarle demasiada atención, decía Musil.
Y a las plantas les pasa lo mismo.