Han vuelto a picarme las manos, sólo cuando me pican de verdad
escribo. A veces noto un picorcillo suave en cada dedo, otras un picotazo
violento en el índice, entonces pienso, “ay, ya me ha venido una palabra". Y la apunto (o
las apunto, si vienen en grupo tartamudeando una frase).
Luego me encuentro con sus carcasas tiradas en la libreta, como si hubieran decidido mudar de piel entre mis notas y marcharse.
De cuando en cuando también me encuentro confusos sentidos disfrazados.