lunes, 14 de octubre de 2013

Continentes y contenidos.






La palabra que más me gusta es mira. Me gusta decirla y que me la digan.

Algunos habitantes de mi tejido nuclear me repiten  siempre: “mira, África”, y  les hago caso, pero ahora les hago más. En los grupos hay tareas no escritas, en éste yo tengo tajo, soy la disponible y la que mira desde lejos. Y además, tengo que ir, se me ha perdido algo importante en ese continente: la narratividad.

Hace tantos años que le hizo la autopsia Benjamín a la nuestra que hemos empleado la palabra para otra pseudo cosa, y de lo que significaba nos hemos olvidado.

 “Aprés L´Océan”  cuenta que la sangría de la emigración también depende de las enormes capacidades narrativas de los africanos que, cuando vuelven, se suman a un falso relato colectivo y les cuentan a los demás que les fue bien y que triunfaron.

Mientras tanto asisto a la vuelta de Carlos a Acajutla desde aquí y me divierto con ese maje cuando tiene capacidad de desdoblarse y de mirar con lupa. Ha encontrado muchas novedades: su pueblo está lleno de un animal que se escapó de un barco, lo llaman cocodrilo llorón y se pega la noche gritando, los árboles que había están 16 años más altos y las calles están llenas de uno nuevo con un fruto muy raro porque se corrió la voz de que hacía adelgazar, pero no. Es un choque cabrón el que se tiene con la propia cultura, pero deja sedita, me dice. Se queda uno sin mitos de un solo. Hay cosas que no han cambiado: el vergazo gente por todos los sitios vendiendo cosas, que después de ver Teruel impresiona más, la pobreza sigue igual, bueno no, empeoró con el dólar.