viernes, 5 de septiembre de 2008

1/Septiembre
Zaragoza

Tengo una relativa sensación de vacaciones cuando estamos cenando en la terraza con Versca, la búlgara, Mioara, la rumana, Ana la italiana, y la chica colombiana que lleva toda la tarde problemática y ha motivado cual efecto mariposa que mi hermana, que es la jefa suplente, me invite a cenar en su día de fiesta y en mi noche de preparar la maleta.

Me ha gustado Mapi de cerca. Iba a escribir de jefa, iba a escribir de lejos. Bueno no sé. Cuando la veo tratar a los demás me doy cuenta de que no se parece nada a como la imaginaba y al mismo tiempo es idéntica a cómo creía que era.


2/Septiembre
El camino

Ulrich decía que no se puede agujerear la vida con vacaciones. Pero yo lo estoy haciendo ahora. Con precauciones. Eso es cierto. Me he venido al molino con mis padres. El cable a tierra.

¡Qué locura mis padres de copilotos!, menos mal que la mayor parte del viaje ha conducido Matías.

Yo tengo habitualmente una copiloto imaginaría que algunas veces está de verdad sentada al lado. Me gusta pensar conduciendo y hablar pensando, y conducir, tengo un coche tan viejo y estoy tan compenetrada con él que en algún rincón de mi cerebelo se han fundido las tres costumbres con ese espacio para proporcionarme un bebedizo. Cuando tengo que pensar-me y percibir-me desde otra esquina salgo a una carretera, para seguir comprobando la infalibilidad de mi 106 y para contar con la cabeza de la Blanch de Vero y la mía. Por eso estoy bien, hago terapia. Y por eso casi no la echo de menos, por eso y por una telepatía que ya no nos sorprende (aunque terminemos beneficiando a las petroleras y a los supersticiosos)

En la primera parada mi madre ya ha dado un suspiro de enamorada.

-¡Que bien conduce tu padre!¡nunca he pasado miedo con él!

Y yo he empezado a imaginarme el resto. Pocas veces sucede lo que imaginas, hay que aprovechar cuando no falla un milímetro la premonición:

-Música prohibida. Aquí lo único que hay que escuchar es el motor. Ni olivos ni olivas, a lo que estamos. ¡Pero vas a reducir!, ¡mete la directa!, ¡pero estás sorda!, ¡tienes que oír el motor!, reduce. Se conduce de oído.

-También se escribe de oído.

-Marta, a lo que estamos, que ese pobre hombre ya no sabe si lo quieres adelantar o que te adelante. No se puede ir creando confusión por la carretera. Si quieres crear confusión te esperas a llegar al molino.

-Con mi coche no…

-Si tienes oído lo tienes, con tu coche y todos, así que calla y escucha.

Cuatro o cinco horas así…
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4/Septiembre

Ayer y hoy zafarrancho para conquistar el Molino. Me gusta limpiar de verdad, me pone enferma quitar motitas de polvo y suciedad imaginaria. Limpiando se apropia uno de los rincones, y creo que las grandes paletadas de tierra y el olor a lejía me van quitando otras basuras de más adentro. No es que adore matar arañas, incluso me planteo dejarlas porque sé que enseguida vendrán a sustituirlas otras más frescas, pero me gusta que haya seres vivos a mí alrededor. A veces me asusta vivir en un mundo tan aséptico. Además me gusta mucho la salamandra de la foto, ha acudido a la hora de la cena. ¿Vendría sola o la habrá traído Martín que sueña con que esto se llene de gecos?

Solo hay un problema ahora con lo de la limpieza: ¿cómo paro a mi madre?. Matías está como Rene y Martín, mide que te mide y dibuja que te dibuja.

P.D. Niña Blanch hemos tenido nuestros dos primeros limones, uno aún está creciendo. Me he preparado unas anchoas medio japonesas con la mitad para aperitivo, esta noche me tomaré un gin-tonic a la orilla del río seco para celebrar la cosecha. A votre chante.