martes, 1 de diciembre de 2009

Dentro de ti es donde toda la música es ave



Ayer, que anduve culebroneando entre libros todo el día, me acordé de cuándo Inés abrió el armario del pasillo y exclamó: ¡qué libros más viejos tienes! y un rato después puso cara de salir de un túnel. Abrí la cueva buscando libros de los que exclamar ante mis alumnas ¡in-du-da-ble-men-te! como me enseñó a decir Joselín, desde los talones. Y también buscando algún reencuentro porque siguiendo mis migraciones anuales me voy muchos días, con toooooodas las Lolas-Moras, al Cantábrico en invierno, y hace falta un a qué agarrase cuando se viaja sola.

No iba buscando pájaros, pero los encontré, hay pájaros, además de los sapos y culebrones que denuncia mi madre, en el armario.

Reclinas la cara en la melancolía...

Reclinas la cara en la melancolía y ni siquiera
oyes el ruiseñor. ¿O es la totovía?
Soportas mal el aire, dividido
entre la fidelidad que debes
a la tierra de tu madre y al casi blanco
azul donde el ave se pierde.
La música, digámoslo así,
fue siempre tu herida, mas también
sobre las dunas fue la exaltación
No oigas el ruiseñor. O la totovía.
Dentro de ti es
donde toda la música es ave.

Eugénio de Andrade

Versión de
Aníbal Núñez

p.d En Historias Inflamables cuenta Inés un homenaje a José Emilio Pacheco más apetecible que nuestros premios y fastos, que a mi me agotan. En el homenaje de Mexico el año pasado lo que pasó fue que:

“Como este año era el primero- señala Francisco Vargas- no había recursos y apenas recibimos apoyos institucionales, que solo respondieron dos días antes. Tenemos suerte porque hoy a la una de la noche habrá luna llena, así que el momento va a ser mágico”.