lunes, 18 de junio de 2007

Un homenaje a Clarisse, que intentó aprehender a Mosburguer



Desde que le vi la cara al monstruo, ahora ya lo llamamos familiarmente Mister Hide, han pasado muchas cosas. Se me disputaron la urgencia y la parálisis. Durante años las otras caras se difuminaban sin previo aviso, y se me cristalizaron las sensaciones, en lugar de cosquillas tenía agujetas.

Su cara desfigurada, irreconocible, ni siquiera la de otro, más bien la cara de nadie, era imborrable. Después de verla sólo pude rezar: "no es posible, no es posible, no es posible...", y de la incredulidad pase al espanto, pero confieso que me asomé para volver a ver esa cara una y otra vez, nunca fui capaz de cerrar los ojos. Me arrastraba aquella voz, que además era la mía, diciendo siempre lo mismo: "no es posible, no es posible, no es posible".

-Lo que se teme se provoca y uno se vuelve loco cuando ya no puede comunicarse.

Explicaba al día siguiente el doctor Jekyll, y yo creía a pies juntillas su diagnóstico.