viernes, 27 de septiembre de 2013

Dear Prudence



La literatura es la anotación de  las contracciones y expansiones, sístoles y diástoles,  desdoblamientos y demoliciones posibles en la relación entre el tiempo y el espacio, y yo todos los años, antes de empezar el curso, me dedico a talonear a esa pareja.

Releí “Tiempo 0”, de Italo Calvino, inmejorable destilación Oulipiana, y todo el magín se me quedó guindado en la historia del perseguido y el perseguidor retenidos en un atasco. Después volví a “La poética del espacio” que siempre se reabre crujiente. Y allí leí algo que no había leído antes allí y que me sorprendió gratamente:

-La actitud prudente, ¿no es acaso por si sola la negación de obedecer a la dinámica inmediata de la imagen?

Siempre ha estado contaminada de inmovilismo la palabra prudencia, que haya otra prudencia y sea próxima a la discreción resistente me reconfortó mucho. Por eso me fui con Baltasar Gracián, a quien me enseño a entender mejor Aurora Egido, y luego, del oráculo manual pasé al refranero:

Prudencia es disimular
no querer la cosa
No pudiendo alcanzarla.

Discreción es saber disimular
Lo que no se puede remediar