martes, 27 de marzo de 2007

¿Y tú has bebido agua en polvo?



Prosigamos con las preguntas pues.

Esta, aunque sea la pregunta más absurda que me han hecho, también es la más inolvidable, para contarla tengo que ponerle el contexto, intentaré ser breve.

En Chalatenango no había casi nada para comer y tampoco había luz, agua poca, pero teníamos suerte, llegaba un chorrito. Lo que abundaba en las Minas, que así se llamaba el cantón en el que yo vivía de lunes a viernes, era belleza y tiempo para contemplarla: la cascada, el rió Tamulasco (¡qué río más loco!), aquel puente sin tablas en el que me cure el vértigo porque había que pasar guindado, las flores de las plataneras, muchas iguanas, algún Tepezcuintle (tengo que hablar un día de ese bicho tan raro) y muchos, muchos niños. Pero lo que había en Chalate sobre todo eran era ingenio verbal por arrobas, y tiempo para practicarlo.

Las clases terminaban a las cinco, porque a las cinco y cuarto o cinco y media llueve, unas gotas que salpican hasta la barbilla. Pero un rato después deja de llover y siempre hacíamos una hoguera para preparar café en el porche de la casa comunal . La cena era igual un día y otro; sardinas, tortillas (de maíz) y frijoles, y hasta algún huevo los días de guardar. Solían pasar a compartirla Moris y su hermano, Herman, que eran los vecinos de la champa de al lado. Moris tenía diez años y Herman dos (pero ¡no torcía los clavos ni un grado!. Tenía pasión aquel crío por clavar cosas. Nadie se preocupó jamás por él y él, a cambio, no hacía chandrios ni se daba martillazos).

Una semana me puse estupenda y en lugar se subir sardinas compré un par de latas de jamón york. Pero no las saqué el primer día. A saber por qué. Ya estábamos abriendo las sardinas otra vez cuando Morís me dijo:

-A mi lo que me gusta de verdad son las sardinas de cerdo

A lo que yo respondí una estupidez, la incontinencia verbal, para no reírme supongo.

-¿Y tú has comido leche frita?, le dije

A lo que me contestó raudo el chamaco

-¿Y tú?¿has bebido tú agua en polvo?.

¿Alguien sabe por qué las feministas disfrutan tanto con las rancheras?




Esta es mia y me obsesiona.

Pero: ¿Por qué hay tanta gente que despierta a los demás para preguntarles si están durmiendo?



La pregunta me la hizo Amanda y la foto es de Cindy Sherman.

Por cierto que la chica tiene cara de que se le han cruzado los chicotes (eso lo diría Claudia).

Desata el nudo



El año pasado tuvo un par de horas excepcionales, las pase conversando y comiendo chorizo en un barco, ¡nada menos que con Antonio Gómez!.