lunes, 29 de octubre de 2007

Transgresiones contra el frío


Confieso que robo calcetines a los parientes para que me hagan compañía. Ahora empieza el frío en serio y volveré a la carga. Suele suceder que míos son muy finos, o no llevo, porque siempre me arden los pies, y tengo que pedir calcetines prestados a mitad de conversación, luego me los quedo.

Blanch hoy me he puesto los de tu padre, me los pongo cuando lo extraño, se están desgastando por los talones. Me los dejó la última vez, me llamó con la excusa de aquella historia de aventureras del XIX en África, el último libro que leyó. Martín correteaba por allí. Bea, Mónica, Lucía, Conchita y tú estabais en la cocina. Me estuvo hablando del libro, y del cactus del balcón, que tiene casi tantos años como tú y un pedazo de biografía, daba igual de qué hablara, ¡qué gusto fue siempre oírlo!, Martín intervenía en inglés con lengua de trapo y su abuelo se lo comía con gestos. Yo tuve otra vez frío en los pies y Roberto me dio estos calcetines.

Mañana me tocan unos de Joselín de muchísimos colores. Cuando me los pongo termino como él, repitiendo lo de "canta y no llores".


Irene Rodriguez Aseijas















Hoy me toca tormentosa. Y nada más, eso, recomendar la novela de Irene.

sábado, 27 de octubre de 2007

Mauricio



Rafa, jovencito cantante de un grupo que será famoso, me persigue guitarra en ristre cantando esta canción, que no es de Bumbury, que es de Mauricio. No es infrecuente que Rafita me saque del ensimismamiento y me lleve a la concina a cantar la Apuesta Con El Rock'n'Roll , le alucina que asistiera a su nacimiento y a mi que hayan pasado veinte años y ahora la conozca todo el mundo. Recuerdo un concierto de Mas Birras en el que estuvimos tres personas.

El otro día me puse a echar cuentas y este mes ha hecho ya siete años que se nos murio Mauricio, porque Mauricio, el chico de la bici, se nos murio a toda la ciudad. ¡Era el mejor de los tipos Mauricio!. Cuando Carmen Paris y yo no teníamos para pagar la luz de la librería llamabamos a Mauricio y nos montaba un concierto para hacer caja, eran deliciosas las mañanas en las que pasaba por allí y se quedaba horas tocando el piano en la esquina. Y ahora ya tiene un busto ¡qué impresión cruzarse con el busto de un amigo!.


Claro que yo soy muy de saxo, y diga Rafa lo que diga,me siguen gustando las voces de tango.

viernes, 26 de octubre de 2007

Desayunando con viejos enseres y un sobrino nuevo










 Gilbert Garcin

  


Sara, que es la hija de Nines y Miguel, vive alquilada en la casa que era de Teresa, que es la compañera de mi ex-marido, Roberto. Hoy he ido a desayunar a casa de Sara para conocer a su hermano, Leo. En casa de Sara hay un montón de cosas que en algún momento fueron mías y la mañana empieza divertida:


-Sara tira ese cuadro, que es horrible
-Pero es de Roberto
-No, es mío, tíralo, es un cuadro dañino, los cuadros son tuyos son tuyos, no son como las cacerolas, y Roberto va a entender que lo tires si te lo digo yo, o lo tendrá que entender, vaya. Si lo quiere que se lo lleve, pero que no te lo endilgue a ti.

Al menos tres minutos hemos estado mirando el cuadro las tres:

-¿Tu sabes qué es esto?, ha dicho Sara acercándose con cara de susto y señalando con el dedo.
-¡Pues claro que no lo sé! y eso que lo he intentado durante años, ¡sé que intenta ser algo! ¿por qué crees que te digo que lo tires? no da ningún placer y provoca muchísimas preguntas sin respuesta, no pierdas el tiempo, ya lo perdí yo. Haz lo que quieras, nadie escarmienta en cabeza ajena
-Aprovechando que has venido, mira, ¿puedo tirar este armario? detrás pone Marta Sanuy y es horrible.
-No sé qué decirte, eso pregúntaselo a Roberto, además está en casa de Teresa. Lo del nombre no es un argumento.
-¿Te acuerdas de cuando Roberto te devolvía las cacerolas por los bares porque eras incapaz de sacarlas de su armario y terminábamos bailando, de garito en garito, con las cacerolas? Ya me lo dice mi padre, los divorcios no son lo nuestro, no aprendemos nada de la tele. -Interviene Nines.

Luego nos hemos pasado a las pasiones matemáticas:

-He calculado que hay la misma diferencia de edad entre Sara y yo que entre Leo y Sara, cuando tu hermano tenga tu edad tu tendrás la mía, con ese dato te puedes ubicar un poco. Me da mucho por los cálculos gilipollas, me chifla hacer cuentas inútiles.

-Espera…yo te conocí con siete, pues si, me puedo hacer una idea, me sirve.

-¡A mi también me da por las matemáticas!, calculo las distancias a sitios a los que no voy a ir y así sé cuanto tiempo no me va a costar, ¡pero con la seriedad de un camionero!

Dice Nines, y empieza a confesar sus mil cómputos.

Al niño no le hemos hecho mucho, mucho caso, nos hemos ido a fumar a la cocina. Físicamente no se parece nada a Nines y yo no conozco aún a su padre. Nines dice que tiene ganas de que tenga por lo menos cinco años. Sara se queja, ella es ahora más parecida a como éramos nosotras cuando nos conocimos,

-¡Déjalo en paz mamá, que tiene tres meses!.

Sara está en una étapa más serena que nosotras.

-Nosotras ya fuimos maduras cuando teníamos su edad- ha dicho su madre-. Bueno tú no Marta - ha rectificado- y no te me pongas Rosa Maria Sardá.

Sara se ha ido a la Universidad y Nines y yo nos hemos quedado comentando “Escenas de un matrimonio”, la volví a ver anoche.

jueves, 25 de octubre de 2007

Rafols Casamada

Me encanta Rafols Casamada, y aquí hacía falta color

Cansancio




Esto que cuenta Oliveiro Girondo en este poema a mí me pasa mucho. Siento cierto cansancio por ser la misma todos los días, y envidio a los que celebran el hecho inevitable de levantarse y volver a ser "sí mismos", sin cesar.


CANSANCIO

Cansado.
¡Sí!
Cansado
de usar un solo bazo,
dos labios,
veinte dedos,
no sé cuántas palabras,
no sé cuántos recuerdos,
grisáceos,
fragmentarios.

Cansado,
muy cansado
de este frío esqueleto,
tan púdico,
tan casto,
que cuando se desnude
no sabré si es el mismo
que usé mientras vivía.

Cansado.
¡Sí!
Cansado
por carecer de antenas,
de un ojo en cada omóplato
y de una cola auténtica,
alegre,
desatada,
y no este rabo hipócrita,
degenerado,
enano.

Cansado,
sobre todo,
de estar siempre conmigo,
de hallarme cada día,
cuando termina el sueño,
allí, donde me encuentre,
con las mismas narices
y con las mismas piernas;
como si no deseara
esperar la rompiente con un cutis de playa,
ofrecer, al rocío, dos senos de magnolia,
acariciar la tierra con un vientre de oruga,
y vivir, unos meses, adentro de una piedra.

martes, 23 de octubre de 2007

Mi tío.(I)




Antes, lo que más recordaba el tío José María del fuerte de San Cristóbal era, claro, el día de la fuga. Ahora, que ya lo ha olvidado todo, sigue acordándose de la monja.

Él trabajaba en la enfermería del penal, tenía formación y ciertas ventajas aun siendo un preso, contaba con la fortaleza que daba venir de los pueblos colectivizados en Aragón, era de la FAI, (he tenido el privilegio de conocer a través del tío José María y de Don Francisco Carrasquer un poco esa época en aquel lugar, sé que hay que tomarla en cuenta), y claro, tendría un impulso para resistir, a pesar de todas las contradicciones o gracias a ellas, en los amores con aquella monja.

Me contaba siempre que no dudó ni un momento para salir corriendo a pesar de conocer los riesgos, pero que tampoco tuvo tiempo para dudar cuando encontró malherido a un guardia al que conocía, lo cargó a las costillas y se volvió a la enfermería con él con la intención de echarle unas medias suelas y salir después huyendo otra vez, pero el hombre sangraba mucho, y luego paso lo que paso.

Siempre me lo repitió con las mismas palabras.

-En aquel momento todo era azar y ese horror no te lo puedes imaginar: ¡veníamos de una vida tan valiosa que había durado tan poco!. Nos mataban como a conejos después de la fuga, leían una lista todas las noches, ¡sois libres!, gritaban otra vez, y eso es lo peor que te podían decir, ¡qué ironía!, cada noche nos mataban a diez o a quince, mientras íbamos saliendo.

El azar o la empatía le salvaron la vida al tío José María, y menos mal, porque no me puedo imaginar como sería la mía sin que él me hubiera educado.

Luis Alvarenga




De vez en cuando taloneo en el google a los chicos de la Mara Salarrue, la única mara por centroaméricana que es poética. Hoy le tocaba al Tibu, aunque sigo siendo, como decía ayer, "más pesada que un diccionario abierto por la palabra tortuga" cuando tengo que elegir un poema, más si es de los amigos.



Cine Dario

La viruta de la tarde
fluye reina
por el alambique del cine

sos el único
entre los que fuman su lluvia
el único
amo del silbido y el salto mortal de la palabra
el único
que retuerce sus venas
con las de la pantalla
el único el de la saliva
el unico
el que gritaaaaaaaaaaaaaaatrapado
en la pupila de Alguien
que acaba de salir
orientado por las luces a medias

lunes, 22 de octubre de 2007

nec-otium.







"Acaba de suceder algo que leí ayer en el periódico"

decía Buñuel.

sábado, 20 de octubre de 2007

Te vi



¡Estoy melómana!

El otro día se preguntaban los Marlango qué canciones les emocionaban siempre.
Me parece una buena pregunta así que me la hice

Ayer encontré en el periódico a Caetano que se ha transformado en rokero, con su armonía se puede transformar en lo que quiera, me seguira embriagando. Y me acordé del emcionante y lejano concierto al que pertenece esta canción

viernes, 19 de octubre de 2007

¿Dos anécdotas?


1

No sé si era ansiedad, pero a media mañana no podía soportar el hambre y ya me había comido mi almuerzo, a veces, después de reunir mucho valor, abría un poquito el papel y me comía un cachito diminuto del bocadillo de alguien. La trasgresión ya me colmaba, soy de transgresiones pequeñas, unas cuantas todos los días, pero diminutas. Teníamos quince años ¿quién no iba a saber de mis maniobras?. Aunque lo recuerdo milimétricamente todo no me recuerdo apenas a mi misma, solo sé que la chaqueta era muy gorda, y gris, y que se me caía de los hombros, me recuerdo como una silueta desordenada que leía Rayuela y a José Donoso tirada en el porche siempre muerta de hambre, y nada más.

Sospecho que nadie me creerá si describo una sala de estudios de entonces. ¡La que pueden montar cincuenta adolescentes fumando al mismo tiempo!. Siempre envidie esa maestría con que Lezama hace crecer una raya de tiza, yo nunca sabré hacer nada con aquel montón de humo.

Entre la humareda aparecieron con un croissant caliente y me dijeron:

-Toma, para ti.

Y después de que lo engulliera con auténtica gula, no tanto de dulce como de aquella amabilidad tan extraña, nueva, deliciosa, dijeron a carcajadas:

-Estaba en un radiador, todo el mundo que pasaba escupía encima.

2

Creo que las clases acababan a las cinco, pero entonces salía el autobús del otro pueblo, nosotros nos quedábamos con el bedel, nos dejaban abierta una sala y allí nos sentábamos, en el suelo, en fila, a esperar 45 minutos. Nunca entendimos porque los traían más tarde y los devolvían antes, pero nadie se quejó.

El bedel era un despistado y yo sabía que el cliche del examen de francés estaba en el cesto. Me colé en la oficina mientras él iba a buscar algo, en los pocos minutos que dejó la puerta abierta me escondí debajo de aquella chaqueta enorme un buen puñado de cliches entre los que estaba, sin duda, el examen del día siguiente.

El pacto fue:

-Tu consigues el cliche y nosotras rellenamos las respuestas y te pasamos la copia, a las ocho, en el Ayuntamiento

Al día siguiente copie las respuestas, aunque había cosas que me sonaron raras. Saqué un cero, ellas un diez cada una. Como colmo me dijeron que no sabía ni copiar.

3

Cambié de instituto al curso siguiente, me fui a estudiar a Zaragoza. Y todavía ahora, casi treinta años después, sigue pareciéndome extraño que esas dos historias me impulsaran de un modo tan claro : fue la primera vez que me fui. Entonces tampoco sabía que me seguirían inquietando siempre.

Ellas son ahora profesoras de instituto, y supongo que serán buenas profesoras, aterrorizadas por la violencia escolar.

martes, 16 de octubre de 2007

Escaneando cerebros enamorados



Siempre me ha interesado, con motivos, la química del cerebro, pero además me divierto mucho con esta batería de sustancias explicativas y su montaje visual: los libros que se caen al principio, la dopamina como el quinto de caballería, el zoom, pasarse del pop a Mozart, el escaner de los cerebros enamorados. ¡Esa retórica!; "poco podemos hacer": ¿no es literaria?.

Salgo mal parada, creo me desaconsejan el colocón del amante porque tengo baja la serotonina, es crónico y hereditario, pero saberlo me da ventaja contra las neurosis y no suelo bajar la guardia. Eso si, a partir de ahora voy a desterrar el lenguaje amoroso de mi vida. Nada de veleidades poéticas, me preguntaré cuando proceda: ¿es la dopamina y la norepirefrina cabalgando sobre mi hipotálamo?¿me ha anegado un coctel químico y no es gin-tonic?

Ya en serio: esto termina con una pregunta que me apetece lanzar al aire. Ahí va.

jueves, 11 de octubre de 2007

Otro otoño


Otoño Antonio Gómez



El otoño me devuelve uno de mis ánimos preferidos, me concentró más, empiezó a acurrucarme.

En fiestas del Pilar llaman amigos que no han llamado en mucho tiempo. Como si estuvieran utilizando agendas viejas. O tuvieran el collar de los días trucado y les hubiese salido una cuenta que pertenece a otra vuelta. Como si quisieran hacer con cada día un espejo de otro y eligieran días remotos, difíciles ya de reflejar. Al final lo consiguen, me apunto a las regresiones; y sigue y sigue cambiando lo mismo.

Donde más otoño he visto en mi vida es en
La selva de Iratí, se congrega tanto otoño allí que me prometí volver todos los años, todavía no lo cumplo a raja tabla, pero este año iré. Iba a decir que es el lugar en el que más colores he visto, y no es cierto, pero casi.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Remedio contra la angoise para Sonia: Mon Oncle



Sonia esta canción es una receta infalible que he heredado de mi padre, oír esto de una a tres veces cuando la angustia aprieta es efectivísimo.

- Ya no tienes otro trabajo en todo el día que quitarte el sonsonete de la cabeza, pero la angustia se va.

Dice Matías.

Si no te vale con una dosis administrate la pelicula de Tati entera, merece la pena volver a verla en estos tiempos nuestros, de tantas y tantas tecnologías.

martes, 9 de octubre de 2007

Avizorar el rostro de los otros enmascarados


Rafael Canogart



He encontrado por ahí, flotando, estas palabras de Cintio Vitier:

"Necesitaba una tradición para mi deseo, no quería afrontar esa especie de extravagancia del ser, que me hubiera puesto en la obligación de fundar un partido con los retiramientos del crepúsculo y los gritos del pescador. Necesitaba avizorar el rostro de los otros enmascarados".

lunes, 8 de octubre de 2007

La sarna, los piojos y la pobreza



A pesar de que vivo en un ambiente con pocos tabues, siempre hay cosas que ¡no se pueden contar! Mi madre me ha prohibido terminantemente contar que he tenido la sarna. Las pocas veces que ha salido el tema se pone detrás del interlocutor y me grita con gestos que no siga, y es que mi madre nació en el 36 y recuerda muy bien la mala fama de la sarna que siempre se consideró, erróneamente, producto de la poca higiene, como los piojos.

Aprovecharé para contarlo ahora que no me oye.

El ácaro de la sarna primero se acomoda entre el índice y el pulgar, ahí solo, en la mollita entre los dos dedos. Empieza con un picor que parece inofensivo pero que es muy persistente. Yo recuerdo que lo noté en casa de Nora. Ella dijo: va a ser sarna. Y todo cambió. Cambió porque desde aquel momento empecé a imaginar a los bichitos que me recorrían ya la mano entera, y entendía perfectamente que les estaba abriendo el camino si me rascaba, pero no podía dejar de hacerlo. Fui tomada por los ácaros en pocas horas y no sólo me tomaron a mí; aquella misma noche empezamos todos a rascarnos: José, Fran, Blanca, Marian, vaya que tomaron la casa entera. Parecía que teníamos el baile de San Vito, dejamos de ser gente normal, con obligaciones, para dedicarnos a las contorsiones continuadas. La pila no daba abasto, cada tantos minutos alguien desesperado se echaba por encima un jarro de agua. El baño, que estaba en el patio, tenía un techo de uralita desde el que se veía ahí nomasito el volcán, nos subíamos para esperar turno mientras los otros se aliviaban y hubo paroxismos de picor que por poco nos tiran del tejado. Subíamos por una escalera de palo que tenía debajo un hormiguero gigante, aquellas hormigas eran tan grandes que casi les dabas los buenos días, y les cogimos manía hasta a las hormigas. Acabábamos de descubrir el poder del microcosmos, millones de bichos se movían lejos de nuestro control.

Nos costó terminar con la plaga: tuvimos que comprar un bidón en la gasolinera y hervir toda la ropa. Ahora, cuando le pregunto a José si me seco con su toalla me dice.

-Pues claro Martita, no preguntes pendejadas, que nosotros hemos compartido la sarna.

Si algo entendí cuando viajé en el tiempo fue gracias a mi madre. Ella me había contado mil detalles que luego no pasaron desapercibidos porque podía comprenderlos con sus palabras. Por ejemplo, cuando ella era pequeña pusieron aquí al lado una base militar americana, me ha contado mil veces la perplejidad que sentía cuando miraba, escondida detrás de un matojo, a aquellas mujeres con pantalones cortos que jugaban al tenis. Cuando vivíamos en San Salvador, no recuerdo cómo, llego a casa una mesa de ping-pong que colocamos en un corredor que daba a la calle: los niños miraban a través de la celosía y yo reconocía a mi madre y me veía a mí misma, trastornando el tiempo con una raqueta y unos pantalones cortos. Una tarde, en Chalatenango, hubo una sublevación de niños hambrientos a la que me sumé; decidimos comernos las piñas que estaban a medio crecer, y aquellas piñas a medio crecer eran como el pedazo de pan negro que mi madre escondía detrás de un espejo que estaba lleno de telarañas, y por supuesto la Arse se podía haber llamado Antoñita.

Hay una pobreza que es aliada a muerte de la limpieza, ¡que despropósito estigmatizarla con la sarna y los piojos!, ¡cualquiera los disimulaba! Me conmueve mucho que mi madre me haya prohibido contar que tuve la sarna.

domingo, 7 de octubre de 2007

Juventud, aquiescencia y melomanía



Dos adolescetes hablando de música clásica:


-Pues a mi me gusta algunas veces.

-A mi también, pero no para oírla.

viernes, 5 de octubre de 2007

Marlango




Hay días que se salvan por la música y yo he tenido hoy un estupendo día con ánimo Marlango.
(sobre todo un día The Electrical Morning, pero no he encontrado la canción para subirla aquí)

jueves, 4 de octubre de 2007

Idea escoltada




Hace por lo menos quince días se me ocurrió una acción viendo lo que se ve en estas fotos.

-¿Y si nos propusieramos escribir poemas, aforismos, palabras en puentes con las tinturas naturales de la zona?-.

¡Vaya coartada para una buena excursión!

miércoles, 3 de octubre de 2007

Aviso

No tengo claro por qué, pero yo siempre quise romperme una pierna o un brazo de pequeña, para que me escribieran en la escayola supongo, para sentirme escindida, quizá, espero que no era fuera afán de protagonismo. Nunca lo conseguí, la primera vez que me han vendado un brazo en mi vida ha sido hoy, eso si, un señor vendaje.

Hace un año o por ahí todo el mundo me comentaba lo peligroso que era beber cerveza en la lata por si había meado encima un roedor, (atención todo el mundo decía cerveza, la coca-cola y la naranjada permanecían fuera de sospecha) me repitieron la anécdota mil veces, pero a nadie se le ocurrió advertirme de los riesgos del microondas. Hace tiempo que sospecho que en nuestra época uno se puede matar, o cosas peores, comiendo un filete o tocando un frasquito por azar. Pero miré usted por donde no se me había ocurrido la posibilidad de morir escaldada preparando un té.

Así las cosas:

¡Atención!, qué a nadie se le ocurra calentar dos veces seguidas el agua en el microondas, se convierte en una bomba.

El microondas es un aparato infernal: nadie sabe qué sucede ahí dentro. Conozco a un electrónico sabio que lo utiliza, dice, porque no le importa morir. Pero hasta hoy yo no sabía hasta que punto era el citado electrodoméstico inmediatamente peligroso.

En el centro de salud me han dicho que es un accidente frecuente. ¡Menos mal que existe el Nolotil!. Y yo que pensaba que eran una tontería improbable los accidentes domésticos. Mierda, precisamente ahora que había vuelto a nadar mi kilómetro diario.

martes, 2 de octubre de 2007

Repetición y diferencia





Hace un mes o así Ababol me preguntaba por qué etiqueto todo en este blog como repetición y diferencia, y la mayor parte de las veces seguro que es por dejadez (incluso tengo dos repeticiones y diferencias, una con acento y otra sin acento)

Repetición y Diferencia son obsesiones viejas para mí. Me asaltaron por primera vez esos dos conceptos, brillantemente formalizados, en un libro de Gilles Deleuze con prólogo de Foucault que se titulaba así (estaba en Cuadernos Ínfimos, en Anagrama, parece que aún lo estoy tocando). A los veintiséis o veintisiete años deserté del mundo literario y me matriculé en filosofía pura, llegué hasta tercero. Ese librito me rescató y me devolvió a lo que creo que es mi territorio natural, aunque aun disfruto de las excursiones. Esta mañana estaba leyendo un libro de Foucault sobre Raymond Russel y he encontrado esta cita que no puedo dejar de copiar por lo familiar que me sigue pareciendo:


“Repetición y diferencia están tan íntimamente imbricadas una en la otra, y se ajustan con tanta exactitud, que no es posible decir qué es lo primero y qué es lo derivado; este ordenamiento meticuloso da a todos estos textos tersos una profundidad repentina allí donde su chatura y superficial aparece como necesaria. Profundidad puramente formal que abre por debajo del relato todo un juego de identidades y diferencias que se repiten como en espejos, yendo sin cesar de las cosas a las palabras, perdiéndose en el horizonte pero volviendo siempre a sí mismas: identidad ligeramente diferente de las palabras inductoras; diferencia enmascarada por palabras adyacentes idénticas; identidad que cubre una diferencia de sentido; diferencia que el relato se encarga de abolir en la continuidad del discurso; continuidad que lo lleva a esas reproducciones un poco inexactas, en las cuales el efecto permite que la frase idéntica se escurra; frase idéntica pero ligeramente diferente…Y el lenguaje más simple, el de todos los días y todas las conversaciones- el lenguaje rigurosamente chato, cuya función es la de repetir con exactitud y para todo el mundo el pasado y las cosas-, se encuentra preso de entrada en el desdoblamiento indefinido del doble, que lo cautiva mediante el espesor virtual y sin salida de un espejo. El retorno mismo se hunde en un espacio laberíntico y vano, puesto que se pierde en él; vano también porque, en el momento en que se encuentra, se le notifica que lo mismo ya no es lo mismo, ni en este lugar; sino que es otro y está en otra parte, allá de donde viene. Y que el juego siempre puede recomenzar.”