martes, 20 de noviembre de 2012

La palabra es el único pájaro que puede ser igual a su ausencia



Caleb Charland


O bien podría decir, abducida por Roberto Juarroz.


¿Por qué las hojas ocupan el lugar de las hojas
y no el que queda entre las hojas?
¿Por qué tu mirada ocupa el hueco que está delante de la razón
y no el que está detrás?
¿Por qué recuerdas que la luz se muere
y en cambio olvidas que también se muere la sombra?
¿Por qué se afina el corazón del aire
hasta que la canción se vuelve otro vacío en el vacío?
¿Por qué no callas en el sitio exacto
donde morir es la presencia justa
suspendida del árbol de vivirse?
¿Por qué estas rayas donde el cuerpo cesa
y no otro cuerpo y otro cuerpo y otro?
¿Por qué esta curva del porqué y no el signo
de una recta sin fin y un punto encima?





El centro no es un punto
Si lo fuera, resultaría fácil acertarlo
No es ni siquiera la reducción de un punto a su infinito

El centro es una ausencia
de punto, de infinito y aun de ausencia 
Y sólo se acierta con ausencia.

Mírame después de que te hayas ido,
Aunque yo esté recién cuando me vaya
Ahora el centro me ha enseñado a no estar,
pero más tarde el centro estará aquí.





Detener la palabra
un segundo antes del labio
un segundo antes de la voracidad compartida,
un segundo antes del corazón del otro,
para que haya por lo menos un pájaro
que puede prescindir de todo nido.

El destino es de aire.
Las brújulas señalan uno solo de sus hilos,
pero la ausencia necesita de otros,
para que las cosas sean
su destino de aire

La palabra es el único pájaro
que puede ser igual a su ausencia