miércoles, 10 de agosto de 2011

De poderes, de la condición familiar II y de frenos

Observaciones del natural

Quienes quieren tener poder sobre ti, suelen ser los que mejor te conocen, primero hacen que necesites su aprobación: si les ofreces resistencia te darán la mano, y tú, como un cordero, los acompañarás al caos.


Quienes quieren tener poder lo ignoran, e ignoran su propio procedimiento, por eso creen con mucha mayor intensidad en su inocencia que sus víctimas.


El miedo a la exageración

Aún no sé si imaginé en la maleta de mi hermana litros y litros de recuperador de rizo o los trajo.


Ni siquiera sé si sabe o ignora que mi peor terror es el de convertirme en una gorgona.


La Maillard

Estoy leyendo los diarios que escribió cuando tenía mi edad, no hace mucho, y aunque me reconozco en muchas de sus preocupaciones centrales, las veo como si viera un Océano desde una acequia


Hoy es suya sin duda la plegaria del día:


“Volver en mí. Volver al centro después de la impostura, de la invasión, después de tantas palabras que dispersan lo que somos. Volver al centro, donde el silencio describe el hueco e instala las cosas, de nuevo, en la periferia


Sólo ansío poder volver pronto a una escala cósmica entre “la macro física de las constelaciones y la micro física de las hortalizas”, que diría Bruno Schulz.


Soltar lastre


Aunque es una batalla que nunca termina he aprendido muchas técnicas para combatir la negatividad aragonesa, no sé si sirven con las otras.


Pero sé que de tanto ejercitarme me he vuelto más ligera.


Cuesta abajo y sin frenos


Me quedé el mismo día sin frenos reales, bajando estas endemoniadas curvas con tres personas en el coche, y sin frenos verbales, por la noche.


He tardado dos días en descubrir que una cosa provocó la otra y que a mi lengua le hace falta un freno de mano.