jueves, 14 de febrero de 2013

El carboncillo virtual y las costuras.



 Eugenia Balcells


He descubierto esta mañana que puedo leer seguidito todo lo que subrayo en el ebook y ¡puchica! ¡qué desayuno tan intenso!

Inevitablemente me ha dado copista, pero me he ido a copiar del papel. No va a conseguir la técnica que yo desaproveche la posibilidad de degustar con los dedos,una por una, las palabras de otros. La vocación Menard tiene que ver con la necesidad de organizarnos las entretelas, de clasificar cachitos microcósmicos de caos.

Algo semejante, o quizás todavía más complejo, consiguieron los gaélicos, de los que se hablará más adelante. Se retenía la sombra de una persona enferma, como la sombra tiene la misma enfermedad y en la misma parte, curando la sombra, en la que se operaba con mayor libertad, se cosía, se limpiaba, incluso con esmeril y jabón de palosanto, quedaba curado el cuerpo.

Al franciscano Rodriges, portugués, le sorprendió ver en algunas sombras de príncipes etíopes y de grandes damas unas líneas doradas, o rojas, o verdes, y era que esas sombras habían sido intervenidas quirúrgicamente, y el cosido se había hecho con hilo de oro, de espinela o de esmeralda; y en las sombras, especialmente al atardecer, relucían.


Escuela de curanderos. Alvaro Cunqueiro