miércoles, 4 de junio de 2008

Y Decidir



Han sido días lentos. Llenos de punzadas y cuentos de lechera, de pérdidas y ganancias vertiginosas. De nada real salvo esos puntitos iluminados de sentido que a ratos parecían una pista bondadosa y luego una alarma.


Tomar decisiones se parece a ese juego de periódico de unir los siete puntos.

Tengo que contar los puntos, a ver si son siete.

Nunca se sabe cuando va a suceder, quizá porque no para de estar sucediendo.

A L.A. le ocurrió al bajar del autobús, vio un anuncio: se busca camarero, y cambió el derecho por la filosofía pura. No he vuelto a verlo, y no hay modo de comprobar, más allá de su creencia, que aquel cartel cambiara su vida. (¿la ausencia del cartel lo hubiera perpetuado en su, según él, no vida?; en fin)

He tenido que recurrir a los dedos para hacer la cuenta de cuantos años hace que escribí esto:

Pierre Drieu de la Rochelle es uno de esos escritores que sueñan su vida y a continuación se esfuerzan por convertir en realidad ese sueño.

Al final de los 42 he descubierto que entonces no hablaba de Drieu de la Rochelle sino de mi aspiración. Tenía veinticuatro:

La evidencia suele ser pobre, terriblemente pobre en contenido intelectual. Y sin embargo, opera en la vida una transformación sin igual que otros pensamientos más ricos y complicados no fueron capaces

Decía Maria Zambrano.

En todo caso algo si sé:

Primero hay que tensar el bastidor, tamborilear la tela para que tenga el sonido exacto (eso ya está hecho), también está el dibujo, solo queda empezar a matizar los bodoques.


P.D. y que conste que la palabra vida, la palabra alma y unas cuantas más me parecen bien si las dicen los demás, pero intento no utilizarlas porque no las entiendo.


Me gusta esta mujer Marina Abramovic, podía haber puesto siete velas en todo caso.