sábado, 1 de septiembre de 2007

De la quietud y los sábados.




Hay muchísimas cosas que no me gustan nada de mí misma, pero creo que la que menos es esta tendencia a que todo me resulte un poco indiferente. Retraso las vacaciones y no pasa nada. Al balcón a leer el periódico tan contenta con mi palmera de fondo. Además los espacios se convierten en otros cuando se supone que ya no deberías estar allí, que deberías haberlos abandonado hace rato y con prisa.

Ya en la terraza, y aunque no tengo ni una cerveza para tomar vermouth, tengo una imagen placida del mundo: me imagino que en este momento hay un montón de amigos haciendo lo mismo que hago yo, buscar un rincón solitario con sol para leer los periódicos, seguramente los mismo periódicos, c´est veut dire, los sábados El País y el ABC. Me gustan las sincronías aunque sean vulgarzotas, y es una coartada para recordar unas cuantas caras agradables, incluidas algunas que hace años que no veo, un modo sencillo de sentirme muy acompañada.


Como telón de fondo sigo pensando que debería hacer una lista de las cosas que no me gustan de mi misma. Pero enseguida me paro en el título de un libro de Jenny Diski, a quién no conozco de nada: “de los intentos de permanecer quieto”. Ese tema me interesa, pero la verdad es que estar de vacaciones y no tomarte siquiera un vermouth me parece fatal, leer eso, precisamente ahora, se carga mis intenciones de permanecer quieta. Ahora vuelvo