viernes, 23 de enero de 2015

¿Y a mí qué me importa el programa de tv que estáis viendo?




 

Dijo mi hermana en un whatsap...Y también tenía razón

Yo, después mirar con el rabillo del ojo la salida de la carcel de Bárcenas cambié de emisora, quité la voz y estuve rabiando. Cuando volví a mirar la pantalla, un rato después, me quedé hipnotizada por un banco de sardinas, las reinas de la natación sincronizada, hasta que llegó el desastre. El cetáceo se parecía más a un submarino de guerra que a cualquier otro cetáceo y cada vez que abría la boca se tragaba un millón sardinas. Mientras comía aparecieron unas decenas de tiburoncillos para aprovechar la huída de las danzantes plateadas, que ya estaban divididas en grupitos muy pequeños. Pero el cetáceo las quería empujar hacia la superficie, donde estaban listas las fuerzas aéreas, cientos de gaviotas tirándose en contrapicado a por las sardinas supervivientes.

Anoche no tuve más pesadillas que esa. Pero qué miedo acordarse luego de Davos.