sábado, 28 de noviembre de 2009

Sobre pájaros y poetas


Tengo un pájaro, un pico de coral, lo heredé, yo nunca adquiero responsabilidades con seres vivos indefensos, no me siento capaz porque siempre me he sentido indefensa. Pero me sentó bien quedarme con el pichi, ya hace siete años que siempre está a mi lado. Alguna vez conté por aquí su historia. Es un pájaro alegre, sociable, de costumbres regulares, vivaracho, poco más grande que un colibrí. Me hace gracia que suene de fondo el pichi en todo lo que grabo. Se baña a las once y siempre contesta cuando le pías.

Se escapó la otra tarde, a veces se escapa, y se quedó encajado entre el enorme mueble y la pared, cada mucho rato le oía aletear; no sé si me producía más angustia el aleteo o el silencio, lo intentamos sacar con un palo de escoba, con una regla muy larga, pero nada, lo logré rescatar a las dos de la mañana. Desde entonces está asustado, anoche no se dormía, pío como un loco hasta las tantas, hoy ya son las doce y aún no se ha bañado. Le pongo música, siempre ha sido un pájaro melómano, la del blog de Nuria le sienta muy bien, tiene buena mano Nuria , aunque su especialiad sean los peces. Me siento como la enfermera de un ser que abulta como mi dedo gordo, sólo se me ocurría hablarle, entonces me puse a indagar sobre pájaros, acabo de darle zanahoria, imagino que le alegrará la jaula, aunque no quite el miedo, ni los barrotes, sin barrotes su destino serían unas fauces.

Hacía pocos días Miguel Casado me había recordado en su libro "La experiencia de lo extranjero" al pájaro de Francis Ponge:

Creí poder escribir mil páginas sobre cualquier cosa, y resulta que con menos de cinco ya estoy sin aliento, y me desvío hacia el inventario. No, me doy cuenta de que de mí (y del pájaro) puedo ingenuamente sacar otra cosa. Pero en el fondo lo que importa ¿no es captar el nudo? Cuando haya escrito varias páginas, al releerlas percibiré el lugar donde se encuentra ese nudo, donde está lo esencial, la cualidad de pájaro. Creo que lo he captado ya. Dos cosas: el pequeño saco de plumas y el fulminante despegue caprichoso (el asombroso despegue). Al lado de esto, también la cabecita, el cráneo triturable, las patas de alambre, el mecanismo de desplegamiento-desplazamiento, la extravagancia de las curvas del vuelo. ¿Y qué más? No, no va a ser fácil. Voy a recaer quizás en mis errores a propósito de la gamba. Valdría más entonces dejarlo en estas notas, que me disgustan menos que un opus fallido.

Varias veces he tenido también la idea -es necesario que la anote- de hacer hablar al pájaro, de describirlo en primera persona. Tendré que probar esa salida, tantear ese procedimiento.


Y, ¡cómo no!, también recordé un estupendo libro de Óscar Solsona, "La superficie del pájaro" que algunos días dejo abierto y que se puede leer entero en la red, allí dice por ejemplo:

continua el vuelo
sobrevolando calles edificios otras plumas

campos del hombre

por miles de kilómetros o en un centímetro

maquinarias hasta lo intacto
hasta llegar a nuestro intacto
acariciando la superficie pájaro
muchas veces pronunciar pájaro
y no temer la forma del texto

y también:

la superficie del pájaro
es un oráculo cotidiano
al alcance de unos pocos
de todos

de quien puede
de quien quiere

La imagen es también de Francis Ponge

p.d A mi me entusiasma ése francés y me encantó que a Miguel Casado también.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Del surrealismo a las placas tectónicas.


Sigo teniéndole manía al adjetivo surrealista, se ha convertido en una de esas palabritas con significado cero, de las que valen para un roto y para un descosido. Es la que más me recuerda, quizá, como el lenguaje balbucea a través de nosotros, totalmente reducido a sonidos, sin intentar decir nada. Puede ser mala leche, pero me parece un síntoma de pereza acordada a la chita callando, ¿han observado para cuantas conversaciones sirve de cierre, punto y aparte, aquí no hay nada más que decir ni analizar, la palabra surrealista? ¡Vaya pesadilla!

Poco más a simple vista esta semana.

Bueno, hubo un temblor a simple vista. Estaba chateando por primera vez en diez años con Vladimir, un amigo salvadoreño, cuando tembló en Chalatenango. 6.0. Que ya es. Cinco minutos después lo estaban diciendo en el informativo de las nueve aquí. Desde su cámara se veían las ventanas de la oficina, hacía viento y ya estuve inquieta toda la conversación, pocas veces tiembla sólo una vez, yo lo sé, y cada vez que se movía la silla le preguntaba. Cuando me decía que era el aire tenía la impresión de que me quería engañar. Todo muy realista.

Y claro, el premio de Ferlosio, que recomendó para los no muy duchos empezar su último libro por la página 89 cuando yo iba por la 75 y me alegré de haberlo oído tan tarde.

La imagen es de Grandville.


sábado, 21 de noviembre de 2009

Más preguntas de las articulaciones: ¿Escribir es una forma de hablar sin ser interrumpido?


Ya me gustaría que la pregunta de hoy fuera mía, pero es de Jules Renard.

La recordé leyendo la última novela de Luis Landero, Retrato de un hombre inmaduro, cuando dice:

Mi voz era serena y mi dicción muy castellana. No sé, me expresaba con tanto esmero que notaba como el habla se iba manchando de escritura

La historia de la literatura podría ser también la de las elásticas distancias entre el lenguaje que se dice y el que se escribe, ya que comparten tantos territorios: ambos narran, los dos informan y organizan...

A las buenas preguntas enseguida les salen un montón de hijuelos: ¿Son o no son lo mismo nuestras historias y las de las novelas y los cuentos que leemos?

En el magnifico libro Las Semanas en el Jardín decía Rafael Sánchez Ferlosio

Hay que advertir, en este punto, que el sistema gramatical de la narración -sistema mucho más cuajado y especializado de cuanto a primera vista pudiera parecer- no es, en modo alguno, y cualesquiera que puedan ser su origen y consagración, patrimonio exclusivo de los literatos, sino que pertenece enteramente a los dipositivos funcionales de la lengua común: a todo hablante le es dado ponerse en la singular actitud del narrador, de manera que acierte sin vacilación alguna con los mecanismos gramaticales específicos que le corresponden-otra cosa será que, además de esto, tenga el don de usarlos con gracia y el arte que no a todos son concedidos por igual en este mundo

P.D. Borges quería quitarle importancia a Ramón Gómez de la Serna diciendo que sólo le había puesto el nombre a las gregerías, que inventarlas las había inventado Jules Renard.

Imagen Atsuko Arai, que ya la puse aquí el primer día pero es que ésto es para otro sitio y hay cosas con las que vale repetir

viernes, 20 de noviembre de 2009

Hoy pincha la + Bella


Hoy la música la pone Mercedes Comendador, la + bella, cómplice medular de esa radio única que sigue creciendo despacio pero fresca, sana y polimórfica.

Ha estado toda la semana regalándome proyectos, entusiasmos y joyas para la inteligencia, para la emoción y para las orejas. Bueno como siempre.

Por si a alguien se le pasó vuelvo a recomendar sus 38 Toneladas , un documental de peso.




miércoles, 18 de noviembre de 2009

De Juanita Banana al yo vicario



¡Ay!

¡Cuándo yo tenga Alzheimer nadie va a recordar lo que nos pasó! ¡Vaya vejez que nos espera! Tengo una banda de desmemoriados biográficos alrededor, y cuando se acuerdan de algo lo tienen desordenado, manejan otros recuerdos y muchos datos importantes, y claro, la cabeza es un recipiente limitado. Es extraño contarle a los demás su propia vida, pero también es divertido; primero ponen cara de laguna y luego miran a lo lejos.

Por cierto. Que éste sitio no tiene ningún tipo de aspiración literaria, que nadie se inquiete. Sólo tiene pretensiones prácticas, entre otras los ejercicios nemotécnicos, pero ese es otro tema para otro día: el de los escritores profesionales y esta marabunta de gente inepta a la que nos ha dado por escribir. Hoy no tengo ganas de hacer bilis. Pero ¡oigo y leo cada cosa! Prefiero ponerme el Juanita Banana y montarme una buena percusión tecleando lo que pasó aquellas navidades de hace ocho años, es como ordenar fotos, ¡nomasito!

La primera foto es la del plano invisible de la Yuca o Izote

Esas navidades fueron las primeras del molino, bajando la cuesta Blanca dijo:

-¡Mira la Yuca!

Y Carlos contestó

-Es un Izote

Sé exactamente en qué curva dijeron eso porque se me tragó allí mismo uno de esos agujeros del tiempo de los que nunca hablamos, uno de esos momentos a los que sabemos que vamos a volver toda nuestra vida, y lo sabemos, además, mientras están sucediendo. Los minutos de absoluto. Debajo de la Yuca estaba Biwe, debería decir está porque en mi cabeza no se ha movido. Y ya que me pongo confieso que luego, cuando íbamos los mismos en el mismo carro, sentados en los mismos lugares, y coincidía que Biwe estaba otra vez bajo la Yuca, yo aprovechaba y me ponía Buñueliana. Siempre intento volver a ver la Yuca o Izote como aquel día, pero ese plano se ha esfumado.

El molino era entonces una ruina de molino, me agota sólo pensar que lo tengo que describir, es como tener que volver a poner las baldosas. Nos arremolinábamos frente a la chimenea grande en cuanto caía el sol, hasta dormíamos allí, y por el día albañilería. La primera noche, después de cenar, Carlos sacó aquella cinta del pleistoceno y con ella llegó Juanita Banana a nuestras vidas para quedarse, el segundo momento de absoluto en pocas horas. ¡Y lo que es tener un himno!, ya no volvió a ser lo mismo el esfuerzo, mover sacos, hacer cemento y subir placas de pladur. Además el canto no era continúo, era inesperado, alguien decía lo de lalaralalalala, o daba pie con el momento álgido; cuando el padre quema las seis toneladas de bananas y se va a la ciudad, y compra una guitarra y se encuentra con su Juanita. ¡Se montaban unas polifonías! Nos dio para muchas fotos aquella euforia coral, pero creo que la mejor es la del día que tuvimos un trabajo terapéutico, lijar puertas al sol, y ensayamos en serio.

Fueron llegando las navidades, las meras meras, y vino a visitarnos la familia de Blanch de Vero con alguien nuevo, el compañero de Lucia, un inglés. Entonces sólo sabíamos de Brian que era un vegetariano riguroso y que había tenido problemas por su activismo en defensa de los animales en su país. Tercera foto, aunque aquí sale un video corto. Ellos bajan del coche, vienen hacia nosotras a cámara lenta, se aproximan, la sonrisa se va convirtiendo en un rictus, desconcierto, bajamos la mirada, pensamos rápido, nos desconcertamos nosotras también, aún más que ellos, Blanca sonríe y me susurra

- ¿como saludamos ahora? ¡sin manos!

Yo llevaba dos conejos y Blanca sus pellejos, nos los acababa de matar José debajo de un árbol para la cena.

La cuarta es la que prefiero. Esa la grabamos de verdad pero al mes siguiente les robaron a estos otros la cámara en El Congo. Vieron a cenar en noche vieja Miriam, una alumna mía y Jesús, su marido, que es el gallego-andaluz más gracioso de la tierra.

Inauguramos el año con una caimada a la luz de las llamas, Jesús tuvo la delicadeza de traer la traducción al castellano que Blanca y yo íbamos leyendo. De pronto Martín y Rene se pusieron a traducir al holandés el conjuro, creo que estaban por el “vientre inútil de la mujer soltera” cuando se iluminaron con la luz de la hoguera sus gafas ¡cómo si acabaran de ser inventadas! como si fueran el último artilugio en Europa que aquellos peregrinos acababan de importar. Duró muchas horas aquella conversación-traducción, y fue, no digo más, mi viaje más largo en el tiempo.

P. D. Volviendo a los escritores profesionales, yo les diría que tener un yo vicario, pues tampoco es una garantía, lo verdaderamente recomendable sería no tener ninguno, ningún yo, digo. Y volviendo a Juanita Banana, que sirva de homenaje a Luis Aguile.

martes, 17 de noviembre de 2009

La incertidumbre



La incertidumbre
es un sonido
que no está entero

Lola Velasco

Lo he encontrado en un denso y estupendo libro de Miguel Casado, La experiencia de lo extranjero.

La imagen es de Eva Hesse

lunes, 16 de noviembre de 2009

Bailando hasta el apagón





Cuando una canción decide perseguirte, ya se sabe, has perdido la cabeza, estás a su servicio, no la has elegido, te ha elegido y va a asaltarte hasta en sueños. Me gustaría leer algo interesante sobre este tema tan común.

Las persecuciones, inexplicables, algunas horrorosas, otras divertidas, todas agotadoras, no siempre son individuales. No es que pretenda meterme en un jardín, interesante por otro lado, hoy no voy preguntarme cómo afecta el ritmo de los himnos y los salmos a la conducta. Es suficiente con recordar aquellas navidades: terminamos ocho o diez personas cantando por todos los rincones, día y noche, el Juanita Banana.

De perdidos al río. Ya van cuatro o cinco días, ¡me canso!, veamos si es verdad que las obsesiones se ahogan en sus propios excesos y termino pillándoles manía a los Vetusta. Y si no lo consigo con esto me pongo el Juanita Banana, me cago en diez.

(luego están las otras condenas implícitas, la de no poder quitarme del todo de barroca ni de popi)

viernes, 13 de noviembre de 2009

De Susi a María Jesús, de Utebo a Suchitoto



-Dime la verdad: ¿Estoy más guapa con el pelo así o no? No me costó nada, fue el símbolo de mi aceptación, resulta escandaloso, no creas, aceptar la edad de tan buen grado, en mi entorno, sobre todo el femenino, no llevaron bien que me hiciera una coleta y me dejara mi color de pelo.
-Muchísimo más guapa, además mi peluquera dice que las mujeres no se vuelven viejas, que se vuelven rubias.
La que se ha dejado el pelo blanco es María Jesús que reúne entre otras ventajas la de las relaciones escalonadas, tiene catorce años menos que mi madre y catorce más que yo:
-Mamá he quedado con María Jesús
-No conozco a ninguna María Jesús, ahora mismo…
-Con Susi
-Pues di con Susi y nos entendemos.
Susi, cuando era pequeña, era la vecina de mi madre que asistía a su noviazgo. Cuando se casó ellos eran los amigos de mis padres que venían a cenar a casa. Cuando nacieron sus hijos yo, que tenía catorce (mis primeras fiestas de locura que ella nunca olvidará) cuidaba a sus hijos, luego trabajé con ella, durante muchos largos veranos, en el despacho que compartía con su marido, y estaba allí el día que dejó el despacho y al marido, gran, catártico día. Me fui con ella de aquel lugar (que requiere otro relato) feliz, como un paje justo. Cuando ella se divorció yo me casé, cuando ella volvió a tener amores yo me estaba divorciando, cuando sus hijos eran adolescentes yo había dejado de serlo hacía poco y le podía traducir. Además es abogado así que ha participado activamente en buenos y malos momentos de mi vida. Cuando me fui ella se quedo y se puso a plantar árboles. Últimamente volvemos a vernos mucho y sigue siendo la prestidigitadora; siempre me adelanta buenas nuevas sobre mi vida, siempre despliega un muestrario de momentos gozosos que solamente serán posibles en la siguiente etapa.
También tenemos conversaciones raras cuyo azar es un relato.
-Alberto y Morena han comprado una casa en Suchitoto
-¿Dónde?
-Enfrente del convento
-¿Y cómo es? ¿No tendrá un bosque de mangos detrás?
-Sí
-Va a ser la casa de Brigitte.
¡Estamos hablando de un pueblo a 17.000 kilómetros! ¡Debería ser la misma casa! será la de al lado.
-Tenemos que ir
Rebobino para explicarlo. ¿Quién puñetas son Alberto y Morena?
Desde la ventana de mi abuela se veía el jardín de la familia de María Jesús, a Doña Conchita, siempre leyendo debajo de la pérgola, en verano, porque en invierno te la podías encontrar en tres conferencias, dos conciertos y alguna exposición simultáneamente. Al padre, que había sido campeón nacional de ajedrez y era un buen fotógrafo siempre lo recuerdo con aquella cámara colgada, paseando y mirándonos de otra manera. Además aquella familia tenía un misterio que me llamaba la atención más que los otros, uno de los hermanos, Alberto, siempre había vivido en Centroamérica. Alberto se fue convirtiendo en un ser mítico, un procurador de historias a través de su elocuente hermana desde la infancia, luego he estado toda la vida oyendo hablar de él, y todavía no lo conozco
Otro Salto, ¿quién es Morena?
Cuando llegue a San Salvador nos vino a recoger a Comalapa alguien con un cartel del CEFORP. Mi compañera de viaje se llamaba Blanca y las primeras palabras que oí fueron
-Hola soy Morena
-Hola soy Blanca
Luego resultó que Morena vivía en Ayutuxtepeque, que Morena, que es una mujer de armas tomar con quién siempre era enriquecedor hablar, cenaba pan con pavo en la misma pupusería que yo, nos conocimos bastante. Pero resultó además que Morena, años después, sí conoció a Alberto en un avión, y ahora es la cuñada de María Jesús.
Recuerdo a Carlos pálido, después del entierro de un amigo de mi madre, y de todos, al que yo no pude ir:
-Sabes quién estaba en el entierro ¡estaba Morena!
Además yo me fui con la Ong que había fundado Alberto, el vecino de mi abuela, sin saberlo. Encontré su nombre accidentalmente en una pantalla del despacho de Las Segovias en San Salvador. Alberto y yo nos hemos estado buscando en Nicaragua y en El Salvador el uno al otro, pero nunca hemos coincidido.
Bueno vuelvo. Tengo la sensación de que María Jesús me sigue esperando, como el domingo cuando me fui a por tabaco y saludé a doscientas personas y casi no vuelvo. Cuando volví la encontré diciendo.
-A mí me gusta venir a Utebo, padecer y disfrutar la transformación del espacio, envejecer en comandita. Participar en esas historias y esas sagas que parecen anacrónicas y de pronto dan un salto. Sin exageraciones colectivas, que yo sigo prefiriendo la soledad. La vuelta alta. Mi casa es aún un lugar aislado. Y además paso la semana trabajando como una burra y vengo para estar sola, y siempre he vivido en Zaragoza que es dónde tengo mis rituales. Pero hay una parte de uno, etérea, que esta en los otros, y te la encuentras con facilidad cuando vas a dar un paseo para devolver una sartén. La mayoría no son relaciones importantes, son relaciones atmosféricas, pero le quitan al mundo extrañeza. Acolchan maravillosamente la soledad.
-Anda vámonos a comer, ¡cualquiera se siente sola contigo en la vuelta alta!
-Ah, se me olvidaba decirte que el fin de semana seguramente vendrá Alberto.

martes, 10 de noviembre de 2009

creación literaria articulada




Nos hemos empeñado en una revista sólo de preguntas para la Escuela Gonzalo Escarpa y yo.

se llama.

Se agradecerán colaboraciones y preguntas



domingo, 8 de noviembre de 2009

Del desamor a la chistorra




Este fin de semana me tocaban historias de gastronomía y desamor.

Primero me contó una amiga que había terminado con el que creía que era el hombre de su vida la noche del viernes. Dice que cuando se dio cuenta de que era definitivo subió a su casa dispuesta a tirarse en el sofá y dejarse morir, pero no tenía tabaco, que siempre ayuda, aunque sea lento. Volvió a bajar con la poca fuerza que le quedaba los tres pisos y se encontró en la esquina a su amado:
-Tía, ¡se estaba comiendo un bocadillo de chorizo frito de dos metros!¡hasta lo olí! No he sentido mayor desconcierto en mi vida. 

Lo conté a la hora del vermouth y Juan, el camarero, dijo muy serio:
-Me pasó algo parecido. Tuve un accidente de moto, no estaba grave, incluso podía hablar, pero tenía la pierna destrozada. Como estaba muy nervioso preferí no llamar a mis padres, llamé a mi novia, nunca olvidaré sus palabras
Y aún la imita:
-Vale, enseguida voy, cuando…es que me acaba de hacer mi madre unos huevos fritos con chistorra.
Y remata taciturno:
-Poco después cortamos.

Por la noche vino a visitarme mi estupendo sobrino rapero, con una coca-cola de dos litros y sus maquetas, y me contó en directo aquello que le había ocurrido hace unos meses:
-Yo estaba enamorado hasta las cachas, me daba igual que fuera gorda, todo me daba igual, hasta engordé yo, no pienso volver a pasar por una parecida. Un día pasa mi abuela y me dice que ponga la tele, y allí estaba, en uno de esos programas inmundos, esperando a un enamorado de allende los mares que había conocido en Internet. Y eso es todo. La he vuelto a ver un par de veces por la calle, ahora está muy delgada.

La foto, que no sé por qué me recuerda como me siento algunas veces, es de la gran Cristina García Rodero.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Los viernes con otra música y algún jardín






 

Sonia ha vuelto a casa
-¿Teléfono, Skipe?
Hoy tiene una pregunta concreta, pero todavía no me deja desvelarla y mientras  propone:
- ¿ buscamos personajes…?
Resumen de la mañana del viernes: dos horas de búsqueda y pasión para un monográfico en el calis y una clase en mi temario.
Luego me ha mandado en pdf Muesca de Benito, que empieza con una cita que no se deja maquetar:

Todos los jardines empiezan por sanarte. 
Te mueves,
y la luz se enturbia.
Juan Larrea

Creo que nos ha cortado telefónica por abuso de tarifa plana.
-¿Te acuerdas de cuando las madres decían "cuelga, que corre"?

Sonia no ha leído Merma y yo me he quedado con el libro en la mano, abierto por dónde Benito del Pliego, dice: 
54
Día de la lealtad en que lo admirado es complaciente. La
tensión se desanuda y toma la luz los orificios de la red.
cuajándola.
55
Inhalación y hábito. Recrea la codicia su condición diaria.
El tiempo agolpado en la remesa del futuro no lo colma,
no lo afina, no lo retiene. Silencio y fechas.

La imagen es también de Benito

domingo, 1 de noviembre de 2009

Sobre lo verosímil: de la guía del Trotamundos a La vida loca


La guía del trotamundos es una de las lecturas más humorísticas que he encontrado leídas in situ, al menos la que cayó en mis manos en un autobús de vuelta de Chalatenango un viernes. Eso iba leyendo cuando llegue a la troncal del norte, esa estación en la que los cobradores te meten a empujones en el primer autobús, vaya a donde vaya, y tienes que subir y bajar de tres o cuatro antes de coger el tuyo. Avisa, avisa, visa, visa. Entre mis pequeñas transgresiones estaba la de sentarme detrás, eso allí es una trasgresión: todo el mundo se apiña en las primeras filas porque los mareros toman el fondo. Habíamos desarrollado una teoría, quizá suicida, creíamos que la vulnerabilidad era proporcional a la cantidad de miedo, el miedo emite un olor que obstaculizaba la comunicación y había que vencerlo desde dentro, detrás de aquellos tatuajes había una persona y en décimas de segundo deberías ser capaz de que te viera o te oyera, y para eso verlo y oirlo.

Aquel día que me cayó un marero en la estación de autobuses, en el último asiento, también funcionó el invento. Funcionó siempre para nosotros, pero no le funcionó siempre a Christian Poveda.

Los atracos en El Salvador no son así nomasito, son con pistola, con machete como mínimo, pero siempre hay un método para que no te roben, no llevar nada. Yo aquel día llevaba unas gafas de sol, un vestido de flores de Marian, en el que no se podía ocultar nada y la guía del trotamundos. Vaya cuadro guiri. Le di el bolso, con nada, el libro y las gafas y le dije:

-Que ondas maje si yo no ando pisto, que vas a creer que porque sea chele. Mirá, mirá, para vos el bolso chavo, enteriiiiiiiito, tres colones ando, gana es lo que traigo de un tamal y una Pilsener pero no hay con que.

Hasta cierto punto, sólo hasta cierto punto, le estaba engañando. Suspiré y sonreí cuando Juan, se llamaba Juan, me dijo con aquel cantadito:

-¡No te pueeeeeeeeeeeeeedo creer! Serás huevona vos.

De ahí arrancamos la plática hasta la parada de mi casa en la otra punta de la ciudad, cuando llegamos ya me había contado su vida, era hijo de emigrantes, había crecido en Chicago, allí se había hecho pandillero, "en los estados porque ni modo, no había de otra, todo el mundo necesita tener su gente men, su grupo, y los mismos cheros de allá y ahora aca”. Luego lo deportaron, había llegado hacía tres años a este país, en plena postguerra, y “se había cargado de bichitos que querían comer todos los turnos”, luego me contó sus dudas, sus miedos y sus miserias, ya éramos cheros, ¡pues!, cuando llegamos a Ayutuxtepeque se vino a casa, a la San Antonio, a tomar un café.

Su historia era la historia de casi todos cuando empezó esta vaina demencial en los noventa, cuando aún era un virus recién inoculado que sonaba a comic: la dieciocho contra los salvachucha. Cuando era redonda la jugada para los Estados Unidos, que incubaban bandas para deportarlas luego; además de librarse de ellos resultaban un arma más poderosa que ninguna de las bombas en las que tanto pisto se habían gastado. Las vidas en El Salvador empezaron a estar de saldo, se pusieron aún más barats, todas, las de los sindicalistas, las de los cooperativistas y las de los políticos de izquierda sobre todo, se engancho una guerra con otra. Mi pequeño comandante tuvo doce atentados o asaltos en un año, uno al mes. ¿Increíble? , créanlo, es absolutamente cierto.

Anoche vi La vida Loca, antes lo había intentado un par de veces pero no podía pasar de los planos aéreos de Soyapango sin ponerme a llorar, hay objetos que milagrosamente se escapan de la repetición y sirven para construir el propio imaginario, todos los picap Toyota rojos son el picap de David. Además todos los colmaditos son la Tiendita el Calvario y todos los habitantes de Soyapango Vladimir y Priscila.

Es casi imposible creer lo que estamos viendo en La vida loca, para los lectores occidentales de la guía del Trotamundos el documental da muchos saltos por encima de lo verosímil, el último el asesinato de su director.

No me olvido ningún día de las gentes como él a las que conozco, su impotencia porque siempre nos cuentan algo que no podemos creer. Gracias chicos por vuestra paciencia con nosotros.

P. D. Estoy pensando en mucha gente, pero estoy pensando sobre todo en tí, gracias Paco.