jueves, 29 de noviembre de 2007

"Ve lengua, y canta las glorias del cuerpo misterioso".


Decía Santo Tomás.

¡Cuanta invisibilidad y qué montón de blanco y negro en este blog!. Todo parece pasado.

Acabo de encontrarme otra vez aquel librito desencuadernado. Interrogando a Lezama, y leo:

"El cuerpo humano es una de las más hermosas formas logradas. La cópula es el más apasionado de los diálogos, y desde luego, una forma, un hecho irrecusable. La cópula no es más que el apoyo de la fuerza frente al horror vacui. (...)De tal manera que para mí todo lo que haga el cuerpo es como tocar un misterio, superior a cualquier maniqueísmo modulario, pues es absolutamente imposible descubrir nuevos vicios y nuevas virtudes, ellas estuvieron desde el inicio y estarán en las postrimerías, y tal vez sería bueno recordar la visión memorable de una Santa a la que se le reveló que había un infierno, pero que estaba vacío"

Y como me gusta mucho habermelo encontrado precisamente hoy, cuando me he dado cuenta de que esto estaba frío y desangelado, lo copio, aunque no pegue, aunque solo sea para acompañar a esos hermosos y enigmáticos globulos rojos y para desquitarme (de la invisibilidad, o del blanco y negro).

Los juegos de la edad tardía























Cuando publicaron "Los juegos de la edad tardía" yo era una librera recien casada. Roberto y yo nos ibamos a Marruecos al día siguiente, los primeros ejemplares acababan de llegar, tengo que mirar la fecha. Me lo lleve y durante todo el viaje fui un desastre porque no podía dejar de leer:

-Mira Bereberes, joder, Marta, mira.

Recuerdo que me gritaba Roberto.

Unos días después de volver de aquel viaje nos encontrábamos
Carmen Paris y yo sepultadas por las facturas y desesperadas, azuzada por la carencia me acordé del afán y encontré el impulso:

-Voy a llamar a
Landero, que venga, además de llenar esto podemos conocerlo ¿te imaginas?

Por aquellos días, me lo contó muchos años después, Nacho hizo lo mismo que yo y con el mismo resultado: llamamos a información, nos dieron el número y un minuto después, como si nos hubieramos colado en la novela estabamos quedando con Landero.

Recuerdo que cuando llamé lo primero que le dije fue:

-Me debes un viaje a Marruecos, fui a Marruecos con tu libro y no he visto Marruecos (aún creo que me lo debe, se lo voy a recordar, hasta creo que lo haremos)

Y enseguida nos pusimos a comentar de los parientes, de Musil, de Kafka y de Chejov los primeros, bueno también de Proust, ah, y de Adorno.

Hablamos unas cuantas veces y al final vino. Sentí mucha vergüenza en la estación porque se vino media universidad a buscarlo, como si fuera el primo del pueblo, solo faltaba el chorizo, y tenía que haber ido yo sola. Aquel fue uno de los días en que más me he abochornado del mundo literario, el de los codazos para sentarse al lado de, durante la comida hubo alguien que metio las tetas en las albóndigas y exclamó

-después de cien años de soledad el mejor libro que he leido es el tuyo.

Claro que esa
Carmen Paris es una de las mejores contadoras que conozco y todo lo iba neutralizando, con su garbo y con el de Landero podían con todo.Y después huimos a casa, y después Landero cogio la guitarra, y Adelina recitó, y Carmen cantó y toco el piano.

No podía calcular entonces la dimensión del asunto, entonces no sabía aún que de ese libro se irian saliendo frases, imágenes, ideas, recursos, sosiegos, amor, amigos, hermanitos, gentes, durante tanto tiempo; y es que ese es el libro que nunca deja de cambiarme la vida:

Entonces, al principio, y ademas, fue otra vez el placer de un libro que corre de mano en mano y del que hablamos todos en la comida, en el café, en los paseos. Y un poco después, también, la imagen del día en que estabamos pescando en la Laguna Negra con mis padres y a la
Arse le pico una trucha, pero ni enterarse porque estaba leyendo a Landero a carcajadas, y cuando llego mi padre cabreadísimo la trucha ya se había largado. Siempre fue importante por el descubrimiento fundamental, a tiempo, de que la realidad es vaciyelmica. Y por otras muchas preguntas certeras (por qué tienes tantos electródomesticos, por ejemplo). Luego, siempre también, y sobre todo, por el affffffffffffffffaaaaaaaaaaaaaaann. ¡De las que me he salvado recordando que el afán es lo unico que nos mantiene vivos y voraces!.
Ahora porque acabo de colarme en la página del Circulo Faroni y he recordado al sabio Pepe Muelas, cuando era el único que sabía qué era un hipervinculo, en el pleistoceno, y una noche con Nacho Vazquez, en Punta Umbría, ¡hablaba con tanta propiedad de Miguel Espinosa el delegado Faro-Luso en la Calle la Gamba que creí que me había dormido!. Esa página sin actualizar, chatarra cibernetica, que diría el Presidente, anuncia aun un curso para el 2002, pero en ella está el gérmen de un montón de cosas que seguimos haciendo. Me siguen afectando, y mucho, Los Juegos de la Edad Tardía, ahora mismo estoy muy afectada, me voy al sofá a leer hiperbreves, (Jesús que bien maquetas, que currada, gracias, ¡si no fuera por vos!).

Hay algo despues de todo esto que tengo claro, y es que Faroni vive, (Faroni di algo, decía alguien por ahí). Pero ¿quién es Faroni?

Dice Landero:

Habían nacido y crecido en los suburbios del romanticismo y no iban por tanto a mancharse con el fango de la vulgaridad, ni a hacer concesiones morales, ni a sucumbir a un amor rutinario y mediocre, ni a caer en ninguna de las trampas que nos tienden los años. Ese había sido el pacto primordial con la conciencia. Y sin embargo ahora, pasados del cuarenta, allí estaban, convertidos en dos hombres más entre los hombres, que habían claudicado de sus ideales hasta llegar a ser el reverso de todos ellos. Y de pronto, cuando parece que todo está cumplido, se les ofrece la ocasión de actualizar sus ya casi olvidados afanes y de recuperarlos tardíamente desde la invención y la impostura. Y esa invención, ese sueño, se llama Faroni.

Es de un prólogo, quien quiera leerlo entero.



(no tengo ni idea de quién es ese tipo de los brazos cruzados,pero la del moño es
Carmen)

viernes, 23 de noviembre de 2007

Regreso a Dylan Thomas


No siempre puedo leer a Dylan Thomas.

Generalmente lo que leo me cambia el ánimo, pero con
Dylan Thomas no, para leerlo tengo que sentirme ajena a todo lo demás, sólo así puedo asomarme a las visiones que esconde en cada pliegue. A veces he pensado que para leer a Dylan Thomas es recomendable estar borracha, ser su compañera en el delirium. Prometo tomarme unas cuantas copas una de estas tardes antes de volver a leer "El mapa del amor".

Anoche estuve buscando un texto para ponerlo aquí después de tres cafés. Es fácil que me haya equivocado:



"Volar era una locura, y sin embargo voló. Era una locura de la sangre ser invisible, pero él lo era. Razonaba y soñaba irracionalmente a la vez, sabedor de sus flaquezas y de la locura de volar, a pesar de lo cual no tenía la fortaleza necesaria para conquistarla. Voló como un ave sobre los campos, pero pronto desapareció el cuerpo del ave, y el pasó a ser una voz voladora. Lo atrajo una ventana abierta por el aleteo de los postigos, tal como atrae un espantapájaros al ave sabia, con el estremecerse de los harapos, y se coló por la ventana hasta detenerse en una cama, junto a una muchacha durmiente:
-Despierta, muchacha, le dijo. Soy tu amante que llega de noche
Ella despertó al oír su voz
-¿Quién me llamaba?
-Yo te llamaba
-¿Y dónde estás?
-Te hablo al oído desde la almohada en que apoyas la cabeza.
-¿Quién eres?
-Soy una voz
-Deja de hablarme al oído y salta a mi mano, que pueda tocarte y acariciarte. Salta a mi mano, voz.
Se tendió quieto y cálido en la palma de su mano.
-¿Dónde estás?
-En tu mano
-En que mano
-En la izquierda, la que tienes sobre el pecho. No cierres el puño o me aplastarás. ¿No sientes la calidez en tu mano?. Estoy junto a la base de tus dedos.
-Háblame
-Yo tuve un cuerpo, pero siempre fui una voz. Tal como soy en verdad, vengo a ti en la noche, una voz en tu almohada.
-Sé quién eres. Eres la voz quieta y susurrante a la que no debo escuchar. Me han dicho que no haga caso de esa vocecilla quieta y susurrante que habla en la noche. Es perverso escucharte. No debes volver por aquí. Ahora debes marcharte.
-Pero yo soy tu amante
-No debo escucharte, dijo la muchacha, y de pronto cerró el puño con fuerza.

Dylan Thomas Relatos completos. Editorial. Debolsillo.

¿Y ahora que me acuerdo dónde y cuándo perdí la edición de Bruguera?.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

La desaparición y el progreso

a
Creo que lo peor que se puede decir en este gremio es "se me ha caído el servidor". He desaparecido significa. No puedo contestarles a los alumnos y mandarlos a un página web porque no está. No puedo decir a los que se quieren matricular dónde pagan. No recibo los correos de la escuela.

Desde la ventana veo la oficina de La Caixa: esa si que no desaparecerá.

La sauna y el hamman al que acudo a diarío están justo encima del manantial que regaba las habas y los tomates, había un huerto al otro lado de cada casa cuando jugabamos a la batalla en el barrio del saco.

No me arrepiento de haber vuelto porque he podido asistir a la desaparición, he visto el cadaver de casi todos los paisajes de mi iconografía. Este año: a principios la casa de mi abuela, hace un par de meses la de Pascual, y estaban tirando la de la señora Emilia, que nos daba todas las tardes de merendar y tenia un brasero y un patio de tierra apisonada, y José Manuel, un resistente, estaba durmiendo la siesta en la casa de contigua que se empezó a rajar con él dentro: no estaba previsto pero también la tiraron ( y ¿accidentalmente? yo pasaba por allí, da igual, si no hubiera pasado la hubiera visto caer en la tele,salieron en el informativo regional).

Me alegro de haberlo visto desaparecer todo porque podía haberme pasado algo peor; lo que cuenta Ferlosio en "Argentina o los muertos sin adiós" (salvando las distancias, en este caso en lo material, que aunque sea un pueblo entero lo desaparecido, es mucho menos grave que cuando es una sola persona, claro)

Ahora van a desaparecer también los Monegros, parece que quieren borrarme todos los paisajes de la biografía. Tendré rezar con Wittgenstein:

"Cualquier cosa puede acaecer o no acaecer y todo el resto permanece igual" (1.21) del Tractatus

La oración la encontré en Isla Kokotero, ¡que buen blog!

Estaba preparada para un mundo virtual. No me altero por la invisibilidad. ¿Serán como los filatelicos los del servidor?¿habrán desaparecido llevándose todos mis megas?, no creo, pero, ¡que horror que se te concedan algunos deseos, aunque sea un rato!.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Calidoscopio



Así me parecian las casas de pequeña, como si estuvieran inclinadas por este viento que todo lo tuerce. La verdad es que intentaba subir la portada del Calidoscopio pero no sé cómo hacerlo.

Pero bueno, eso, avisar de que ha salido, otra vez, estupendo.

Nunca me acuerdo de poner aquí que ha salido el Calidoscopio o que ha salido Literaturas. ¡Con el esfuerzo que cuestan!. A partir de ahora prometo avisar.

Gracias Sonia.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Una buena semana a pesar de la tortícolis y del Windows Vista.



Recapitulemos: Sonia me dedicó una canción que no he podido dejar de oír (yo quiero una fiesta así para la inauguración del Molino, y ser la que se deja caer al final). Carmen adelanta con el logo y se fotografía la boca, Pilar investiga una coma, yo progreso con la base de datos. Luis me envió dos libros aunque ya le debo doscientas reseñas. Reaparecieron Vladimir y Antonio. He ido todos los días a nadar. He visto un par de películas de Jarmuch y he vuelto a disfrutar un montón de esos barridos de cámara lentos, minuciosísimos, y con los diálogos, y con los personajes, pensaba escribir aquí sobre Jarmuch, lo haré cuando tenga más tiempo. He leído a Kafka y a Svevo y a Sloterdijk, ya sé, a este último lo debo dejar. Empiezan a llegar los hiperbreves. Carlos nos invitó a cenar a Rafa y a mi y preparó una cena pantagruélica, parecía ensayo navideño. Nacho estuvo en el molino con los rubios y volvió a entusiasmarse con todo, con el Molino y con los rubios. El raqueteo diario de correos con Nacho tuvo sus momentos estupendos, siete años mandándose correos todos los días proporcionan destreza, además ¡qué decir! ¡la brevedad cuando tiene garbo!: este es un correo del miércoles que me encantó:

vas a venir?, el sábado tengo reunión con ARDE y el domingo cocido. N

Y eso me recuerda que me gusta mucho que los demás me dejen notas, gracias a todos.

Por cierto, que ayer me acordé otra vez de una nota que encontré pegada hace un montón de años en la nevera de Luis Cancer, a la mañana siguiente, después de haberlo invadido a las tantas de la madrugada:

El café está en el tercer estante, gracias por venir, ¡me di cuenta anoche de que tener un sofá para que puedan descansar los amigos es fantástico!, si comes galletas mira la fecha, creo que están pasadas, yo no como

Lejos de ser un desastre, no tener a dónde ir a las dos de la mañana, a veces, es una fiesta.

Anoche a esa hora me llamó Claudia después de una discusión y una huida, y mientras la esperaba en la plaza, con pijama y abrigo (ella también venía con pijama y abrigo, como si fuera el atuendo más normal) pensaba eso, que es importante tener un lugar en el que puedan descansar los amigos. Un placer para mi alojar unos días la prota, hasta que encuentre otra cosa. La voy a freír a preguntas y a besos a esa peruanita lista.

¿Más cosas?, que esté café me está sabiendo a gloria, es como eran todos los cafés, antes, cuando desayunaba con Don Eduardo: amargos, energicos, lúcidos, indignados, y lo es este de hoy gracias a la última entrada de
Jesús. Esa dosis de indignación necesaria me hace tener la sensación de que acaban de hacerme una limpieza profunda, a pesar de tener la fortuna de hablar todos los días con mi madre tengo la impresión de que se me va llenando de sarro el cerebro, de que todo intenta atascarme las tuberías de la rabia (por cierto otro día, en otra entrada, el día que mi madre y Haro Tecglen se conocieron).

Buen fin de semana. Yo curro, como siempre. De mañana. Veré a mucha gente y veré amanecer.

martes, 13 de noviembre de 2007

Amanda



Ya ves. Decides no tener hijos, porque eres obsesiva compulsiva y antes de engendrarlos ya estas pensando que volveran tarde a casa, como tú, pero adoptas sin más trámite a esa peduga cuando tiene tres años, encantada con ostentar el título de madrastra (pedazo título gracias a Amanda y a Marisa, y también a Carlos)

Sólo te das cuenta de que has dado una vuelta preciosa y larga para llegar al mismo sitio cuando dicen en el informativo que ha habido un muerto de 16 años en Legazpi.
¡Esa relinda que me heredará y Legazpi!, y doy un salto: ¡me suena!. Llamo a su padre, no a su madre ni a ella, que no quiero ser alarmista.

-Localiza a Amanda, rapidito, que puede andar cerca de esa movida.

Menos mal que al poco rato, enseguida, me llama Carlos contando que están en el pueblo, que son fiestas, y también que Amanda estaba al cabal, que sabía la que se avecinaba y conocía al hermano del muerto.

Amanda ahora es un enigma intenso.

Y esta foto bonita ¿a qué si?. La hizo Carmen y estamos bien escoltadas por Jesús y Mercedes.

viernes, 9 de noviembre de 2007

A quien me esta leyendo.


No te lo creerás pero esta noche me has deslizado una nota en sueños, en un papelito roto, cuadriculado, y yo quería contestarte con un sms, ¡que tontería!. Es viernes y me voy a tomar fiesta porque, después de dos cafés, no se me han ido las ganas de contestarte a esa nota que, estando despierto, nunca me pasaras.

A veces sospecho que nos encontramos en otro sitio un par de veces al año, cuando sueño contigo y te mando un correo sofocado contándotelo; cuando me urge saber si ha nacido tu hijo, saber si después de ¿cuántos?, diez años sin vernos, sigues estando en algún sitio concreto en un mapa, o cuando necesito decirte que sigo deseando ininterrumpidamente que estés alegre (aunque no sea tan alegre como tú me imaginas a mi)

Yo sé que a mi edad debería decidirme, ser escritora o empezar un diario íntimo para los desahogos matinales, pero ya me ves, sigo en caminos poco ortodoxos, inconsciente y entregada pero indecisa. Lo que no voy a hacer hoy es enviarte otro correo, aunque no deje de escribirte sabiendo que me lees, no necesito respuesta, además sospecho que a todos nos agobia ese otro que dejamos atrás y nos desconciertan quienes siguen siendo lo más conocido cuando se han vuelto ya tan extraños. No es necesario ver a quién ya es un trecho tú.

Así las cosas haré literatura. Sé que esta nota solo tiene sentido en el terreno literario del que proviene, como tú y yo: y ahora caigo en la cuenta de que el pasado que compartimos empezó a volver el viernes pasado, cuando leí en El País que iban a publicar la segunda parte de aquel relato de Cortázar.


Luego todo se terminara convirtiendo en una guiño hermoso, con poesía, con su sustancia, cuando le cuente a Javier que soñé contigo (cuando le cuento que alguien me gusta, poquisimas veces, creo que solo una, se lía a defender tu espectro con furia: "no encontraras a nadie con aquel misterio y aquella enjundia", me dice). Ya sabes, Javier sigue jodiendo, Javier violencia y ternura. También gracias a ti, y como en un cuento, Javier, ahí, cerca.

Siempre tuve la impresión de que era sobre todo para escribirla nuestra historia, bueno, mi cara de la medalla. Tengo el principio, no creo que recuerdes aquel día, comíamos en el clínico y viniste a tomar café. A partir de entonces cuando iba a la biblioteca de la facultad me sentaba en el pasillo a leer, no te decía nada, me bastaba verte subir las escaleras, tú no me veías mirarte porque era la novia de tu amigo y tú, que entonces eras el filólogo aplicado que venía de repartir pollos, siempre tenías prisa. Y luego aquellos otros diez, quince años, de encuentros y desencuentros. Volví a llamarte yo, entonces aún no sabía por qué había guardado tu teléfono, bajé cuatro pisos corriendo para pedirte que me desintoxicaras: acababa de echar de casa a ese critico literario gordo que convertía en polvo todo lo que importaba con solo mentarlo y que ahora ya tiene prestigio. Luego, cuando tuve un vestido rojo y me iba a casar, el otro novio, el despechado, que conocía mi secreto, te invitó a cenar para intentar desbaratarme; lo logró. O en Asturias, yo venía de una boda en Santander y creo que es la única vez en mi vida que he tenido una aparición: estabas en las escaleras del horreo, ¿o era panera?, leyendo a Tabucchi (no serían Las tentaciones de San Antonio ¿verdad?). Si lo escribiera contaría sobre todo las tardes en las que empezaban las vacaciones en los institutos y tu aparecías en la librería al final de la tarde, con un pastel dulce y otro salado. ¡Cómo no me voy a alegrar de mi cara de la medalla si por aquella pirueta para seducirte conocí a Landero! (y ya ves, lo que son las cosas literarias, a mi vuelta fui primero abducida y luego adoptada por el Circulo Faroni). Tambien había sido por ti, huyendo de ti, en otro alarde literario, lo de cruzar el charco.


Ya no estábamos tú y yo en ninguno de los dos cuentos de Cortázar, ni siquiera con los papeles cambiados. ¡Yo que estaba tan convencida de que siempre nos iba a encontrar en Las caras de la medalla!. No estábamos en ningún sitio pero en el que menos en el tono dolorido. Al menos desde este lado no hay ningún desasosiego, (aunque no me preguntes por qué casi no he vuelto a pisar Barcelona, no entendería verte y tampoco no verte, ¡al tiempo!). Eso si: tiene más sentido mi vida sabiendo que eres alguien que anda por ahí.


¡Vaya nota larga!. Cuando lo único que quería decirte para responder a la tuya es que por favor te cuides mucho.


martes, 6 de noviembre de 2007

Fina estampa



Comparto con Matías progresiones y regresiones sin parar. Mi padre se empeñó en que me apropiara de su biografía, y como es lento y tenaz, todos los días pone a prueba mi paladar con algo que le gusta a él, y después me observa, sin esperar reacciones, solo por mirarme.

Ahora estamos los dos empilados con los Mp3. Mi madre me cuenta que algunos días vuelve de pasear a la perra con la misma cara que si viniera de viaje. Es la música, que lo lleva a Argentina, a Chicago y después nada menos que a África. Y también le van viniendo a la memoria canciones que quiere volver a escuchar, no muchas.


-¿Me harás una transfusión, un poquito de María Dolores Pradera? .

Como esto de los blogs permite decir lo que nunca se hubiera dicho, y hay cosas que deberíamos contar siempre, contare que ahorita mismo, después de escuchar esta canción, el Fina Estampa, con mi padre, y comentar el cambio de lenguaje, el mudar de modos, le he dicho:

-Nacho. A Nacho se le puede cantar esto aún. Él es el fina estampa del mundo literario.

Y me ha respondido

-Pues entre lo que me cuentas y lo que he visto a través de los años, parece que si.

-Además es un vals peruano, encaja, y esta versión le va a gustar.




¿O no es Nacho Fernández para los que tenemos la suerte de conocerlo esa veridita alegre y el caballero también?

(me matan si me ven perder el tiempo mi socio y mi padre precisamente ahora: voy. ¿lo pongo?¿lo pongo ahora o callo para siempre?)

Cirlot




Si tuviera tiempo, si no tuviera dos ordenadores encendidos y mil retos técnicos, además de las tareas normales pendientes, hoy me pondría a contar cosas sobre Cirlot. Sobre su Diccionario de Símbolos, una de mis compañías, sobre sus amores con Bronwyn y las secuelas que tuvo para él ir al cine, y contaría aquel día estupendo en Punta Umbría, la grandísima sorpresa, el banquete de Pere Sousa recitando a Cirlot, fue un placer oír a Cirlot en su auténtica dimensión, la de poeta del sonido, y contaría también como era la cara de Laura cuando me preguntó bajito:
-Pero ¿de verdad te gusta?.

Pero no tengo tiempo. Como aperitivo he elegido dos poemas cortos y retumbantes, de Bronwyn:

Uno con pregunta:

"Mira, son las nubes

¿te subes?"


Y otro para la antología de los pronombres personales:

Tuyo no huyo

Fluyo tu yo

viernes, 2 de noviembre de 2007

Una flor de la mara Salarrué en la casa de la calle Trocadero

Hoy he ido a trabajar de noche, me gusta, leo mucho y hablo mucho con quién está de turno en la limpieza o en la cafetería, cámara en ristre además; esta noche estaba Carolina, que es colombiana y me ha contado historias violentas, terribles, de maras.

Luego, si me espero un poquito, veo amanecer.

Sobre las cuatro me he puesto estupenda y he anotado en el cuaderno:

Recuerda: El primer mandamiento lezamiano es que sea honda y cierta siempre la presencia de la ausencia (creo que eso lo hago bien, cumplo a raja tabla: no necesito ver a quienes más me acompañan). Otro mandamiento lezamiano es encontrar la vida misteriosa y expléndida, no parar de descifrar sus oscuros, hay que estar atenta.

Cuando he llegado a casa, a las siete, he encontrado aquí una nota del Luis Alvarenga,
no lo llamo porque él viene, he pensado, eso también lo decía Lezama, es su tercera pista. Me manda un enlace en el que se habla de la Mara Salarrue y termina así.

"Pero qué bonito fuera que a uno lo asaltaran mareros con pistolas metafóricas, cuchilladas de cerezo, de arroz y de queso , y ver de vez en cuando una pinta en las afueras de los edificios con pedazos de cuentos, versos y silencios desemantizados e inventados para más fregar"


(Bienvenido por aquí Barón Tiburonidas. Vuelve a venir. Tú que eres
el que ve y cuando me dices mirá lanzas tanta luz que leo un fogonazo (aún visito aquel borrador del Ayutuxtepeque 44 que anotaste, no por el texto, por tus anotaciones), ¡me sigues haciendo tanta compañía!. Abrazos gordos a Vladimir, ¡dile a ese maje qué que ondas!, que no sea güevon, que se dé un chance, que añoro oírlo nombrar todas las flores, se nos van a morir sin él a Blanca y a mi mangos, izotes y aguacateros, ¡dile que me pase a visitar, aunque sea por aquí!. Siempre sigo soñando qua nos encontramos los tres en la calle Trocadero y tenemos también otra vida, más y mejor platicada)