domingo, 27 de noviembre de 2011

Una entrada sosa que me encargó una bloguera graciosa


Cuando llegó el sms de María José diciendo: “todo saldrá bien y escribirás una entrada muy graciosa” me sentí como si me pusieran una de mis constricciones, luego descubrí que la entrada graciosa la estaba escribiendo ella. Aprovecho para recomendar sus "escritos daltónicos"

Rebusqué, pero no era inspirador lo que acontecía, era de un agridulce que me recordó a Azcona. Por ejemplo, con el setenta por ciento escrutado, la enfermera guineana que me puso el enema dijo:

-Si quieres te lo ahorro, creo que con mirar la tele vamos a tener las dos los mismos resultados.

Media hora después los hechos empezaron a despeñarse; la compañera de habitación ya estaba sobreexcitada- ¡y que hace una negra trabajando aquí! -dijo, al oír aquello me dio una contracción de las que precisaban gotero y los del PP salieron al balcón. La compañera de habitación sólo tenía un interés: cómo era la mujer de Rajoy, le pareció muy fea y después de repetir dos o tres veces “vaya mierda de melena” apago la luz y se dio la vuelta. Cuando aquella gente gritaba en Génova “soy español” intenté imaginar como sonaría coreado “soy suizo””soy lituano” o ”soy alemán”, probé con cuatro o cinco nacionalidades más y concluí que sigo sin imaginación, como se me empezaba a pasar el dolor apagué también mi luz y me concentré en cómo suena un hospital por la noche y en cómo aplanar el galimatías en que había convertido la cama articulada. Otro juguetito al que tenía ganas de echarle el guante.

Por mucho que las cámaras se obstinen en situarse dónde debería estar la cabeza del paciente mientras atraviesa raudo tantos pasillos, y por mucho que haya intentado acompañar a mi padre en cada uno de sus paseos en camilla, yo sabía que ese ángulo es intransferible. No me dio tiempo a pensar “mamá mírame”, pero mamá me miró y no para de repetir que entré al quirófano riéndome y salí riéndome, y sigo así, feliz y liberada.

Merci beaucoup a todos los que han escrito, llamado y venido a verme. El cariño acelera a una velocidad de vértigo mi recuperación.