miércoles, 11 de marzo de 2015

Bacanal lectora isabelina o a la recherche del Aleph




Por muy bien que se porte la semana nada superará ese skipi del lunes con Isabel, hay ratos  en los que sabes quien eres y quienes son los demás, exactamente, y esa mezcla produce una potencialidad tremenda , y luego, después de la conversación, pensé en la cocina: ¡puchica, nos salvó la tecnología de perdernos, y perder lo que buscamos después de encontrarlo es bien grave!

Con Isabel ya chateaba, mucho y en serio, ni modo, se murieron nuestras madres a la par y volvimos a contarnos después de veinte años. Hace unos días le mandé el curso que estoy preparando y a ella le apeteció hacerlo y yo le dije, cheveré, haz de alumna pilota y me ayudas,ponte a pensar en las cosas y en las casas.

Nos juntamos el lunes por la mañana memoria lectora en mano y atravesamos juntas casas, chozas, terrazas, nidos, conchas, áticos, supermercados, palomares. Ella me convenció de Saramago y yo la intenté persuadir de Borges, ¡Le presenté a Carson McCullers! Ella me recordó "Una rosa para Emili" y algo bueno de Benedetti, y a una japonesa que tengo por ahí anotada. Hablamos de casas diferentes y casas iguales, de champas guanacas y chozas congoleñas, de casas móviles, de patios, de corralas, de Carpentier, de Donoso, de Lowry, de Bernarda Alba, de Joyce, de Ibsen, de Capote,de Poe, de Carver, de Cortázar, de Whitman, del terror gótico y de hospitales, conventos, posadas, hoteles y refugios. De Eco, de Rulfo, de Carpentier, de Calvino, de Perec...sin salirnos del carrilito de las casas.

Todo eso, además del cantadito guanaco de Isabel, me ha sumido en uno de esos febriles y placenteros procesos de búsqueda de no sé qué, pero que sea significativo, sencillo, hermoso, que se deje ordenar, pero no del todo, que sea polisémico, potente, potencial, acogedor.

El lunes hemos vuelto a quedar, y el jueves vuelvo al mundo en Santander.