martes, 2 de octubre de 2007

Repetición y diferencia





Hace un mes o así Ababol me preguntaba por qué etiqueto todo en este blog como repetición y diferencia, y la mayor parte de las veces seguro que es por dejadez (incluso tengo dos repeticiones y diferencias, una con acento y otra sin acento)

Repetición y Diferencia son obsesiones viejas para mí. Me asaltaron por primera vez esos dos conceptos, brillantemente formalizados, en un libro de Gilles Deleuze con prólogo de Foucault que se titulaba así (estaba en Cuadernos Ínfimos, en Anagrama, parece que aún lo estoy tocando). A los veintiséis o veintisiete años deserté del mundo literario y me matriculé en filosofía pura, llegué hasta tercero. Ese librito me rescató y me devolvió a lo que creo que es mi territorio natural, aunque aun disfruto de las excursiones. Esta mañana estaba leyendo un libro de Foucault sobre Raymond Russel y he encontrado esta cita que no puedo dejar de copiar por lo familiar que me sigue pareciendo:


“Repetición y diferencia están tan íntimamente imbricadas una en la otra, y se ajustan con tanta exactitud, que no es posible decir qué es lo primero y qué es lo derivado; este ordenamiento meticuloso da a todos estos textos tersos una profundidad repentina allí donde su chatura y superficial aparece como necesaria. Profundidad puramente formal que abre por debajo del relato todo un juego de identidades y diferencias que se repiten como en espejos, yendo sin cesar de las cosas a las palabras, perdiéndose en el horizonte pero volviendo siempre a sí mismas: identidad ligeramente diferente de las palabras inductoras; diferencia enmascarada por palabras adyacentes idénticas; identidad que cubre una diferencia de sentido; diferencia que el relato se encarga de abolir en la continuidad del discurso; continuidad que lo lleva a esas reproducciones un poco inexactas, en las cuales el efecto permite que la frase idéntica se escurra; frase idéntica pero ligeramente diferente…Y el lenguaje más simple, el de todos los días y todas las conversaciones- el lenguaje rigurosamente chato, cuya función es la de repetir con exactitud y para todo el mundo el pasado y las cosas-, se encuentra preso de entrada en el desdoblamiento indefinido del doble, que lo cautiva mediante el espesor virtual y sin salida de un espejo. El retorno mismo se hunde en un espacio laberíntico y vano, puesto que se pierde en él; vano también porque, en el momento en que se encuentra, se le notifica que lo mismo ya no es lo mismo, ni en este lugar; sino que es otro y está en otra parte, allá de donde viene. Y que el juego siempre puede recomenzar.”