viernes, 4 de mayo de 2007

Lucrecia Martel


Nada mejor que mirar sin prejuicios. Como los presocráticos, cuya mirada siempre es imprescindible porque miraron por primera vez, eso me dije yo a la salida de la filmoteca (gracias Leandro por esos programas suculentos desde siempre) cuando vi "La ciénaga" y tuve la certeza de que me acababan de regalar una mirada nueva, no contaminada, entonces pensé que Lucrecia Martel era imprescindible aunque seguramente pasaría desapercibida.

Ahora acabo de leer una entrevista con ella en el país-olimpo, y me alegro. Dice:

"El cine que a mí me gusta transitar-como espectadora y directora-es el de la ambigüedad, que no genera nada radical, que no va a cambiar el mundo, pero que al menos propone un territorio menos seguro. Política y vitalmente no hay nada tan peligroso como creer que hay un lugar hecho, dado, y que es inamovible"

y dice también.

"Hay un esfuerzo grande por que las cosas sean solo de un solo modo y hay una zona de disfrute que no tiene por qué tener nombre, no tiene por que ser nada. El deseo va por sitios no previstos donde me interesa estar, esa zona donde rotular es difícil: no es amor de pareja, no es incesto pero tampoco una relación común entre hermanos, no es una relación entre chicas, no sé bien qué es, pero me encanta"