martes, 11 de diciembre de 2012

Tojudo, tojudo, mas no, para mí, de autor desconocido.




                                  Jannick Deslauriers


Creo que leer a Girondo me ha dejado el oído goloso y no paro de acordarme de esas frases, esas palabras, que me suenan como campanillas. Esas que suelto, porque no puedo reprimirme, delante de no iniciados, aunque el precio sea deslucirlas explicando su génesis.

Íbamos paseando un amigo y yo, un poco orejas somos los dos, nos precedía una pareja peculiar: él  altísimo, podía haber arreglado los cables de telégrafos subido en una silla, y ella diminuta. Ante nuestra estupefacción, él dijo, después de inclinarse treinta grados:

-Tojudo, tojudo, si tú cambias, yo cambiade.

¡Eso es un conjuro! Exclamó mi acompañante. Yo me lo creí y aún me da por decir tojudo de cuando en cuando. Este verano conté la anécdota comiendo y dejó bien indiferentes a todos, menos a Yeray, que tiene ocho años y no paró de repetir el tojudo, tojudo durante días para regocijo de mi oreja y sin que viniera a cuento. Es muy bueno tener esas moléculas libres de sentido para aliviarse. Lord Miércoles y yo nos comunicamos chevere con el tojudo.

Siempre he tenido buena suerte, aunque de eso uno se da cuenta mucho más tarde. Aquél ático era la bomba, como Charlene. Un par de capítulos bien se podrían titular Puerta de Toledo. Mas no.

El cantadito a Puerta de Toledo nos lo trajo una sevillana  que nos dejó perplejos, imantados, locos perdidos, a los peninsulares y a los nicas. La sentamos en el balancín de la terraza, la pusimos a hablar y era como estar en el teatro. Decía

-Salimos temprano porque queríamos comer paella, mas no.
-Me quería, mas no
-Murió, muy joven, de cáncer, parecía que se iba a salvar, mas no.
-Sembramos coles, mas no.
-Éramos felices, mas no

El giro dialéctico del “mas no” marcó nuestro territorio tribal, y se contagiaron muchos que no habían visto la puesta en escena.

El tercer episodio es remoto. Veníamos de Lisboa en diciembre y caía una nevada espectacular, nos obsesionamos con los frenos y paramos en Sigüenza para que los revisaran. Mis primos de aquel lugar quisieron aprovechar el rato de taller para enseñarnos la catedral. Bueno, ellos no, el mismísimo Dean. Anochecía y estábamos inquietos, pero se nos pasaron todos los males después de oír a aquel hombre.

- Capilla del Cristo de la Misericordia, construida en 1498 por Miguel de Aleas y Fernando de Quejigas. Para mí, de autor desconocido.
-Capilla del Espíritu Santo obra de Hernando de Arenas según un diseño de  Esteban Jamte y costeada por el obispo Fernando Niño de Guevara hacia 1561. Para mí, de autor desconocido.
-Púlpito del Evangelio.Se construyó este púlpito a finales del siglo XVI, Se sostiene sobre una columna cilíndrica de fuste estriado con capitel jónico-corintio, fue construido por el artista Martín de Vandoma el año 1572. Para mí, de autor desconocido.

P. D. Días más tarde de que reapareciera el tojudo descubrí entre las pinzas una coplita de autor desconocido que dejo aquí consignada, por si se me olvida, aunque es difícil con ese ritmillo.

La molinera ilustrada
guarda en el pecho
la monedita alegre
de sus recuerdos.

Decía un papelucho que ahora no encuentro.