sábado, 13 de septiembre de 2014

Hay que atravesar este pasillo entre la vigilia y el sueño.







Crecí pensando que este pueblo era una mina narrativa, pero un día descubrí que no era suficiente con el costumbrismo. Intuí el surrealismo cuando nos hicieron escribir en la escuela una postal para mi bisabuela porque cumplía ciento tres años. No recuerdo el texto de la pizarra, todas las postales eran de la torre de la iglesia, creo que Mosen Andrés  fue el director de la performance. Durante años fue divertidísimo encontrarse con setecientas tarjetas idénticas en la que sólo cambiaba la firma. Daban ganas de hacerse grafóloga.

Han abierto una página de Utebo estos días, qué coincidencia, como si fueran para mí todas esas imágenes del pasado, del que vi y del que oí. Además desde que se ha muerto mi madre ella tiene todas las edades, y yo también. No sólo me pasa a mí, Mapi dijo el otro día cenando:

-Yo quiero que venga mamá.

Y me gustó.