jueves, 23 de mayo de 2013

Memorias lectoras.







Parece que se lee menos cuando se lee lo mismo. El prestigio del consumo que todo lo invade. Lo que cotiza en el mercado no es conocer a unos pocos bien, sino a muchos mal. La apariencia de diversidad.  Musil decía que todas las esferas de la existencia están regidas por una mentalidad de comerciantes. Yo diría que, ahora, de tenderos. En todo caso yo sigo disfrutando más que de cualquier otra cosa de eso que he dado en llamar no muy exactamente "lecturas de anticipación". Me produce un placer especial saber que voy llegando a lo que busco. Ayer fue este párrafo:

"Pero Ulrich había estado a punto de decir otra cosa, una alusión a "los problemas matemáticos que no admiten una solución general sino más bien soluciones parciales cuya combinación permite aproximarse a una solución general". Hubiera podido añadir que el problema de la vida humana también le parecía de ese tipo. Lo que se llama una época (sin saber si con ello debe entenderse siglos, milenios o el breve lapso que separa al escolar del abuelo), ese amplio y libre río de situaciones sería entonces una sucesión desordenada de soluciones insuficientes e individualmente equivocadas, de las que sólo podría resultar una solución de conjunto exacta cuando la humanidad fuera capaz de asumirlas todas. En el tranvía que lo llevaba a su casa, siguió pensando"

El hombre sin atributos Vol 1, parte II.

No sólo leo a Musil. Las Lolas me han encomendado que escriba sobre un libro durísimo y estupendamente escrito: Una mujer en Berlín. Y tengo pendiente la reseña de las cartas de amor de Dylan Thomas, que al principio me entusiasmaron, por lo que tenían de correspondencia intelectual y al mismo tiempo sensible, pero poco a poco me han ido aburriendo, cuando se han vuelto sólo amorosas y muy desesperadas.