martes, 21 de diciembre de 2010

El gato asmático de una casa magnética

Con el montón de gente, vida, frases, ideas, confesiones, confusiones, carcajadas, juegos, complicidades, planes, sobrentendidos, reencuentros, abrazos, verbalizaciones, impresiones y aguaceros que se han sucedido sin tregua, y yo he venido todo el viaje pensando en el gato de Gonzalo y Paloma, que es asmático y dormía estos días a los píes de mi cama.

Tenía un par de ataques durante la noche, entonces daba la impresión de que llevaba a varias personas dentro. Cuando se ahogaba arañaba las sábanas, un poco, pero no pidiendo atención, ni compulsivamente. Sin molestar. Lo tenía que esquivar porque me daba calor en los píes, pero me agradaba que estuviera, me fascinaba ese modo de estar; tan discreto y autónomo cuando sufría como cuando se aliviaba.

Parece que los dos nos habíamos reunido allí para que el gato me recordara aquello, imprescindible, que decía Lezama:

"Si llegáramos a un planeta desconocido, comprobaríamos el sortilegio de la respiración, cada espiración una interrogación que no concluye, cada aspiración o inspiración un oscuro que nos aclara y que nos es necesario"

La imagen es de Maruja Mallo