sábado, 27 de diciembre de 2014

Loa a Los Borrajas.




Descubrí que estaba más serena que deprimida ayer, cuando mi hermana hizo un gesto y todos nos pusimos en fila al unísono, los chicos para el llevar el féretro y nosotras para coger las flores. Aún sigo teniendo esa intensa tristeza con paz, ese sentimiento que produce pasar un día con mi familia, convertidos en moléculas que se abrazan.

Los borrajas nos queremos sin fisuras,  los 20 primos, sus 16 consortes, su innumerable prole y sus consortes y sus hijos. María Jesús, que era la vecina pequeña de mis abuelos y mis tíos, dice que la artífice de tanta armonía fue mi abuela, que tenía una sabiduría natural.  David me dijo que mi madre era el núcleo y también que individualmente tenemos muchísimos defectos, pero juntos somos la maquinaria humana mejor engrasada que conoce.

Ahora me arrepiento de haberme perdido tantas bodas, ¡pero para qué me hice yo objetora nupcial! Parece uno de sus suaves castigos, sueño que voy a comprarme ropa para una boda con mi madre una noche sí y otra también.

Ayer, en nuestro cuarto funeral de este año, estaba pensando que tenía que escribir esto. Decirles, ya correrá la voz, que no me imagino estos horribes meses sin sus cuidados, sin sus abrazos, sin sus mensajes, sin sus llamadas. Que son una de esas fortunas raras los borrajas, y han sido la mejor escuela de convivencia y respeto que una pueda imaginar.

P.D. En la boda de mis bisabuelos había ternasco, cosa extrañísima en la época, pero contando con que la bisabuela Lamberta ya era transportista, se dedicaba a hacer recados de Utebo a Zaragoza con un burro y un carro, pues la mujer que era viva lo consiguió, pero parece que al otro, que era miope y "más desustanciao que el agua fregar"  se le ocurrió decir "yo lo que me comería es un plato de borrajas" y desde entonces está aumentando la mata, a estas alturas nos encanta ser los borrajas.

En la foto unos cuantos artífices.