jueves, 23 de diciembre de 2010

¿Qué puede uno contar sin un gran impudor?


La imagen es de Rufino Tamayo, se titula Hombre mirando pájaros, y todo lo demás, título incluido, de Elias Canetti, de Apuntes y de La provincia del hombre:

-La verdad es un mar de briznas de hierba que se mece al viento; quiere ser sentida como movimiento e inhalada como respiración. Solamente es una roca para quien no la siente ni respira; y éste deberá golpearse la cabeza con ella hasta que sangre.

-Lo más difícil será no odiarse a sí mismo, no sucumbir al odio, aunque todo está lleno de él, no odiarse sin motivo, ser justo con uno mismo como con los demás.

-Enigmático es el sistema de los prejuicios. De la consistencia, el número y el orden de éstos dependerá el que un hombre envejezca con mayor o menor rapidez. Tendremos un prejuicio donde quiera que temamos una metamorfosis. Pero no nos libramos de ella: la recuperamos con gran fuerza y sólo entonces volvemos a quedar libres. No es que podamos retrasar indefinidamente metamorfosis que ya hubieron debido realizarse. Ellas mismas nos lanzan en la dirección opuesta, pero el hombre tiene un alma elástica y tarde o temprano recae de nuevo en ellas con seguridad y energía. Muchas metamorfosis son marcadas por los anatemas de los mismos padres; éstas son las más peligrosas. Otras llevan el odio de toda la humanidad, en ellas recaen sólo unos pocos espíritus selectos. Quien se metamorfosea mucho necesita muchos prejuicios. Éstos no deberán ser un estorbo en un hombre muy vital, al que hay que medir en función de sus oscilaciones y no de aquello que lo retiene.

-Todo cuanto apuntamos aún contiene un ápice de esperanza, por más que provenga de la desesperación.

-Nada peor se le puede hacer a un hombre que ocuparse exclusivamente de él.

-En la boca de algunos la palabra alma suena como la quintaesencia de todo aquello que tememos y odiamos, y quisiéramos convertirnos en una locomotora para huir resoplando y a toda máquina.

-Podemos tocar la infelicidad del mundo entero en un hombre, y mientras no lo demos por perdido, nada se habrá perdido, mientras él respire, el mundo respirará.