martes, 23 de diciembre de 2008

Al borde de la pizarra



Y de la súmula nunca infusa de excepciones morfológicas, me acuerdo de la pizarra de Ayutuxtepeque 44, del taconeado seguro del clarión en el encerado, de la otra conversación, la de la pizarra.

Del polvo de la tiza. Del borrador.

Cómo no, de un párrafo de Paradiso:

"-Éste es, éste es-decía el bulto aclarándose, en un ingurgite empotrado, como si los ojos le fueran a reventar en la redoma de su mundo de brumas-. Éste es-continuaba-el que pinta el paredón. Éste es, decía mintiendo, el que le tira piedras a la tortuga que está en lo alto del paredón y que nos sirve para marcar las horas, pues sólo camina buscando la sombra. Éste nos ha dejado sin hora y ha escrito cosas en el muro que trastornan a los viejos en su relaciónes con los niños.

Cemí, despues de sumar esta ringlera de espantos, estaba espantado. No tropezaba en el cristal de su redoma, como el gritón, pero había abandonado su realidad y navegaba"

José Lezama Lima Paradiso Capitulo II