jueves, 11 de abril de 2013

Divertimentos



Ángels Ribe


Ensayo para hablar conmigo misma como lo hacen los escritores importantes, como con alguien remoto.

El mejor ejercicio es darse órdenes. Práctico mucho,  incluso me doy órdenes de otros y en francés, por ejemplo esta de Char:

“Enfonce-toi dans l´inconnu qui creuse. Oblige-toi à tournoyer”.

Tampoco viene mal darse consejos:

La afectación  sólo es llevable durante la primera juventud, la afectación en alguien talludito produce espanto,  ridículo cósmico-me digo, impostando la voz.

O repetirse frases tranquilizadoras:

Casi todo es verdad, pero no simultáneamente.