viernes, 26 de octubre de 2007

Desayunando con viejos enseres y un sobrino nuevo










 Gilbert Garcin

  


Sara, que es la hija de Nines y Miguel, vive alquilada en la casa que era de Teresa, que es la compañera de mi ex-marido, Roberto. Hoy he ido a desayunar a casa de Sara para conocer a su hermano, Leo. En casa de Sara hay un montón de cosas que en algún momento fueron mías y la mañana empieza divertida:


-Sara tira ese cuadro, que es horrible
-Pero es de Roberto
-No, es mío, tíralo, es un cuadro dañino, los cuadros son tuyos son tuyos, no son como las cacerolas, y Roberto va a entender que lo tires si te lo digo yo, o lo tendrá que entender, vaya. Si lo quiere que se lo lleve, pero que no te lo endilgue a ti.

Al menos tres minutos hemos estado mirando el cuadro las tres:

-¿Tu sabes qué es esto?, ha dicho Sara acercándose con cara de susto y señalando con el dedo.
-¡Pues claro que no lo sé! y eso que lo he intentado durante años, ¡sé que intenta ser algo! ¿por qué crees que te digo que lo tires? no da ningún placer y provoca muchísimas preguntas sin respuesta, no pierdas el tiempo, ya lo perdí yo. Haz lo que quieras, nadie escarmienta en cabeza ajena
-Aprovechando que has venido, mira, ¿puedo tirar este armario? detrás pone Marta Sanuy y es horrible.
-No sé qué decirte, eso pregúntaselo a Roberto, además está en casa de Teresa. Lo del nombre no es un argumento.
-¿Te acuerdas de cuando Roberto te devolvía las cacerolas por los bares porque eras incapaz de sacarlas de su armario y terminábamos bailando, de garito en garito, con las cacerolas? Ya me lo dice mi padre, los divorcios no son lo nuestro, no aprendemos nada de la tele. -Interviene Nines.

Luego nos hemos pasado a las pasiones matemáticas:

-He calculado que hay la misma diferencia de edad entre Sara y yo que entre Leo y Sara, cuando tu hermano tenga tu edad tu tendrás la mía, con ese dato te puedes ubicar un poco. Me da mucho por los cálculos gilipollas, me chifla hacer cuentas inútiles.

-Espera…yo te conocí con siete, pues si, me puedo hacer una idea, me sirve.

-¡A mi también me da por las matemáticas!, calculo las distancias a sitios a los que no voy a ir y así sé cuanto tiempo no me va a costar, ¡pero con la seriedad de un camionero!

Dice Nines, y empieza a confesar sus mil cómputos.

Al niño no le hemos hecho mucho, mucho caso, nos hemos ido a fumar a la cocina. Físicamente no se parece nada a Nines y yo no conozco aún a su padre. Nines dice que tiene ganas de que tenga por lo menos cinco años. Sara se queja, ella es ahora más parecida a como éramos nosotras cuando nos conocimos,

-¡Déjalo en paz mamá, que tiene tres meses!.

Sara está en una étapa más serena que nosotras.

-Nosotras ya fuimos maduras cuando teníamos su edad- ha dicho su madre-. Bueno tú no Marta - ha rectificado- y no te me pongas Rosa Maria Sardá.

Sara se ha ido a la Universidad y Nines y yo nos hemos quedado comentando “Escenas de un matrimonio”, la volví a ver anoche.