Otro de los motivos por
los que me gustaría ser libro es para recorrer discretamente muchas
casas, claro, existe el riesgo de ser uno de esos que no salen de la
estantería, con los lomos pegados a otros dos que están igual,
condenados a un plano fijo y a que, de cuando en cuando, les haga
cosquillas un plumero.
Ayer me devolvió Inés
“El Refugio” de Eduardo Haro Tecglen, que era de mi madre. Hace
unos años tuvimos uno de esos proyectos que no terminamos pero de
los que tanto aprendemos ,y queríamos empezar por entrevistar a
Vazquez-Montalban, pero se murió. El siguiente era don Eduardo y
nosotras nos pusimos un poquito supersticiosas. Pero no hubo
escapatoria, vino a dar una conferencia a Zaragoza y fui con mi
madre. ¿Por qué estuvimos los tres solos en el inmensa sala tanto
rato? No sé. Pero me dijo:
-Te impone ¡a que sí!
eres una cobarde, acércate ahora mismo.
Y allí fuimos, yo le
tenía guardado el recado de un Salvadoreño y no hizo mucho caso,pero se entusiasmó
cuando le conté lo que queríamos hacer y dijo que la entrevista
cuando quisiera. Nos quedamos los tres
sentados en un banco, charrando un rato.
Después de la
conferencia encontramos a Almenara y a un par más de respetables y
nos fuimos de vinos.Luego, por
supuesto antes de la entrevista, murió Don Eduardo, y ahí nomasito
suspendimos el proyecto.
Quién iba a tener ese
libro sino Inés, si los libros que se van una temporada a otras
casas es porque viajan en el torrente de una conversación de mucha gente. Por eso, esta tarde, me lo voy a volver a leer.