domingo, 12 de febrero de 2017

Hasta siempre, camarada.







Ya hace un buen rato que lo sé . Sé  que se ha muerto Vicente.  Pero hago como que  no se ha muerto.  Hay gente con la que has hablado tanto y tan bien. Entonces  se produce el intercambio  molecular irreversible.

A mitad de cena ha llegado un mensaje de voz, uno de esos cálidos batiburrillos con los que me abraza Inés desde lugares próximos y remotos. Me contaba que se había muerto el padre de un gran amigo suyo: Darío.

Entonces sí me he visto quitarme el delantal ceremoniosamente. Y he recordado a Darío pequeño, y he visto a mi madre y a Vicente dale que te pego en el bar. Solucionando el mundo.  Y he reconocido poco a poco ese montón de moléculas dispersas que me habitan y son de Vicente Ferrer, y que aquí se quedan de momento. Dando toda la guerra que sepan.