miércoles, 16 de abril de 2008

Conatos de ser



Porque la vida no puede soportar a la razón cuando ésta no se ha dignado contar con ella, cuando no ha descendido hasta ella ni ha sabido tampoco enamorarla para hacerla ascender.

Trabajo de noche y he venido con
María Zambrano, voy de María Zambrano a los camioneros insomnes que eligen pipas, botellas de agua y revistas pornográficas a las tres de la mañana. Sigo leyendo y una hora más tarde reaparece ese personaje con el que tanto me encuentro últimamente.

(...)Job preguntó por sí mismo, disparado por su desesperación, por su exasperada esperanza.(...)Sin una profunda desesperación el hombre no saldría de sí, porque es la fuerza de la desesperación la que le hace arrancarse hablando de sí mismo, cosa tan contraria al hablar


María Zambrano habla de La Confesión como género literario en este diminuto librito lleno de sorpresas. Sobre las cinco empiezan a llegar los trabajadores de GM, el ritmo pasa de hipnótico a robótico. El agua, las pipas y las revistas pornográficas se convierten en el Heraldo, una barra de pan y 20 euros de gasolina sin plomo.

Doña María sigue hablando de la realidad presentida que buscamos. Dice:

Y es el mayor tormento tal vez, reprimir la acción, encubrirse sabiéndose transparente o casi transparente, pues cuando los demás no comparten, aunque sea en un grado mínimo la transparencia, les causa sólo rencor.

Viene el relevo.

-Claro maja, porque no vienes nunca te ha gustado

Dicen Alfredo, Sonia y Claudia al unísono

¡Vaya encuentro, casi simbiosis también, el de
Lezama Lima con María Zambrano!

Blanca Diego Vicente pasó años preguntándonos:

-¿Pero qué es la imago?

Hasta que ya no tuvo que preguntarlo más

Me quedo a desayunar pero hoy no tengo instinto cazador, me quedo sólo por
hacer tiempo, este amanecer visto desde el río va a ser exactamente lo que necesito. El conato de ser.

La imagen es de
Cerith Wyn Evans