miércoles, 6 de noviembre de 2013

Cuarto y mitad de un sábado de miedo.



Mi amigo el jardinero tiene un problema de optimismo agudo que le pasa facturas, pero es imbatible, las paga con una sonrisa de oreja a oreja. Aunque está todo el día viendo crecer cosas, o no crecer, sigue negando el cambio climático, cree en la inmutabilidad del agro. Este año se le han helado dos floradas de tomatera mientras nosotras, las lentas e ignaras, recogíamos tomates por doquier. Da igual, no nos dará la razón.

Pero cuando más me gusta Miguel es cuando empieza a decir de una manera compulsiva que la gente es maja:

-¡Pues no te lo digo yo! Que la gente es maja, maja, maja. La gente es muy maja, Marta, muy, muymuymuymaja.

Vaya que si quieres seguir hablando no te queda otra que discrepar y recordarle a todos los cancos que hemos conocido juntos en los últimos treinta años, aún sabiendo que el otro seguirá ahí, con su mantra, y le darán igual las pruebas que aportes.

Lo anterior viene al caso porque volví de Huesca repitiéndome ininterrumpidamente:

-¡Qué majos!¡qué majos!¡qué majos! Orencio, Raquel, Mario, Luis, Miriam, Mikel, Daniel, Ana, Marcos, Leire, Marina, sus padres, Pilar, su compañero,Justo, Carmencita, Anica.¡Y el guía de Loarre!
¡qué majos!¡qué majos!¡qué majos!

¡El guía de Loarre merece linkaparte!  Ese performer erudito, anónimo, y con sorna(1), nos trasladó al siglo XI  en décimas de segundo. Era un saltimanqui, bordeaba el perímetro de cinismo con tonito cantarín y en el último momento nos salvaba, recién salido de un capitel se indignó, muchísimo, porque los campesinos no podían comprarse una cota de malla, ¡de dónde iban a sacar los trescientos salarios! Un tímido curtido en la extroversión y bien ensayado. Un apasionado de la historia.  (como Luis, como Inés, hay dos fábricas interesantes en Zaragoza, la de filólogos y la de historiadores)

Siete personas nos fuimos abducidas del castillo. ¡Vayan!


(Y ya paro, ¿no? No me cabe lo que queda de día ni con calzador)

1-Los genios de los sitios son como las recetas. Basta saber el ingrediente principal para explicárselo casi todo. El ingrediente principal de los aragoneses es la sorna. Que es buena cosa, porque si estás nublau  te aclara y si estás eufórico te entristece.