domingo, 26 de abril de 2015

Herberto Helder

 

 Nils Udo

Essa cidade, gota sombria 
 
Quería tocar la cabeza de un leopardo loco, su lujo
mandibular. Sentir que los dedos se volvían
de granito. Sentir que la deslumbrante
resaca de pelo
bajo me arrebataba furiosamente los cinco dedos.
Como cinco balas de granito.
Una estrella voltaica.
Y tragarla. Y que de pronto toda aquella púrpura nocturna
entrara dentro de mí, de la mano a la cara.
O una herida que me cogiera de pierna a pierna.
Que entrara en mí
la fábula de la demencia y de la animal
elegancia. Sé que la sangre me puntúa, y me estremezco
de poro a poro
con tanto oro sudado que me envenena.

Sé que toco.
Que hay una combustión en las partes sexuales
de mi muerte. Y si miro ese espejo exhalado
de mí mismo, veo
perlas, la anestesia de las perlas. Pero
el fósforo se precipita donde
se enfría la carne, y se vuelve ligera. Y un dolor
instrumental, mi propia música
descubierta, me atrapa como el sonido atrapa
los tubos de un órgano.

Y entonces ninguna razón me oscurece más allá del crimen,
de la metáfora directa
de un leopardo alunado como una joya. Y él levanta
su constelación craneal. Su boca avanza, límpida
llaga
hasta mi rostro. Y en este espejo de las cosas de repente
unidas todas, me besa por dentro hasta
el corazón.
En el centro.
Donde se muere el silencio central

Ejemplo de descripción psicológica



No creo que se me ocurriera. Lo debí leer. Da igual. Decía:

"Es ese tipo de ser que nunca cierra los grifos del todo"

jueves, 23 de abril de 2015

Aquí un día allí un año



Cada vez me intrigan más esos momentos que se clavan como un dardo en la memoria sin previo aviso. Ni siquiera sé si son esos los momentos de absoluto. Creo que no siempre. En todo caso los recuerdos de cosas exactas que no hay manera de sacar del magín se pegan la vida jalándome atención:

Entonces me paró un chico delante del cafetín de letras, en la U, que era una mezcla de Universidad y Selva en la que la gente hablaba y hablaba y se conocía, y me dijo: 

-Disculpe, pero ¿es usted quién le dejó las gregerías de Gómez de la Serna a un chavo que se llama Fran y estudia sociología? porque ese chavo se lo dejó a un chero mío que me lo prestó y ese libro me ha vuelto loco. ¿Podemos tomar un café y comentarlo? 

Como era librera arruinada me fuí llevando la biblioteca y poniéndola en circulación. Nunca he visto más afán que en el San Salvador de después de la guerra, ni lecturas mejor conversadas, ni más rebusque. ¡Había tan pocos libros! No es por dadivosidad por lo que se quedaron tantos míos allí, es porque aún siento el gusto que da la certeza de saber que eran buenos y que los siguen leyendo. ¡Me salí con la mía! ¡Con las veces que había dejado libros en el sillín de la bici para que me los robaran y nada!¡Con las veces que me dijo mi madre “deja a la gente en paz, si no quieren leer que no lean”! 

La foto se la robo a una gran lectora salvadoreña, Isabel Villalta.

lunes, 20 de abril de 2015

No hay palabras "Hay cadáveres"





Después del naufragio de ayer no he parado de acordarme de ésta entrada en un blog que leí hace un tiempo.



Bajo las matas
En los pajonales
Sobre los puentes
En los canales
Hay Cadáveres

En la trilla de un tren que nunca se detiene
En la estela de un barco que naufraga
En una olilla, que se desvanece
En los muelles los apeaderos los trampolines los malecones
Hay Cadáveres

Néstor Perlongher

sábado, 18 de abril de 2015

El espacio y la infancia



El espacio y la infancia, qué gran tema. A aquellas escuelas tan bajitas parece que les habían salido unos hijos muy altos, las aulas de ladrillo rojo y techo bajo dejan más recuerdos. Cruzando el recreo estaba el edificio de dos pisos donde habíamos hecho preescolar, que entonces se llamaba párvulos, y detrás estaban “los pinos”: un territorio prohibido para que no pisásemos unos esquejes que nunca crecieron. Para nosotros aquel era el rincón del riesgo y, por lo tanto, el de la intimidad. Si alguien te proponía ir a los pinos es que te ajuntaba tanto que quería transgredir contigo.

Tuvimos unos proferoses mero raros todo el rato, pero es que el ser humano es raro y lo ha sido siempre. Doña Trini nos daba los exámenes para pasarlos a limpio en casa, Doña Ángela se dormía y nos decía que nos quedásemos allí, que no saliésemos, que el mundo era una mierda, Doña María Luisa estaba obsesionada con las pelas y un cerdito y aún me estoy preguntando por qué los que perdían tenían que besar la bandera en la clase de Don Agustín ¿no es al revés? Sus clases se organizaban con dos filas, una de chicos y otra de chicas, había dos niveles de competición, dentro del grupo y contra el otro, las preguntas las preparábamos nosotros. Teníamos nueve años y Davila y yo hacíamos un poco de trampa, ahora ya se puede contar, no era por competir, era porque nos entusiasmaban las láminas de cuadros del Aristos.

Algunos días me doy cuenta de que sigo haciendo lo mismo, elegir preguntas y buscar imágenes.

Davila desapareció cuando teníamos nueve años y esta mañana ha vuelto a reaparecer. Esa reunión de los que íbamos a la escuela y cumplimos cincuenta me va a devolver, estoy segura, muchas imágenes perdidas.


jueves, 16 de abril de 2015

Para más confusión



                                         


 para más confusión de mi cuidado.
                                                     Fernando de Herrera


El enigma ni se desplaza: come en tu mano
E inventamos traspiés. Inventamos tendencias
y manifestaciones. Nos inventamos

Hasta que conseguimos vernos temidos
por una de esas vírgenes regionales
y descascarilladas
que llevan los taxistas entre la radio
y una rosa, cremoso eón, de plástico.

José-Miguel Ullán

miércoles, 15 de abril de 2015

martes, 14 de abril de 2015

En condiciones normales deberíamos ser capaces de notarlo todo.



No sé de dónde me he sacado esa frase, pero también me persigue. ¿Será mía?

(Notar, anotar, ese campo semántico que me talonea. Y otra vez no sé de quién es la foto)

lunes, 13 de abril de 2015

Del qué hacer al quehacer.




Ebon Heath



Puri me contó por experiencia que pronto haría todo lo que quería mi madre que hiciera, y ahí estoy,  aprendiendo inglés y utilizando el aceite hidratante.

-Entonces, me quieres decir que no sabéis en qué idioma hacer las reuniones porque Wiep no habla español y tú no hablas inglés. ¡Qué mala es la pereza hija mía! ¡vaya decisión idiota no hablar inglés!

Alguna vez también dijo que conocía a gente mucho más tonta que yo que publicaba libros. Pero ese no era un capítulo importante.

El otro día presentando el libro de Paco me acordé de eso. No se me puede acusar de amiguísmo porque hay muchos amigos que escriben libros que no me gustan y el de Paco Inclán me gustó de verdad, aunque lo supiera de antemano.

En ese coctel de performance, antropología, literatura, crónica y borrado me encontré con lo que buscaba, exactamente.

-¿Pero, para qué quieres aprender inglés si ya sé yo? ¡Qué pérdida de tiempo! ¡Con las cosas que tienes que hacer!

Dice la canca. Esas dos siempre polemizando en mi cabeza.

Y es verdad, tengo muchas cosas que hacer, escribir la reseña de “Todo Mentiras” y la de “Moo Pak” : cuesta sudores que Pepito te recomiende un libro y siempre que lo hace vuelves a la euforia de cuando tenías pocos años ¡Un librero que recomienda poco! ¡Qué suerte tengo!



domingo, 12 de abril de 2015




El ensimismamiento en esta ocasión también tiene que ver con que me apróximo al medio siglo y he decidido aprovechar para hacer listas, darme órdenes, refrescar lo aprendido, intentar sacar las basurillas. Hace poco leí en algún sitio que en la primera etapa de la vida hay que crearse un ego enorme y en la segunda desmontarlo e ir tirando las piececitas a la basura.

Pensé que el primer mandamiento que quiero darme es “no juzgaras” pero enseguida se me salió la interlocutora.

-¿pero, tampoco a los que juzgan?
-tampoco
-¡qué megalomanía de mandamiento! eso es inalcanzable.
-mejor "viaje a la suspensión del juicio"
-mucho mejor.


(ésta manía de anotar, mi madre también la tenía, mi hermana guarda mil sobres con recados que parecen cuentos y a saber qué escribe Matías en esa libreta, con esa letra regular, inclinada, menuda. No anoté de quién es la foto.)

viernes, 10 de abril de 2015

Una higiene vaporosa: el silencio.





Mira Shendel




El silencio me lo enseñaron entre Blanca y Carlos. Ese indio podía pasar muchos días sin hablar, hasta que en el momento menos pensado paraba el tráfico de la casa:

-Me pueden escuchar, tengo algo que decirles.

Y lo escuchábamos tres o cuatro horas porque merecía la pena.

Me costó mucho aprenderme el silencio, arrancarle la etiqueta de “tensión” que llevaba tan pegada. Tampoco me ayudó que estuviera por allí Joselin raca raca raca, explicándome que estaba intoxicada de cháchara.

Luego aprendí a zambullirme en los días sin palabras. Aprendí a separarme de mi rumrum mental y palabrero como de una grasa que me estaba tapando los poros y dejándome sorda. Dejar de emitir es como llevar el cerebro a la sauna para que respire.

A mí también me gusta decir a la vuelta.

-Me pueden escuchar, tengo algo que decirles.

domingo, 5 de abril de 2015

Desconexión en El Romeral







En el romeral pasan cosas de película francesa. Estos días la maestra los ha pasado correteando detrás de Valerian, un rumano con motosierra, y yo mirándolos encantada desde la ventana de la cocina, inventando dietas blandas: hojaldres con berberechos y vino blanco, por ejemplo.

Se sentía como si le hubieran crecido los arbustos en el subconsciente, nos pasa a los que tenemos matitas, si nos las cuidamos nos invaden. Por muchas hortelanas que fuésemos aquello no se podía acotolar, que dicen por aquí, era una selva El milagroso trueque que ella esperaba llegó, se lo propusieron los rumanos del huerto de al lado, que además allá trabajaban como forestales, a cambio de la limpieza llevaran el campo que nos vino tan grande el año pasado, nos sobra trozo aquí dentro.

María Jesús está contenta también porque mi tía Emma y yo ya hemos podido volver, su casa nos recuerda tanto a mi madre que la habíamos estado evitando sin darnos cuenta. Durante la comida al sol la leguleya me cuenta que mi madre y mi tía le parecían actrices cuando era pequeña, que para ella que se habían escapado de una película italiana aquellas vecinas tan guapas que llevaban panalones, iban en moto y tenían tocadiscos. Luego cambiamos de tercio y se indigna:

-Pero en qué cabeza cabe que colaborar sea ilegal. Pues es ilegal, si ven que mi vecino me ayuda a podar o se cae del pino a mí se me cae el pelo. Y no hablemos del sufrimiento que me producía ese montón de tierra yerma. Pero te despiertas un día y ahí está el hombre que buscabas, el vecino de la motosierra y ¿cómo no vas a transgredir? Transgredes Martita, por mucho que te sepas los númeritos que te acusan.

Luego se pasa a la medicina:

-A ver si me diagnosticas bien y me explicas porque en Zaragoza me duele todo y aquí nada.

Le dice a Concha, que se ha sumado a la comida de la que no sabía nada hasta las tres y que le hemos completado con dos huevos fritos recien puestos del gallinero de al lado. (quiero mucho a la gente que improvisa)

Emma llega al café y Susi nos enseña su delicadísimo herbario: tengo que conseguir hojas de tilo no he visto filigrana más sútil.

La colección de aceites sigue aumentando, el de gengibre es efectivo para este horrible dolor de muelas.