viernes, 1 de agosto de 2014

Sobre escribir, desbarrancarse y reposar.



Barriendo para casa 

Y ahora resulta que los que saben mucho sobre literatura no saben escribir, impresionante,  habrá de todo, digo yo, porque me parece insostenible la afirmación contraria: los que todo lo ignoran sobre literatura escriben de puta madre. Lo malo no es saber poco, sino preciarse de ello y considerar el conocimiento un veneno para nuestra excelsa y pura sensibilidad. No  fueron ignorantes Cervantes, Vallejo, Max Aub ni Thomas Man, ni Gracian, ni Cirlot, ni Viñals, ni Panero..ni...

La diferencia está entre sentirse un artesano o sentirse un artista. Quien escribe no es más que un poste que recibe alta tensión y la prolonga. Esa alta tensión proviene de la literatura y nos atraviesa para salir otra vez convertida en literatura (o no). Luego están los que deciden tener un don y creen que también es especial su sentido del lenguaje, pero a mí no me entretienen nada los remakes de la inspiración romántica.  Ah, y los artesanos sí aprenden, la artesanía sí se enseña, viva el desdoro de pensar con más cabezas y de recibir buenos consejos. 

El reposo

Es excitante caerte por un barranco, por la noche, en tu propia casa. Sobre todo si sólo son rasguños y tienes localizado el algodón, el agua oxigenada, y además encuentras las gafas después de rodar como una croqueta. Cuando he llegado al final he hecho un parón cósmico: había que  mirar  un rato las estrellas.
 Estira los dedos y cuenta hasta diez, repite Matías desde que tengo memoria.

 He visto, por fin, el aguacatarero más alto y ya sabía dónde estaba, al lado del cerezo, he rodado un rato, menos mal que, como Martín iba de té, me he animado y me he puesto un ibuprofeno de postre, sino hubieran tenido la culpa los gin-tonics.   Remontar era una tontería,  estaba en el mero caminito. Martita, me he dicho, a por el algodón y el agua oxigenada, y a reparar los daños.-

Siempre fue peligroso guiar los pasos sólo con el olfato. La culpa la han tenido José y mi madre, tanta turra con el dondiegodenoche, otra adicción.

Me he levantado con el tobillo regular, poca cosa pero cojeo, René me ha recetado agua fría y caliente y reposo, Martín me ha puesto el café y la sombrilla,y me ha llegado un libro de Paco Gómez Nadal.