martes, 16 de junio de 2009

Veinte años atrás


Llevo poniendo ese ejercicio de encontrarse con uno mismo con unos años menos demasiado tiempo, y no puedo hacerles esta faena a los demás y salir de chiquitas.

Anoche, que cumplía 44, cené con la de 24 (un torbellino emocional recién casado)

Un rato antes me llamó Roberto, para felicitarme, no le conté mis planes pero me los facilito. Sucede. ¡Cómo nos hubiéramos divertido Roberto y yo con el youtube! También es verdad que ¡nos divertimos tanto! ¿Cabía más?¡Parecía un musical, de los buenos, nuestra casa! ¿Te acuerdas Antonio de La calle La Habana, aquella otra pasadera de gente? Había temporadas en las que no hablábamos, pinchábamos, cantábamos, cocinaba y bailábamos.

Así que como esas dos de lo primero que hablaron fue de ti Robertino (aunque la de 24 sólo de música habla) Y como la realidad es un líquido infinito en el que te caes y en el que braceas, y además quedamos en que me ibas a visitar en el blog.

pues eligieron esto hijo, yo qué sé, es que lo que salió





Martita fait du theatre?, eso estás pensando ¿eh?. Anda mándame el teléfono de Nines que me han entrado ganas de ponerme Sardá. Y merci, fue un gran regalo





Nocturno nº 44 (apuntes)




Abundaron los momentos de absoluto en Madrid Sur estos días. Habrá que rescatar alguno, pero hoy, extraño lunes, el que más recuerdo es el de leer, a la vela, con el colchón metido en el balcón, cuando aún no refrescaba, a Rene Char (traducido por Jorge Riechmann)

¡Qué calor! Y todas las ramas paradas al mismo tiempo, qué miedo da tanta quietud, esa parálisis de los veranos.

Mientras, decía Char:

Gozo

¡Con cuánta ternura ríe la tierra cuando la nieve se despierta encima de ella! Día tras día, yacente besada, llora y ríe. El fuego que la evitaba se casa con ella apenas desaparece la nieve.

El cuadro es de Cy-Twombly