martes, 29 de septiembre de 2015

Jack Spicer




Hay verdadera pena en no tenerte así como hay verdadero dolor en no tener poesía
no totalmente en cualquier caso como consuelo, solución, fin a todas las tragedias menores
pero, en cualquier caso (poesía o tú)
como compañero de cama.
Contra la corriente de los rododendros y otras imágenes que no hemos visto juntas
he visto tus labios cerrados y llego sudando a casa.




Para ti construiría todo un universo nuevo pero tú obviamente encuentras más barato rentar    
   uno. A Eurídice le pasó lo mismo. Regresó al infierno insegura de qué otro tipo de casa    
   construiría Orfeo. Yo lo llamo “muerte-en-vida y vida en-la-muerte”. Herido
por una flecha en la espalda, el presidente Kennedy pareció ponerse rígido un momento   
   antes de asumir su lugar en la historia. Eros
hace eso.
Te di mi mano imaginaria y tú me das tu mano imaginaria y caminamos juntos (en la   
   imaginación) sobre el suelo terrestre.  


Traducción de Gerardo Beltrán
De Transtierros.

domingo, 27 de septiembre de 2015

A por uvas.




El año pasado Miguel se hizo cargo de las vides de su padre. Alivia mucho celebrar los ciclos. Todos los heterogéneos vendimiadores sabemos que, a partir de ahora, mientras quede fuerza y viña, nos vamos a juntar para hacer docientos litros de vino una mañana de septiembre. 

Es rico pasar un día entero, desde el desayuno hasta la cena, con otros siete tan diversos.¡Y no digamos viajar en mula mecánica!


La cuadrilla


El laboratorio.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Conchas, nidos y viajes a la semilla.



En general me reconfortan los errores, sin ellos todo es idéntico: ayer apareció esa concha en una lata de berberechos y me puso buen humor. Me sentí como si recibiera un regalo, una minucia importante que tengo que guardar.

Entre el jazmín del porche encontré un nido, casi todos los años encuentro uno, a la altura de la mano y dentro de la casa. Siempre me parece un milagro, pero mucho más desde que el señor Bachelard me llevó de viaje al origen explicándome un nido.

Hay que tener tensa la cuerdita de la espera, hacer malabarismos para que tire de ti cuando lo necesitas. Ya empiezan a salir las raices de las estacas, estoy en el momento más emocionante, parece que sí pero puede ser que no. Aunque Benjamín desaconseja plantar árboles después de que muera tu madre desde anteayer estoy poniendo a germinar las semillas de cada mango que me como.


Además de disfrutar esta accidental acumulación de símbolos he vuelto a cumplir con mis obligaciones inmediatas, menuda es Inés. Me parece descomunal y apasionante el lío de la literatura con el periodismo.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Del despropósito de cambiar de estación y de lugar al mismo tiempo.






Siempre estoy donde no debo. Debería estar con la narrativa y el periodismo y ahí sigo con la Pizarnik y la obsesión de no encontrar no sé qué claves ni sé qué diferencias en las prosas de los poetas. Con la Pizarnik jovencísima me cabreo, por lo vocacional de sus depresiones, pero enseguida se me pasa porque me encandila su sentido del humor, absurdo, negrísimo.

Los cambios de estación se me hacen cada año más cuesta arriba. Con esa dolencia no contaba. Desde hace dos semanas soy una mujer hecha gripe, sólo he salido para el funeral de mi tío. Hemos estado en tantos funerales en un año que ya patina la cinta y se nos mezclan los muertos, diría que hasta han vuelto a plantearse fumar los que se quedaron sin coartada para salir a la puerta.

Pero quizá no sea el cambio de estación sino el cambio de espacio. La pérdida de un espacio vivo; abierto, poblado, diverso. Con agua, tierra, fuego y aire Con buho. Con ranas que saltan de una terraza a otra y hacen noche en la copa de los mangos; la familia de sapos prefiere venir al cine. Con el hijo de Antonio, que se aburre en el valle y se llega hasta la portá cuando estoy sola: primero me hace un interrogatorio y luego se pone a soñar con el año que viene, cuanto tenga una motocicleta. Y con José y nuestras eternas conversaciones sobre el comportamiento de lo verde. Y con lo verde.

Ya hasta me agradan los jinetes pijos, el molino es un paso ecuestre, que nos miran con interes científico: "mujeres típicas de la zona" oímos que decía un guía una tarde de invierno en la que, con ponchos mejicanos, tomábamos un bloody mary.


P.D. No todo van a ser lindezas, este año rondaba un perro con malas trazas que me obligaba a tomar el gin tonic flojo y con las defensas preparadas, eso sí, con hibisco recién cortado.

martes, 22 de septiembre de 2015

Alejandra Pizarnik




¿Y qué pasa si uno no se muere?¿Y qué muere si uno no se pasa?

sábado, 19 de septiembre de 2015

Apuntes Rápidos



.
corazón braille
sabes que las ballenas masacradas en las Feroe
se encallan luego en otros mares

sabes que a miles de kilómetros
dos niños esquimales
transportan al sol en una canción gutural
.
entre la carne y el huso
un espacio en el que cabe todo

dentro de la Venus de Milo
hay una Venus de Milo que no ha perdido sus brazos.

Li Po navegaba ebrio buscando la otra orilla de su cabeza

Kelver Ax (de Transtierros)

viernes, 18 de septiembre de 2015

Lecturando

 Ricard  Canals




Estoy leyendo mucha prosa de gentes a las que sólo había leído como poetas. Creo que releeré “Los cuadernos de Laurids Brigge”, estoy segurísima de que Lezama también lo hizo. Fui de sorpresa y sorpresa con los paralelismos entre la novela de Rilke y “Paradiso”. Me cortó el resuello la coíncidencia entre las “escenas vivas” de las dos. Pero sobre todo me impresionó que arrancaran con la misma situación: un niño  se pone enfermo cuando sus padres han salido de fiesta. La potencia de ese primer terror, el primer encuentro con la soledad y con la posibilidad de la muerte, y el reencuentro con los salvadores. 

Sospecho que es un impacto fundacional ese momento y que nos sucedió a todos. Que producirlo es una de las misiones de la fiebre.

En mi fiebre sin padres había un señor desconocido sentado en la cama, alguien a quién aún recuerdo aunque nunca existió. Menos mal que pronto se convirtió en mi madre metiéndome en la bañera.

Esa Arse siempre que nos subía la fiebre, y ante la cara de terror de mi padre, nos echaba al agua.

También tiene mucha prosa y muchos diarios la Pizarnik, que por ahí me espera.  

martes, 15 de septiembre de 2015

Fragmentos a su imán.




La tormenta del lunes pasado fue casi tan fuerte como la gran tormenta. Luego supe que en los aledaños mató a tres personas. Me despertó a las seis de la mañana, parecía una llamada de atención cada trueno.

-Mira que excesos me acontecen cuando no estás.

Decía el molino.

Cerré la ventana y conseguí tener uno de esos sueños que tengo últimamente, transparencias sobre transparencias. No presté atención hasta las ocho por lo menos.

Ha llegado mucho antes el otoño, lo contaba ayer Emma, que inspecciona el comportamiento de las sargantanas y el color de los geranios todos los días. Se adelantaron los limoneros una cosecha (y no me quedé a recibir la siguiente).

Escuché aquella lluvia furiosa hasta casi las doce. No me asustaba seguir aislada ni que no hubiera amanecido apenas. Hasta recogí los esquejes y me duché en la calle cuando amainó el agua y siguió una lluvia de hojas de parra, ya rojizas.


Lo de traer esquejes de amaranto, jazmines varios, hipomea, glicina, salvia, floripundio e hibisco era importantísimo. Matías me esperaba con un laboratorio: hormonas enraizadoras, cuchillos desinfectados, bandejas y tierra de semillero, había hecho un master de reproducción con tallos leñosos la última semana. Ahora me toca fluctuar de la fe a la esperanza, mirar buscando señales de vida y regar.

martes, 8 de septiembre de 2015

Tan pronto aquí como allá




decía mi abuela siempre que bajaba de un coche, extrañada. Le había tocado ir a buscar a su suegra, mi bisabuela Lamberta, durante muchos años al apeadero para acarrear los recados tres kilómetros, y ese fue siempre su mojón para calcular distancias. Ya he contado por aquí que mi bisabuela era transportista, con carro y burro la mayor parte del año y en tren cuando nevaba. Como recompensa por la ayuda le regalaba a la nuera un delantal al año, no era cicatera, pero no había para más. Cuando empezó a tener dinero la abuela Raimunda se convirtió en una fábrica textil especializada en delantales de cuadritos, todas tenemos delantales suyos aún.

Yo también rezo “tan pronto aquí como allá” cuando bajo del coche, extrañada, aunque mucho menos que ella.



sábado, 5 de septiembre de 2015

Madurar hacia la infancia.





Uno de los mayores enigmas de mi infancia eran los “ejercicios espirituales”. ¿Qué era eso invisible que ponían a hacer gimnasia? ¿por qué se hacían en lugares muy lejanos y en silencio? Por lógica, pensaba, el espíritu se entrena hablando. Cuando era un poco mayor imaginé el asunto de un modo más concreto y totalmente arbitrario; en esos ejercicios espirituales se produce un desdoblamiento, estar mucho tiempo solo y en otro lugar debe hacer que te encuentres con alguien que también eres tú. El extrañamiento hace milagros. Después, cuando leí a Micea Eliade contando ritos de iniciación: “se utilizan bramaderas para asustar al iniciado” , también lo relacioné vagamente con lo mismo.

Ayer fuí feliz como una perdíz todo el día gracias a un bote de pintura de pizarra. Como si me hubiera encontrado con otra que soy yo a los diez años. Todos deberíamos tener dos edades. He llenado la casa de superficies escribibles. Pero, Oh castigo!!!! Hay que esperar una semana para poder pintar encima. Como dentro de una semana no estaré he elegido tres palabras definitivas para la pizarra de la cocina.


No sé si fue la de diez años o la de cincuenta la que me dijo; mira Martita, esto son ejercicios espirituales.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Elogiemos ahora a hombres famosos


030wevans
Walter Evans.
Aquí debo decir, someramente, por lo menos, lo que no puedo dejar fuera del informe: que una casa de gente sencilla que está vacía y silenciosa en la vasta mañana soleada del sur rural, y todo lo que contiene por casualidad esta mañana en el espacio eterno, abandonada así, abierta e indefensa a un espía reverente, frío en su trabajo, irradia quedamente tal grandeza, tan triste santidad en sus exactitudes en la existencia, que ninguna conciencia humana podrá percibirla nunca correctamente ni mucho menos comunicarla a otro; que puede haber más belleza y más profunda maravilla en las posiciones e intervalos de muebles mudos sobre el suelo vacío entre los límites cuadrados de las paredes que en cualquier música jamás creada; que esta casa cuadrada, tal como se levanta en la tierra sin sombra entre los años sinuosos del cielo, es, no para mí, sino por sí misma, una de las bellezas serenas, definitivas e inasequibles de la existencia; que esta belleza se ha hecho entre la naturaleza herida pero invencible y las crueldades y necesidades más simples de la existencia en este tiempo sin cuidados y está inextricablemente unida a ellas y es imposible sin ellas como un santo nacido en el paraíso.
James Agee

Si las mesas hablaran, lo que te contarían.



Mientras me fabricaba "mi mesa", la definitiva, algo que casi todos hacen en esta casa cuando pasan de los cincuenta, me imaginaba un festín; que las mesas se volvían charlatanas.



Saben muchísimo sobre nosotros las mesas, y la que más la mesa de la cocina, que es primero el apeadero de la nevera, luego el lugar de la transformación y, con suerte, si ha alcanzado la altura correcta, el sitio dónde acodarse para charlar.   Por eso la restauramos con tantas ganas estos días.



Otra bien informada es la mesa de la comida, la nuestra la hizo Carlos en un pispas una noche buena que no teníamos donde cenar, cojea, pero es insustituible, ha recibido a tanta gente que ya se nos volvió sabia.



martes, 1 de septiembre de 2015

Vivimos en el centro de un polvorín




Esa frase se decía tanto que ya no significaba nada, sólo servía para comenzar una de esas conversaciones que se rezaban a la fresca cuando ya no había de qué hablar.

-La pirotécnica, el butano, la campsa, la base militar americana y los militares en el castellar: nada si se enzarzan a explotar en cadena.

Decía uno

-Pero la gasolina arde, no explota

Replicaba otro. Para tranquilizar.

Mi madre contaba como una gran peripecia de su infancia que los desalojaron porque se había escapado un misil de la base américana, los mandaron a dormir al río y pasó la noche jugando al escondite. Mi primera experiencia directa con explosivos fue a los nueve años, también por la pirotécnia, todavía veo moverse la lámpara y las paredes de la habitación de la abuela, luego, a los trece, estalló el butano, que puso la cocina naranja y mató a mucha gente conocida, y a los veinte o por ahí la petroquímica de Tarragona, donde estaba de visita. En aquella ocasión me sentía una experta, las calles estaban abarrotadas, todo el mundo corría, pero yo tenía la tonta certeza de que la cosa no iba a pasar a mayores, convencí a los que me acompañaban y nos sentamos en un bordillo a mirar aquel río de gente asustada. Menos mal que atiné.

En ese trocito de la ribera, en los pueblos que rodean al mío, tenemos acostumbrada la oreja a las bombas ; El Castellar es un campo de maniobras militares y allí todos los días juegan nuestros soldaditos a la guerra. Hace muchos años un amigo que estaba fuera compró por la mañana El País y encontró en la portada un obús entrando por la ventana de su habitación. Menos mal que se cruzó ese edificio en la trayectoria, si no lo hubiera parado el misil hubiera llegado hasta la piscina en hora punta.

Algo me sorprendió ayer cuando me enteré de la noticia de esta última explosión, cada periódico atribuía un término municipal a la pirotécnica al principio, y es que las ondas expansivas no admiten linderos, da igual que esté en Casetas, en Garrapinillos, en Utebo o en Pinseque. 

Volveremos a olvidar el riesgo, es la única manera de vivir en medio de un polvorín.


Mis condolencias a las familias.