jueves, 28 de febrero de 2008

El racismo y las moscas




-Es que tu eres, no sé, más indio, más primitivo.

Le decía Rafa, que es español, un día a Carlos, que es salvadoreño.

-¿Rafa te has puesto a reflexionar sobre las semejanzas en la cadena de ADN entre los humanos y las moscas del vinagre?

Le contestó Carlos.

-Anda, pues ponte: ¡que no tienen tanta importancia nuestras exquisiteces!

martes, 19 de febrero de 2008

Hoy, un poquito de Lezama


Himno para la luz nuestra


(...)Aunque el oído me dá la fe
la visión como un mastín rastrea
lo que el Arcángel flamea
en el punto donde no se ve


(...)La música divide las hojas
el otoño condecora al organillero,
de pronto, el hormiguero
sonríe, para que escojas


(...)Amargo fue, su ondulación extraña
medir la luz en su balanza,
ser y ser lo que no se alcanza,
resplandecer y ser huraña

lunes, 18 de febrero de 2008

Últimas preguntas










Hablando de poetas con Carmen me ha preguntado:

-¿No trabaja la eternidad esta gente?

El otro día una gitanilla preguntó en la gasolinera:

-¿Funciona la máquina de llamar?





domingo, 17 de febrero de 2008

Brooooooooooooooooooonwyn: al filo de lo incomprobable

Cuando me regalaron ese escandaloso y enorme libro naranja, Bronwyn, lo escondí. No tenía ninguna gana en aquel momento de volver al complicadísimo Cirlot, aunque nunca he tenido lejos ni cerrado su diccionario de símbolos, pero había dado demasiadas vueltas ya a su poesía y huía de sus efectos. Creo que hasta me molestó un poco que me regalaran esta edición tan vistosa. Lo metí en el armario del pasillo, que tiene llave.

Poco a poco le ha llegado el momento. Ya no es entonces y me he sumergido (¿o he emergido?) en los extraños amores y en Bronwyn:

Una tarde de verano Cirlot conoció a Bronwyn en una pantalla, en la película de Franklin Schaffner El Señor de la Guerra. "Nada sucedió después del visionado de la película" dice su hija, Víctoria Cirlot, en este estupendo prólogo (Editorial Siruela), ni siquiera una crítica, pero Juan Eduardo Cirlot vio la luz de Bronwyn. El amor de Cirlot por Bronwyn fue fértil y diverso "Nos amábamos como ahora sólo en sueños soy capaz de amar", dijo. El ciclo Bronwyn está formado por dieciséis libros que poco parentesco, formal, tienen entre sí (van del soneto a la poesía fonética)

Ustedes, lectores fieles, saben que siempre me tiembla el pulso eligiendo poemas, y que siempre digo que hoy me tiembla más. Bueno, queda noche y estoy bien despierta después de estas siestas. Copiaré tres, es un número que agradaría a este pitagórico, mejor cuatro: ¡uno de los libros de Bronwyn se titula precisamente 44 sonetos de amor!

Secretamente eternos, pero solos,
entre restos oscuros que palpitan
rezan lo inconcebible y se mutilan
ignorándose siempre.

Noches entre los ojos, boca, frente
Amanecen los nadas rotos, rotos
doradísimos rotos, amor que
no

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Se apoyan mis horrores en el sol
reflejado en los ojos del pantano.
La soledad oscila entre las ramas
que nunca han dicho sí
Un círculo de lobos me aconseja
y mi guante de hierro los entiende

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Un nombre estaba escrito sobre el agua
fue dicho desde el agua, Browning,
entre cienos y miedo a los abismos
bajo las grandes aves transparentes.

¿Pudiste imaginar
en la noche del mar
que no respondería
sin hallar
la voz con que diría
dónde me has de encontrar?

¿Pudiste suponer
en la niebla del ser
que no contestaría
y que no encontraría
la voz para poder responder?

¿Y pudiste pensar
que jamás tornaría
tu nombre a concitar?

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Se
hoy

Soy
voy

sábado, 16 de febrero de 2008

Frustraciones





Esta señora es Katharina Grosse, quizá no sea una gran pintora, no sé, yo la disfruto ¡tanto!, y le tengo ¡tanta envidia!

Repito y repito, me sigo comprando acuarelas, ceras, pasteles, y los resultados son siempre igual de nefastos (estaba recogiendo la basura un día con una de mis acuarelas y me dio una mala gana, ¡qué cosa tan horrible!) Luego imagino otra vez que soltar colores con tanta abundancia y tanta libertad debe llevar al climax y vuelvo a intentarlo.

jueves, 14 de febrero de 2008

¿Cómo negar que fue una infancia dulce? (literalmente)

 
 
Estos días me he estado acordando, en general, a veces le pregunto a Blanca si sabe algo sobre eso de que se recupera la memoria de la infancia con la edad, me mira con cara de estupefacción y me doy cuenta de que empieza a suceder en los años que le llevo de ventaja, todavía no tiene ni idea.

Desde allá lejos, el último peldaño de la escalera, pensé mucho en "La mantequilla", y luego hablé con alguién que también creció por allí. Mis padres tenian una fábrica de mantequilla cuando yo era pequeña. Describíamos a dos voces José Luis y yo, y ni nosotros dábamos crédito a aquel espacio tan raro: ¡los tubos amarillos haciendo una digestión abrupta de fresa y chocolate sobre nuestras cabezas!¡qué temblores! Las batidoras, aquella cinta transportadora a la que me sentaba con el abuelo cuando había que "poner tarrinas", el olor dulce, las batidoras sin parar, el color de la esencia de fresa y la máquina que convertía el azúcar en un hilillo pegajoso que nos hipnotizaba a todos y que mi padre se quedaba contemplando noches y noches.

Pero sobre todo los sacos de azúcar, el escondite perfecto para leer después de salir de la escuela. Luego, cuando leí
El Siglo de Las luces, no podía sacar de la casa de los huerfanos y de Víctor Huges aquellos sacos, nunca he podido sacarlos.

Fuí una niña melindrosa, les tenía pánico a las escaleras del granero aunque me encantaban las palomas, sólo subía con mis primas y una vez arriba aún tenía miedo. Casi siempre me quedaba leyendo entre las montañas de sacos, o en el corral; había un jardincillo que me enseño a cuidar la abuela, ¡y lo recuerdo todo!¡qué memoria tienen las manos! Saltando la cata que hacía de jardín había una extraña puerta común, de madera. Al otro lado estaba "Teléfonos" y continuamente oíamos a Lidia decir:

-¿Número? ¿el 62? Te pongo.

Me sentía espía de una espía cuando la miraba por la cerradura mientras ella hacía oreja, me parecían una amenaza sus dos teléfonos negros de baquelita y sus dos piernas al sol. Aunque ahora es muy mayor sigue siendo atractiva y recupero un poquito la infancia cuando me la cruzo por la calle, me sigue pareciendo inquietante. No en vano ella fue mi viuda de Zorba, por ejemplo, y hasta un poco, algún rato, Madame Bovary.

Pero lo más nítido es la ventana, aquella ventana del tamaño de una caja de mantequilla que abrió Matías, una ventana con puerta de acero inoxidable. La ventana científica reaparece en sueños: su exactitud, el cierre perfecto, el ruido al cerrarse, el brillo del aluminio; siempre es esa ventana el agujero de tiempo que nos trajo hasta aquí.

martes, 12 de febrero de 2008

Y con palabras de otros














INÚTIL ESCRUTAR TAN ALTO CIELO

Inútil escrutar tan alto cielo
inútil cosmonauta el que no sabe
el nombre de las cosas que le ignoran
el color del dolor que no le mata
inútil cosmonauta
el que contempla estrellas
para no ver las ratas.

Manuel Vázquez Montalban

Loquillo hizo una canción que he subido
aquí
La imágen es de
Iñigo Manglano Ovalle

lunes, 11 de febrero de 2008

jueves, 7 de febrero de 2008

La sauna, la coreana, el militar y las firmas verbales




Cuando inauguraron la sauna se planteó un problema moral de primer orden: ¿queríamos que fuera por días y sexos?, ¿éramos conscientes de que tenia connotaciones eróticas en el imaginario más básico lo de una sauna? El ayuntamiento no se hacia responsable: ¿todos mezclados?, ¿qué?. Antes estas cuestiones se dirimían en los bares a gritos, ahora, después del orden y el progreso que trajo Pascual, las decisiones se toman mediante consulta formal, por escrito.

Parece que sólo la coreana rellenó aquel papelito, no es cómodo andar con papelitos entre humedades. Ella no quería ver hombres en la sauna, ¡ni por asomo!. Así las cosas, lunes hombres, martes mujeres, miércoles hombres y mujeres, viernes mujeres otra vez, el sábado mezclados. Un lío. Y siempre hemos preferido todos todos los días, claro, si no, puestos a segregar, un día para los de derechas y otro para los de izquierdas, no vaya a enardecernos hablar de política en bañador, que a mi me da conversación un militar y se llama Severo. Además que la coreana es una pesada, vive en la piscina, ¡horrible ver a alguien tan dedicado a su cuerpo siempre en el mismo sitio!, ¡untada con yogures de fresa de arriba abajo!, con su propio radiocasete entre esas humedades, que da miedo no se electrocute. No me extraña que tema las miradas, y que las malinterprete.

Han pasado cuatro años, casi cinco, pero por fin nos hemos rebelado. Un varón entró en día femenino, otra fémina se coló un lunes alegando falsos problemas bronquiales y poco a poco hemos ido despeñándonos, aprovechando los miércoles y los sábados, hacia una sauna unisex. No sé qué ha sido de la coreana, nadie sabe si está realmente enfadada, habíamos llegado a apreciarla, pero la verdad es que hemos recogido firmas para ser normales arriesgándonos a perderla. Severo, que también está siempre allí, ha organizado las negociaciones; hemos firmado todos pero verbalmente, porque ¡con tanto vapor!.

Nota











Tengo que escribir sobre la dislocación que observo en quienes han conquistado el centro, cualquier centro, y creen que es su centro.












Imagen
Giuseppe Pongolini Matternita otra vez. Fin de la trilogía.

miércoles, 6 de febrero de 2008

Estupendo reencuentro con Edward W. Said.


Estoy leyendo "El orientalismo al revés": un homenaje a Edward W Said. Me produce un profundo bienestar reencontrarme con Edward W. Said, un autor que siempre puede ser repensado, ¡nos dejó tantas preguntas bien formuladas!. Me parece un buen síntoma verlo convertido en faro en un intento de atender lo urgente: establecer comunicación entre orillas (el libro contiene las ponencias de un encuentro organizado por el Foro Observatorio Tánger-Tarifa ).

Si algo inspira
Said es confianza, cómo no iba a inspirarla alguien que te pasea por el universo de Conrad y luego va eliminando las capas de lenguaje que impiden entender el presente. ¡Cómo no vas a confiar plenamente en alguien que habla con la autoridad que tienen los que han conquistado ser extranjeros en todos los países!

Edward W Said en su libro Orientalismo “pretende desmontar, en la medida de lo posible, la construcción romántica y tópica de lo que ha sido el orientalismo y el mundo de lo oriental, con esos cliches que habitualmente utilizamos en España, en Europa, de lo exótico a lo integrista, de lo ajeno a lo distinto como caricatura” dice Tono Martínez en el prefacio y luego dice: “Necesitamos nuevas metáforas de diálogo” .

Totalmente de acuerdo, creo que eso es también el ombligo de un proyecto llamado
Almazara que se lleva gestando años por ahí en un molino. También Edward W Said es su gran inspirador.

La imagen, que me tocaba color, es del mismo que me prestó ayer la bicicleta. Lo he estado buscando y me ha parecido irregular, cosas buenísimas y otras francamente liadas.
Giuseppe Pongolini Matternita se llama.

martes, 5 de febrero de 2008

Y sigue ahí la sombrilla

Hay una tristeza, leve, que es tan agradable, y la tía Pili la nota y me propone una sopa.

Pocos días, pero a veces me dejo invadir por esta torrentada, no evito la música de la carpeta prohibida, o me voy con el periódico al río, o releo cuadernos. Creo desconocer la nostalgia casi todo el año, siempre la esquivo a la brava, pero quizá sea esto, si es esto me está sabiendo dulce; no es más que seguir con esa costumbre familiar de irse a otra punta, o subirse al último peldaño de la escalera para mirar al vacio.

-Ya hablas como un Pc

Me ha dicho doña
Sonia Antón hoy.

Y también dijo un día doña
María Salgado en su blog

"no se trata de cobrar o no cobrar, tal no es, ni mucho menos, el dilema; no se trata de (con)vencer o no (con)vencer, tal no es, ni mucho menos, el dilema; no se trata de tomar el poder o no tomarlo, tal no es, ni mucho menos el dilema; no se trata de censurar(se) o no censurar(se), tal no es, ni mucho menos el dilema; o, en todo caso, son dilemas ficticios fruto de contradicciones más graves, dilemas que sólo pueden atascarnos"
(para quién quiera leer la entrada entera, incluso hacer)

Nunca digo nada de la tía Pili, en fin, un día lo haré, no es reconfortante solo su sopa.

La bici es de
Giuseppe Pongolini Matternita

sábado, 2 de febrero de 2008

Una laguna: la otra noche olvidé cómo se llamaba Virgilio Piñeira




He aprendido a nadar en seco[...] No voy a negar que nadar en seco tiene algo de agónico. [...] Al principio mis amigos me censuraron esa decisión. [...] Felizmente ya pasó la crisis. De vez en cuando hundo mis manos en las losas de mármol y les entrego un pececillo que atrapo en las profundidades.
Virgilio Piñera



La imágen es de
William Kentridge