sábado, 5 de junio de 2010

Anécdotas y anecdotillas


Hace tres años, creo, fuimos en el coche de Laura a Punta Umbría , con las dos Blancas, y, en alguna permutación, cuándo me tocaba de piloto o copiloto con “la veloz”, se puso a contar todas aquellas situaciones en las que dar le había reportado el doble, ¡prueba continuamente!¡prueba! me jaleaba.

Al día siguiente estaba en la puerta del lugar en el que se recitaba (no recuerdo como se llama, cambia cada año) y salieron dos parejas que me pidieron fuego, les di y luego, la más valiente de los cuatro me dijo:

-lo que realmente queremos no es fuego, es el mechero, nos vamos al hotel y no llevamos ninguno entre los cuatro.

Les di el mechero y la próxima persona a la que pedí fuego, alguien a quien no conocía, me dijo

-Llevo dos, quédate uno

Avance hacia la puerta con una sonrisa de oreja a oreja, buscando a Laura para contarle que sus indicaciones vitales nunca caen en saco roto, pero me encontré a Antonio Gómez, que señalando al tronco del árbol en qué se apoyaba, me dijo

-Fulanito ha dejado de fumar, definitivamente, ha dejado ahí el paquete de tabaco y dos mecheros, para ti.

Fue una noche muy larga que, como todas las noches largas, recuerdo en orden, estábamos viendo las despedidas desesperadas de los grupos de adolescentes en el albergue, a las seis de la mañana, ccon Irene y otra chica y el Casellas , cuando encontré en el bolso un mechero que no coincidía con los anteriores, entonces llamó mi hermana porque habían intentado violarla, me fui hacia la playa para intentar calmarme y calamarla, ¡cómo se te ocurre ir a la playa sóla! me dijo, luego te llamo, le contesté. Me encontré a Braulio en la playa, que me encendió un cigarro tras otro y asentía, con tranquilidad, mientras yo hablaba por teléfono.

Luego pasee mucho, y terminé desayunando sola en la otra punta de aquella playa, tan larga que recordaba el final de las películas de Felini

En algún momento de esos huérfanos vacié desesperada el bolso en la mesa y salieron ocho mecheros, luego, claro, me fui a dormir, bien tranquila.


La foto es de la gran Yolanda Perez Herreras, que siempre nos mete en sus corazones.