viernes, 20 de febrero de 2015

Albertico



Acabábamos de decidir, después de tres años esperándolo, qué queríamos que nos pintara en la fachada.¡Ranas comiendo mosquitos! Ese día lo bajamos,quería dormir en el muerto. Tiene encanto dormir en el muerto, que vengan Carmencita o Justo a arrebujarte antes de irse y te dejen soñando a la orilla de la playa. Yo también me bajo a dormir al muerto algunos días, aunque se madruga mucho, enseguida llegan los pescadores.Le habíamos encargado pescado a Alberto para hacerlo uno de esos días a la brasa. ¡Teníamos que celebrar la suerte de que Alberto Acinas nos pintara la fachada y Albereto nos cantara por las noches! Eso fue un lunes.

El domingo me dolieron las muelas, de paso que iba a la farmacia pasé la tarde en la playa con ellos. Justo hace paella los domingos por la noche, para quién se quiera quedar o lo necesite. ¡Eso es una cena buñueliana! El mar estaba loco perdido aquella tarde, nosotros dos nos pusimos a hacer planes. Íbamos a ser casi vecinos en México. Yo quería escribir tres crónicas, ya las tenía localizadas, una en Polochic, otra en el Bajo Lempa y otra donde dijeran las chavalas en Nicaragua, Alberto quería acompañarme para ilustrar esas crónicas con sus pinturas. ¡Estaba más claro que el agua! Tanto que nos pusimos a hablar de otra cosa, de Bruno Shulz, que lo tenía loco esos días y a mí siempre.

De eso hizo esta semana sólo seis meses. Desde entonces apenas he frecuentado los días de antes. Ni la música. Vuelvo pues por donde la dejé.