La fuerza de voluntad es
algo que me para en seco. Con lo que me gusta cocinar y soy una
crudívora, me pongo ciega de stick tartar y salmón con soja.
Cuando consigo madrugar me prometo no dejar de hacerlo, pero al día
siguiente gana la noctámbula, y además exagera. O me empecino en
mirar lo microcósmico y sólo busco sentidos en lo inmediato, o pego
un salto y la memoria me lleva al pikcup de un guerrillero que
me diría ahora si le soltara este rollo:
-¿Qué hacer? Dijo
Lenin.
Todo se activa cuando se
acumulan las contradicciones, así que pronto me iré a ver a la
caminanta coja y al viajero sedentario a Santander, después de dieciocho años intentando presentarlos reposan en la misma ciudad. Estaba preparando
el curso que daré en La Vorágine, (debería escribir algo titulado "De Blufields a Santander", después de recordar con Paco, a la vuelta). El curso irá de las
cosas y las casas, preparándolo me he encontrado esto, todo seguido:
“las casitas de Techo son bonitas y todo, pero no
es
algo que venga de la alcaldía”
algo que venga de la alcaldía”
Evelyn, de la comunidad Santa Lucía. El Salvador
Cuando las cimas de
nuestro cielo
Se reúnan
Mi casa tendrá un techo.
Paul Eluard
La foto es del techo de nuestra casa antes, al principio, cuando entraban pajaritos.