lunes, 16 de junio de 2008

Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.



Me lo cuenta ella:

-Estábamos sentados en la hierba en plaza de España, sobre las ocho, se me acercó una chica y me dijo “tu eres antifa verdad”, antes de qué pudiera reaccionar me rodearon dos o tres, todo fue en décimas de segundo, vinieron dos amigos míos y entonces ella me dio un puñetazo en el ojo y me quedé noqueada, empezaron a pegarme pero no sé cómo salí de allí corriendo, a todo correr, me siguieron la chica y otro, entonces encontré a un grupo de chavalas que se dieron cuenta de que algo pasaba

-Además que esa tarde yo no iba con pintas. Ni llevaba la falda escocesa ni nada, yo creo que fue por el pelo. En todo caso no se puede denunciar, les filtran la información de quién denuncia desde las comisarías. Y además son iguales los unos que los otros, son unos irracionales y no saben de qué hablan, bueno eso ya lo he dicho; ¿como lo van a saber si son irracionales?.

-Llevo el ojo morado, pero les hemos dicho a los abuelos que ha sido jugando al baloncesto. Me he venido al pueblo y sólo quiero relajarme. Tranquila Martita. ¿Has hablado con mi madre?, ¿está tranquila ella también?

¿Nada que añadir?, si, su padre no tiene razón, lo que se teme no se provoca, se intuye, no hay que andar encima culpabilizándose. Y otra cosa, ¿es una conducta de riesgo poner aquí la foto de Amanda por si uno de esos adolescentes dementes lee mi blog? Lo dicho en el título que es de Ferlosio.


P.D. Ah, si, algo que añadir, para todos pero sobre todo para ti Marisa, que eres un pedazo de madre sin ceguera alguna, ya sé que a ti no hay que decirte esto, que eres tú quien siempre nos lo ha mostrado a nosotros:

La tolerancia es un pacto perverso en el que cada parte renuncia a la pasión pública de sus razones y las convierte en estólidas e impenetrables convicciones, o sea en verdades encerradas en un ghetto, a cambio de una paz que no es concordia sino claudicante empecinamiento y ensimismada cerrazón. Ante lo que inevitablemente ha de sentirse como sinrazón ajena cabe moverse, en todo caso, entre una impaciente indulgencia y una paciente agitación, nunca pararse en esa indiferencia o desdén definitivo que es la tolerancia.

Rafael Sánchez Ferlosio Vendrán más años malos y nos harán más ciegos